Cuando quedé embarazada con 29 años yo sabía muy poco de bebés. Como solemos hacer las primerizas comencé a informarme masivamente. Hice el curso de preparación al parto. Dí a luz un bebé de 37 semanas, el más bonito de la tierra para mí. Me sentía la mujer más feliz del mundo. Aunque pronto llegaron las dificultades. Nos costó la lactancia, a los dos, que eramos inexpertos. Con mi segundo hijo fué mucho más fácil. Ya era casi una experta.
nacer es un tránsito difícil y duro para el bebé
En seguida me dí cuenta de que nacer es un tránsito difícil y duro para el bebé. Yo, como primípara, tuve que empujar mucho. Él, como primogénito, tuvo que abrirse paso milímetro a milímetro en el canal de parto. Cuando salió estaba bastante amoratado, con los ojos cerrados, no lloró. En seguida se lo llevaron al lado a hacerle el test de Apgar y las comprobaciones pertinentes. Yo pregunté asustada si estaba bien. Todo perfecto y ya lo escuché llorar y me tranquilicé. En los días siguientes fuí consciente de cómo mi hijo había pasado de su medio acuático, fabuloso, protegido, al medio aéreo, donde sentía frío y calor y donde todo lo tenía que aprender a hacer por si mismo. Comer, respirar, poner en marcha todo el sistema digestivo, manifestar su malestar y su alegría, aprender a mirar, a escuchar, a relacionarse con el entorno. En esos meses lo que menos entendía era cómo nadie me había hablado de esta parte. Ni el médico, ni las matronas, ni otras madres. NADIE. Me considero una afortunada porque pude vivir toda esta etapa con muchísimo placer e intensidad, a pesar de las dificultades, esas que nadie, inexplicablemente, me contó ni leí. Pero sé que hay muchas madres primerizas y muchos bebés recién nacidos que lo pasan mal.
Durante los primeros meses el bebé necesita sobre
todo dos cosas: la leche de su madre
y muchas caricias.
Cada día se sabe más de estas primeras etapas de nuestra vida. Incluso ya sabemos que podemos realizar actividades de estimulación en la vida intrauterina del bebé, como cantarle, ponerle música, hablarlo. Esta estimulación es positiva pues produce sensaciones placenteras en el bebé intrauterino que favorecen su desarrollo. Sabemos que durante los dos primeros años de vida el cerebro del bebé va a crecer desde los 350 gr hasta los 1.300 gr. Después cuando tenga ya 20 años, su cerebro pesará unos 1.450 gr. Es decir, de los 0 a los 24 meses el cerebro del bebé va a multiplicar su peso casi 4 veces gracias a las nuevas conexiones que sus neuronas están haciendo cada día. El bebé viene dotado con sus instintos primarios que le posibilitan la supervivencia, como el reflejo de succión. Gracias a ellos y a su cuidadora principal, generalmente la madre, va desarrollándose. Cuanto mejor atendido, cuidado y estimulado esté, mayor número de conexiones estarán haciendo sus neuronas y mejor se estará produciendo la mielinización de los axones. La mielina es un recubrimiento de grasas y proteínas que aumenta la velocidad de transmisión de la información entre las neuronas. También es la época de plena producción de neurotransmisores. Durante los primeros meses el bebé necesita sobre todo dos cosas: la leche de su madre y muchas caricias.
La estimulación temprana, estimulación precoz o atención temprana es un grupo de técnicas que sirven para desarrollar todo el potencial de los bebés desde su nacimiento y para que sean más felices. Entre las actividades que se realizan está el masaje infantil, la estimulación visual, auditiva, cinestésica, táctil, la digitopuntura, cantar al bebé, hablarlo de forma suave y amorosa, bailar con el bebé.
Invertir sobre todo en los más pequeños para sentar
una base segura, sólida y positiva
en los adultos del futuro.
Uno de los objetivos más importantes de los talleres con bebés es que éstos se relacionen con otros bebés y asimismo las madres y padres de los diferentes bebés. La llegada del bebé al hogar origina una multitud de cambios en cada uno de los miembros de la pareja y en la pareja como unidad. Fomentar un espacio de intercambio de experiencias es beneficioso. El bienestar de los cuidadores del bebé, fundamentalmente de la madre, es clave en la calidad de la interacción con el bebé. La madre necesita apoyo y cuidados también para asi poder dár lo mejor a su bebé y a pesar de las dificultades, poder realzar el proceso de vinculación con amor y respeto a la personalidad de su hij@.
Estos talleres DEBERÍAN formar parte de nuestro sistema de salud nacional y público. No entiendo porque si de verdad quieren prevenir la salud de la población, el estado no se dedica a generalizar talleres de estimulación temprana y crianza natural para el bebé. Para todos los bebés recién nacidos. Existen pruebas científicas que lo justifican sobradamente. Invertir sobre todo en los más pequeños para sentar una base segura, sólida y positiva en los adultos del futuro.
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