Todos hemos hecho alguna estupidez. Algunos con mayor frecuencia que otros, pero de ella no nos salvamos. Es una de esas conductas fáciles de detectar pero difíciles de definir.
Guido Corradi en Rasgo Latente, nos explica con sencillez y precisión los descubrimientos de una muy interesante investigación de Balazs Aczel, et al (2015) para la revista Intelligence, que nos ofrece una definición de la conducta estúpida y los componentes que la caracterizan.
La estupidez, en líneas generales, es cualquier comportamiento que se desvía de la expectativas que uno tiene (por lo que puede variar la percepción de algo como una estupidez). Estos comportamientos tienen consecuencias negativas (habitualmente para uno mismo). Realmente es más fácil identificar la estupidez que definirla, por eso pongamos un ejemplo reciente del que fui testigo: “Dijo que sabía cambiar él la rueda del coche y no tenía ni idea el muy estúpido. Al final tuvo que llamar a la grúa igualmente y nos hizo tener que esperar el doble. ¡Se lo dije!”. Es curioso que hasta ahora no ha habido ningún intento de medir la estupidez personal de cada individuo, pero tenemos fe en que el estudio del que vamos a hablar abra las vías del conocimiento para que se desarrollen herramientas fiables y válidas para su evaluación tan necesaria en ocasiones.
Sobre la investigación:
Se lleva a cabo la evaluación: se pide a los participantes (154 húngaros) que evalúen las historias contestando una batería de preguntas para cada una. Estas preguntas sirven para que los participantes evalúen si la acción es estúpida o no, la responsabilidad que tiene el protagonista de la historia, la gravedad de las consecuencias, la comicidad de las mismas y seleccionar de una lista los factores psicológicos implicados –a su parecer– en la historieta. Así, con las valoraciones de las historias se puede llevar a cabo un análisis de datos para extraer los factores psicológicos compartidos en mayor medida por todas las historias.
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