Todos estamos familiarizados con el principio de igualdad, consagrado universalmente en la mayoría de las legislaciones y en los tratados internacionales que vinculan a sus Estados Miembros. A modo de ejemplo, la Declaración Universal de Derechos Humanos, en su artículo 23, sostiene que toda persona tiene derecho al trabajo, en condiciones equitativas y satisfactorias con igual salario por trabajo igual. También establece que toda persona que trabaja tiene derecho a una remuneración equitativa y satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera otros medios de protección social (en el mismo sentido, el artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; artículo 5.e.i de la Convención sobre la Eliminación de la Discriminación Racial; entre tantos otros).
Un estudio de la Universidad Carlos III de Madrid (UC3M) que analiza la relación entre la felicidad y la renta laboral, encontró que una de las claves para ser feliz en el trabajo es ganar mucho dinero, pero igual de importante, sino más, es que el salario no sea inferior al de nuestro grupo de referencia, es decir, los compañeros con los que nos comparamos.
El estudio, publicado por el profesor del departamento de Economía de la UC3M, Eduardo Pérez Asenjo, en el Journal of Population Economics, revela que la renta relativa afecta a nuestra felicidad y nuestra oferta de trabajo. En resumen: si las personas con las que me comparo ganan más que yo, seré más infeliz y trabajaré más. “Esto confirma la hipótesis de lo que percibía pero no de lo que me gustaría – comenta el autor de la investigación -. Me parece más sano no compararse con lo que ganan los demás y me parecería ‘mejor’ que eso no afectara a nuestra felicidad”, opina.
Este hallazgo encuentra aplicaciones en la gestión
laboral o de recursos humanos
en las empresas
En su análisis ha encontrado que si la renta de un individuo es menor a la renta de su grupo de referencia, trabajará más horas. ¿A qué se debe este efecto? “La explicación más probable son las comparaciones sociales, aunque también podría deberse a que si los que me rodean ganan más que yo, eso puede darme información de que si yo me esfuerzo acabaré ganando tanto como ellos”, explica el profesor Pérez Asenjo, que también trabaja en el Banco de España. La explicación que se deriva del análisis empírico es la primera. De esta forma, el efecto de la renta de los otros sobre mi felicidad es negativo, porque me comparo con ellos y me hace infeliz ganar menos que ellos y así trabajo más horas para ganar lo mismo o más que ellos, sostiene.
Este hallazgo encuentra aplicaciones en la gestión laboral o de recursos humanos de las empresas. “Puede ser un criterio relevante a la hora de fijar las condiciones salariales en una compañía el tener en cuenta que a un trabajador no sólo le importa lo que gana él, sino lo que ganan los que le rodean”, comenta el investigador, que tiene la percepción de que un trabajador feliz rinde mucho más que otro infeliz. “Mi opinión personal es que no se tiene demasiado en cuenta la felicidad en el entorno laboral, desde la perspectiva de la empresa”, concluye.
Esta línea de investigación presenta muchos retos y aspectos en los que profundizar: ¿cómo se forman los grupos de referencia? ¿los efectos de la renta relativa sobre la felicidad varían con la renta? ¿o con la edad? La hipótesis de este investigador, todavía por comprobar, es que paradójicamente cuánto más rico eres, más te importa la comparación con los demás y superarles. “Si sólo importara la cantidad absoluta de dinero que uno gana, a partir de un nivel muy alto se podría dejar de trabajar, pero no ocurre así y yo creo que una razón detrás de eso son las comparaciones sociales”, plantea.
Fuentes: Universidad Carlos III de Madrid. Oficina de información científica.
Science Daily.