Adam Gopnik para The New York Times:
El logro es la finalización de la tarea impuesta desde fuera; la recompensa suele ser un camino hacia el siguiente logro. La realización es el punto final de una actividad absorbente que hemos elegido, cuya recompensa es la repentina sensación de plenitud, el sentimiento de felicidad que solo aparece como resultado de sumergirse en algo externo a nosotros.
Nuestro mundo social a menudo conspira para menospreciar la realización en favor del logro derivado de la repetición. Toda nuestra observación nos dice que los jóvenes, en particular, son empujados sin cesar hacia el siguiente examen, o hacia ingresar a la “mejor” escuela secundaria, preparatoria o universidad que puedan. Inventamos pruebas de rendimiento diseñadas para ser completamente inmunes al entrenamiento y, por lo tanto, tenemos entrenadores cada vez más caros a fin de que superemos la prueba de rendimiento para la cual no es posible prepararse (aquellos que no pueden costear estos lujos simplemente quedan fuera de la jugada). Conducimos a estos jóvenes hacia el logro, hacia tareas que solo conducen a otras tareas, hacia algo parecido no tanto a una carrera de locos, sino a un laberinto de locos, con otro trago de agua azucarada esperando a la vuelta de la esquina, pero el camino hacia el centro —o la finalidad de todo ello— nunca queda claro.