Las emociones son un tema complejo, sabemos que muchas cosas pueden afectar su manera de funcionar como la esquizofrenia, una mala noche de sueño o incluso tu cultura.
Para comprender esta investigación, primero debemos conocer dos datos. El primero es que las investigaciones científicas han demostrado que cuando miramos las expresiones faciales de otros, tendemos a imitarlas de manera imperceptible y subconsciente a través de un proceso conocido como mímica facial. Se hipotetiza que este comportamiento nos ayuda a entender las emociones que estamos mirando.
El segundo dato es que nuestras expresiones, al igual que nuestro rostro, son asimétricas: son más pronunciadas y comienzan antes (la expresión facial es un proceso dinámico) en una mitad de la cara. Se piensa que esta asimetría le da a la cara un “sabor” especial: aquellos que comienzan y son más pronunciados en el lado izquierdo, por ejemplo, son juzgados como más auténticos.
¿Qué pasa si combinamos estas dos premisas? Según Sebastian Korb, autor principal del estudio que comentaremos hoy, si consideramos a una persona que no puede mover la mitad de su cara (por alguna patología, por ejemplo), podría pasar que dicha persona tuviera dificultades para percibir correctamente las emociones de otras personas.
Korb trabajó con una muestra de pacientes afectados por parálisis facial del lado izquierdo y derecho de la cara. En los experimentos, los pacientes observaron una serie de rostros avatar generados por computadora (caras humanas tridimensionales) que mostraban dinámicamente expresiones de felicidad o enojo. Este método permitió a los científicos controlar todos los aspectos del estímulo, desde el tiempo que dura la expresión hasta su asimetría.
Como se mencionó anteriormente, la literatura muestra que las expresiones que comienzan por el lado izquierdo de la cara se perciben como más auténticas que las que comienzan en el lado derecho. De acuerdo con la teoría de la cognición incorporada, por la cual las interpretaciones de las emociones son facilitadas si reproducimos los patrones de contracción muscular en nuestro propio cuerpo (por ejemplo, a través de la mímica facial), esto debería tener un efecto en personas afectadas por hemiparesia, quienes no son capaces de reproducir correctamente la expresión con la mitad paralizada de su rostro.
Korb explica que sus “(…) descubrimientos muestran que esta diferencia claramente existe en personas afectadas por hemiparesia izquierda”. Esta afirmación se desprende de sus observaciones de que los pacientes con parálisis en el lado derecho de la cara no diferían muchos de los sujetos sanos tanto en al juzgar la autenticidad de la expresión del avatar, como en sus tiempos de respuesta cuando se les pedía que identificaran una emoción tan rápido como les fuera posible. Ambos grupos percibieron las expresiones que comenzaban en el lado derecho de la cara como más auténticas que aquellas que empezaban en el izquierdo y ambos respondieron más rápido a esta última expresión.
En contraste, los pacientes con parálisis del lado izquierdo del rostro, exhibieron un comportamiento más complejo. Ellos no mostraron diferencias significativas con respecto al enojo, pero la situación cambió al interpretar expresiones de felicidad, que eran juzgadas como menos auténticas al empezar del lado izquierdo de la cara, también les tomó más tiempo identificar la emoción.
Según el equipo de investigación, esto puede significar dos cosas, por un lado que la imitación facial está, al menos en parte, lateralizada (es decir que copia la expresión que observa) y por otro, que es asimétrica anatómicamente más que a manera de espejo. Es decir que cuando imitamos una expresión facial que comienza en el lado izquierdo de la cara, lo hacemos también con el lado izquierdo de nuestra cara y no con el derecho como si estuviéramos frente a un espejo.
Como resaltan los autores del estudio, sus resultados no solo nos permiten conocer un poco más sobre las emociones humanas sino que también nos mostraron que que aquellas personas afectadas por trastornos que bloquean los movimientos de los músculos faciales pueden también experimentar dificultades de otro tipo, en este caso en la interpretación de emociones, lo que puede derivar en dificultades a nivel social al afectar tal vez nuestra capacidad de empatía.
Fuente: Psypost