Un nuevo estudio, realizado en los Países Bajos, buscó probar hipótesis prominentes en la literatura que relacionan la estructura cerebral con la experiencia religiosa a través de un trabajo metodológicamente poderoso (o sea, con un buen tamaño de muestra) y robusto sobre la religiosidad y las diferencias entre estructuras cerebrales.
Los autores resaltan que investigaciones previas están plagadas de inconsistencias metodológicas: muestras pequeñas, tests no validados y confusión conceptual con relación a las estructuras que están siendo medidas.
El objetivo de la investigación fue establecer la relación que existe entre la religiosidad y las diferencias en las estructuras cerebrales con datos que sean obtenidos a través del rigor estadístico y metodológico. La esperanza de los científicos es establecer un nuevo estándar para futuros estudios.
Tres teorías fueron puestas a prueba
La primera de ellas dice que la corteza orbitofrontal ha sido implicada en la religiosidad por su rol en el monitoreo del error. La teoría es que las personas religiosas sufren una discapacidad en este área cerebral, lo que les lleva a aceptar doctrinas religiosas. Resultados previos han sido variados, algunos han encontrado que la corteza orbitofrontal es reducida y otros que está agrandada.
La siguiente teoría puesta sobre la mesa dice que habría una atrofia o disfunción en el lóbulo temporal que se asociaría con mayor religiosidad, percepción de comunicación con Dios y experiencias religiosas que cambian la vida. Los científicos probaron si los aspectos experienciales de la religión se relacionaron con un volumen reducido en las regiones temporales, incluido el hipocampo.
Por último, el equipo tomó la teoría de que existen diferencias estructurales en el lóbulo parietal superior e inferior que se relacionarían con la probabilidad de experiencias místicas; esta teoría se basa en que se ha observado que un flujo reducido de sangre en el lóbulo parietal superior se relaciona a “experiencias de unidad absoluta” durante la meditación.
¿Cómo se realizó el estudio?
Se utilizaron los datos de 211 personas, quienes respondieron a una serie de preguntas sobre la religiosidad y las experiencias religiosas. Luego se sometieron a escaneos cerebrales de las zonas de interés. Los escáneres dividieron el cerebro en píxeles de 3 dimensiones que luego permitirían comparaciones entre sujetos para una región particular.
Esta metodología tuvo el beneficio de proveer una buena prueba de confirmación de hipótesis además de ser una manera simple de cuantificar las diferencias cerebrales.
¿Qué encontraron?
Los científicos no encontraron relación entre las diferencias en la estructura cerebral y los autorreportes de religiosidad o experiencias místicas, tanto al usar análisis de zonas cerebrales de interés como al analizar el cerebro completo.
Continúa el debate sobre cuál es el mejor método para estudiar la religiosidad neurológicamente. El equipo de investigadores recomendó que en el futuro se renuncie a este tipo de análisis y se centren en enfoques funcionales y multivariados.
Referencia del estudio: van Elk, M. & Snoek, L. (2019), The relationship between individual differences in gray matter volume and religiosity and mystical experiences: A preregistered voxel-based morphometry study. European Journal of Neuroscience, Volume 51, Issue 3. Doi: https://doi.org/10.1111/ejn.14563
Fuente: Psypost