Alejandro Rodriguez nos comparte en La Mente es Maravillosa la metáfora de la ola en la playa, un recurso muy utilizado por la terapia de aceptación y compromiso (ACT) para enseñarle a los pacientes que los pensamientos y sentimientos no pueden hacernos daño:
La manera en la que funciona es la siguiente. Imagina una gran playa de arena blanca. En su orilla, constantemente están rompiendo olas de todos los tamaños. Algunas de ellas son pequeñas, y dan ganas de bañarse para jugar con ellas. Otras, por el contrario, son muy grandes y de aspecto amenazante. Sin embargo, cuando llegan a la orilla, todas ellas acaban por desaparecer sin provocar daño.
Ahora imagina que alguien decidiera luchar contra las olas. No tendría mucho sentido, ¿verdad? Al fin y al cabo, el agua no puede causar ningún daño a la playa. Lo único que conseguiría esa persona sería cansarse y sentirse frustrada.
Pues bien, en esta metáfora la playa es una representación de ti mismo. Al igual que ella, puedes resistir prácticamente cualquier cosa que te ocurra. Las olas, que representan a tus pensamientos y emociones, no pueden hacerte daño.
Es cierto que algunas de las olas que rompan en la playa darán mucho miedo. Puede que te hagan sentir mal momentáneamente. Incluso, puede parecer que nunca van a irse. Sin embargo, al final, todas ellas acabarán disolviéndose en la arena.