El Dr. Dainius Pūras, principal vocero de salud de la ONU, sostuvo que las medidas para abordar la desigualdad y la discriminación serían mucho más efectivas para combatir las enfermedades mentales que el énfasis que se ha puesto sobre los medicamentos y la terapia en los últimos 30 años. La austeridad, la desigualdad y la inseguridad laboral no sólo son perjudiciales para la salud mental, también la suscitan («United Nations Official Document», s. f.).
Desde la crisis financiera de 2008, las políticas que acentuaron la división, la desigualdad y el aislamiento social han sido malas para el equilibrio mental. “Las medidas de austeridad no contribuyeron positivamente a la buena salud mental”, dijo Pūras. “Las personas se sienten inseguras, se sienten ansiosas, no disfrutan de un buen bienestar emocional debido a esta situación de inseguridad.”
“La mejor manera de invertir en la salud mental de las personas es crear un ambiente de apoyo en todos los entornos, en la familia, el lugar de trabajo. Luego, por supuesto, se necesitan servicios , pero no deben basarse en un modelo biomédico excesivo.” Agrega que ésta sería la mejor “vacuna” contra las enfermedades mentales, y señala que sería mucho mejor que el excesivo uso de medicamentos psicotrópicos que se registra actualmente.
Con ahínco han tratado de curar enfermedades mentales como si fueran enfermedades físicas, a través de la “buena medicina”, sin pensar en los factores sociales que causan o contribuyen a algunos trastornos mentales. En los últimos 20 años, la prescripción de medicamentos psicotrópicos para tratar las enfermedades mentales, particularmente los antidepresivos, se ha disparado en todo el mundo.
Pūras declara que ésta es una respuesta inadecuada, y que la salud mental de la población general mejorará cuando los gobiernos tomen en serio cuestiones como la desigualdad, la pobrezay la discriminación.
Las últimas cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sugieren que 970 millones de personas en todo el mundo sufren algún tipo de angustia mental, y la prevalencia de afecciones como la depresión y la ansiedad han aumentado más del 40% en los últimos 30 años.
A medida que la aceptación de la enfermedad mental ha crecido, el número de personas que buscan tratamiento ha crecido exponencialmente, abrumando los servicios en muchos países. El fenómeno ha dividido a los expertos en aquellos que ven la enfermedad mental como un mal funcionamiento predominantemente biológico, neurológico, tratable con drogas y terapia, y aquellos que creen que es mucho más psicosocial, el resultado de políticas gubernamentales, atomización social, pobreza, desigualdad e inseguridad.
“La desigualdad es un obstáculo clave para la salud mental a nivel mundial”, dice el informe de Pūras. “Muchos factores de riesgo para una pobre salud mental están estrechamente asociados con las desigualdades en las condiciones de la vida diaria. Muchos factores de riesgo también están relacionados con el impacto corrosivo de ver la vida como algo injusto.”
Para mejorar la salud mental, Pūras exige, entre otras cosas, reducir la desigualdad y la exclusión social, mejores programas para la primera infancia y la escuela, intervenciones rápidas para apoyar a aquellos que sufren experiencias infantiles adversas, una mayor sindicalización de la fuerza laboral y un mejor bienestar social.
También se refiere críticamente a “la enorme influencia de las compañías farmacéuticas en la difusión de información sesgada sobre problemas de salud mental” y dice que los Estados deberían contrarrestar esto. Los gobiernos podrían hacer mucho, dice, para prevenir enfermedades mentales en lugar de enfatizar las curas biomédicas.
Referencia:
United Nations Official Document. (s. f.). Recuperado 6 de agosto de 2019, de https://www.un.org/en/ga/search/view_doc.asp?symbol=A/HRC/41/34
Fuente: The Guardian
3 comentarios
El fenómeno de “desesperanza aprendida”, aportado por Seligman, ha sido estudiado por especialistas con mirada psicosocial sobre la salud mental. Un ejemplo es Gissi, en Chile, que logra mostrar que es equivocado el estigma en torno a la pasividad y supuesta indiferencia de los individuos desempleados en zonas socialmente deprivadas, quienes tienden a ser calificados de “flojos’ por la gente más acomodada. Esas personas simplemente han sufrido emocionalmente la frustración constante de no encontrar salida a su situación, con lo cual eliminan de su psique todo sentido de esperanza en un futuro más próspero. Pero se trata de fenómenos que los gobiernos tecnócratas no estudian, no entienden, ni les interesa considerar en sus decisiones políticas.
La Corrupcion, especialmente a nivel gubernamental es incluso peor para la salud mental individual , provoca stress, depresion, pesimismo, ira, desconfianza con las autoridades, con las leyes y todo el estado de derecho….y su persecucion y castigo, produce los sintomas opuestos …casi hasta de forma inmediata, . Me pregunto y pienso a veces, que si la Corrupcion se erradicara…la felicidad social estaria servida.
sin duda alguna.
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