Estás en tu auto, camino al trabajo, con el tiempo justo y el conductor del auto que está más adelante no se da cuenta de que la luz del semáforo cambió a verde y pierdes tu turno de cruzar. Estás viendo tu serie favorita después de un largo día de trabajo y de repente se cae el Internet. Estas son son solo dos ejemplos de cosas que parecen tontas pero que a muchos de nosotros nos desesperan y que nos hacen querer maldecir a los cuatro vientos.
Desesperarse o ser impacientes es algo común en el mundo de hoy. Estamos tan apurados y obsesionados por la eficiencia que nos olvidamos de la importancia de tomarnos un respiro y evaluar las urgencias y necesidades. Parece que ser pacientes hoy en día no es tarea fácil, pero es algo a lo que debemos prestar mucha atención, porque la impaciencia a largo plazo puede tener efectos devastadores sobre nuestra salud. La BBC hizo un recuento de los principales efectos negativos de la impaciencia, estos son:
1. Obesidad
Expertos han señalado que las personas impacientes tienen más probabilidades de ser obesas que aquellas personas que saben esperar, pues suelen alimentarse peor y consumir mayores cantidades de comida rápida, sobre todo cuando tienen fácil acceso a ella.
Un estudio del Economic Journal publicado el año pasado, descubrió que el fácil acceso a los alimentos pocos saludables es una de las principales causas que afectan a aquellas personas con un carácter impaciente.
“Quienes son más impacientes se ven más afectados por la disponibilidad a corto plazo de alimentos asequibles, lo cual supone un aumento de la obesidad en esta parte de la población”, escribieron los autores de dicha investigación.
La accesibilidad a la comida es uno de los factores que se relaciona con la obesidad, pero también se ha descubierto que la impaciencia constante –y su consecuente ira y tensión– incrementa la liberación de adrenalina y cortisol, dos hormonas que pueden disparar el aumento de peso de las personas, facilitando también la adhesión de la grasa a las paredes de nuestras arterias y aumentando el riesgo de ataques al corazón.
2. Hipertensión
Cuando nos impacientamos, aumenta nuestro nivel de estrés y también la presión arterial.
La Asociación Médica Estadounidense (JAMA, por sus siglas en inglés) incluye la impaciencia como un factor de riesgo de la hipertensión, incluso entre adultos jóvenes.
Un estudio, llevado a cabo por especialistas de la Escuela Feinberg de Medicina de la Universidad Northwestern de Chicago, reflejó que el tipo de personalidad A (aquel que corresponde a personas impacientes y hostiles) tiene un 84% más de riesgo de sufrir hipertensión, en comparación con quienes tienen un carácter más calmado, después de analizar más de 3.300 casos a lo largo de 15 años.
La razón, apuntan los expertos, es el estrés asociado a la impaciencia, que puede llegar a estrechar los vasos sanguíneos, incrementando la presión arterial.
“La idea de que el patrón de conducta tipo A es ‘malo’ para la salud existe desde hace muchos años”, asegura Barbara Alving, de la Escuela de Salud Pública de Maryland, EE.UU.
“Este estudio nos ayudó a comprender qué aspectos de ese patrón de comportamiento perjudican nuestra salud”, explica la experta.
Para Alving, la hipertensión arterial “es una condición compleja que implica factores biológicos y dietéticos”, aunque el estudio demuestra que “el comportamiento y el estilo de vida pueden jugar un papel fundamental en la prevención y el manejo de la patología”.
La hipertensión es un importante factor de riesgo de enfermedades del corazón, del hígado y de accidentes cerebrovasculares.
3. Envejecimiento
Por último, un estudio de la revista PNAS, reveló que ser impaciente también puede acelerar el envejecimiento. Este estudio encontró que los telómeros (extremos de los cromosomas del ADN) son más cortos en las personas impacientes.
Estas estructuras, que protegen al ADN de su degradación, están asociadas a la longevidad, y los científicos creen que cuanto más rápido desaparecen, más envejecemos.
Según los investigadores (que sólo observaron este fenómeno en las mujeres) queda por averiguar si es la impaciencia la que acelera el envejecimiento o si, por el contrario, las personas con telómeros más cortos “saben”, de alguna forma, que van a envejecer antes y desarrollan un carácter más impaciente.
Fuente: BBC