Jenny Taitz en The New York Times:
Parte de mi trabajo como terapeuta consiste en enseñar a la gente a manejar sus emociones. Y como les digo a mis pacientes, es posible honrar las fuentes legítimas de dolor y aun así reconocer que los momentos luminosos mejoran nuestro bienestar.
Cómo hacerlo:
Para aumentar tu sensibilidad a la recompensa, puedes probar un ejercicio basado en los planes de tratamiento de estos estudios. Conviértelo en una práctica diaria durante el tiempo que te resulte útil, pero comprométete a hacerlo al menos durante una semana.
Empieza por planificar una actividad al día que te haga feliz o te dé una sensación de logro. Así será menos probable que pospongas las experiencias positivas. Sé realista: puede ser algo tan pequeño como comer un bocadillo favorito, leer unas cuantas páginas de una novela o hablar por FaceTime con un amigo o amiga.
Después de disfrutar ese momento cotidiano, cierra los ojos y di en voz alta, en tiempo presente, dónde y cuándo experimentaste la mayor alegría. Fíjate en los detalles y las sensaciones físicas, como la brisa que te refresca el rostro mientras brilla el sol. Quizás todo esto suene cursi, pero no hay que pasar por alto los detalles, advirtió Meuret. La idea no es solo recordar cómo te sentiste, sino amplificarlo y revivirlo.
Los psicólogos llaman “saborear” al proceso de identificar las emociones positivas y sumergirse en ellas.
“Cultivar el resplandor de las emociones positivas”, en palabras de LaFreniere, refuerza el recuerdo de estas e incrementa la motivación para buscarlas en el futuro. Saborear también ayuda a contrarrestar la tendencia, tan humana, a enfocarse y recordar los aspectos negativos de algo: alguien que llegó 15 minutos tarde, algo que desearías no haber dicho.
Los terapeutas conductuales sabemos que la planificación de actividades de disfrute es importante para mejorar la calidad de vida de nuestros pacientes, pero este artículo incluye un componente que no conocía “saborear el momento”. Me parece muy interesante para usarlo en consulta.
Por último: me encantó la frase de (…) “es posible honrar las fuentes legítimas de dolor y aun así reconocer que los momentos luminosos mejoran nuestro bienestar.” Creo que esas lineas resumen nuestro trabajo.