Adam Satariano escribe un reportaje para The New York Times que describe la lucha que tienen los medicos ante la catarata de publicaciones falsas y pseudocientíficas que aparecen en las redes sociales:
Los doctores aseguran que por lo regular los pacientes se resisten a sus consejos, pues tienen una mayor inclinación a creer lo que leen en Facebook que lo que les dicen los profesionales de la salud. Según los doctores, las mentiras han afectado las iniciativas para que la gente use mascarillas y han alimentado la idea de que la gravedad de la enfermedad es exagerada. De acuerdo con algunos doctores, enfrentan abusos cuando participan en debates en línea para aclarar el asunto.
Muchos creen que el efecto de la información falsa es muy pequeño. Bueno, lee esto:
“Esto ya no es una observación anecdótica que algunos doctores han hecho de manera individual”, dijo Daniel Allington, profesor titular de King’s College de Londres y coautor de un estudio reciente en el cual se descubrió que había una mayor probabilidad de que la gente que obtiene sus noticias en línea, en vez de hacerlo de la radio o la televisión, creyera en teorías conspirativas y no siguiera los lineamientos de salud pública. “Es un patrón estadísticamente significativo que podemos observar en un muestreo grande”.
Un internista de Nueva York atendió en mayo a un paciente que vomitaba por haber tomado una mezcla de cloro como parte de una cura falsa contra el virus que había encontrado en YouTube.
Las redes sociales no están controlando efectivamente la información falsa. Y, en realidad, estos temas son la gasolina que mueve el motor de las redes sociales: los algoritmos. La respuesta de Facebook:
Las redes dicen que están controlando la información falsa, pero no es suficiente: “Hemos sido agresivos al momento de eliminar aseveraciones falsas y perjudiciales, y de dirigir a la gente hacia información acreditada”, aseguró Facebook en un comunicado. La empresa, la cual sostuvo una llamada con médicos en junio para conocer sus inquietudes, dijo que había eliminado más de siete millones de artículos de desinformación sobre el virus y había agregado etiquetas de advertencia a millones más.
YouTube:
YouTube señaló que estaba “comprometida con proporcionar información útil y oportuna sobre la COVID-19” y había eliminado más de 200.000 videos engañosos o peligrosos.
El artículo se concentró en Estados Unidos y Reino Unido. Pero no tocó ni por encima las cadenas de Whatsapp (propiedad de Facebook, no lo olviden) tan populares en Latinoamérica que se envían todos los días llenas de información falsa y remedios homeopáticos que prometen curar y proteger a la gente del coronavirus. Lee el artículo completo en The New York Times en español.
¿Qué se puede hacer?
Es probable que si encuentras un debate con información falsa sobre el coronavirus, tu primer impulso sea intentar refutarlos con los datos científicos. Detente. No lo hagas. Al contestarle solo ayudarás a que el algoritmo de las redes sociales lo promocione y alcance a más persona que piensan exactamente igual. No participes en esos comentarios ni debates. Mejor prepara una publicación a parte que explique los peligros de la información falsa. Si estás con tu familia o amigos, no inicies debates estériles. Mejor intenta escuchar las preocupaciones y miedos de las personas sobre el coronavirus y luego explica, con ejemplos, cómo la ciencia nos ha ayudado a afrontar las pandemia en el pasado y cómo hemos salido adelante.