La depresión es una de las condiciones clínicas más ampliamente reconocidas por sus fuertes repercusiones en la salud pública, la economía y la calidad de vida. En los últimos años las investigaciones se han preocupado por encontrar y aplicar tratamientos efectivos, pero también han dedicado mucha energía a la búsqueda de nuevos enfoques de prevención. Una reciente investigación realizada en Finlandia sugiere que la dieta y los factores de estilos de vida podrían ser las alternativas preventivas.
Una dieta saludable podría ayudar a reducir el riesgo de sufrir de depresión severa, también se encontró que la pérdida de peso en el contexto de una intervención del estilo de vida se asoció con una reducción de los síntomas depresivos. Este fue el descubrimiento de una nueva investigación prospectiva realizada por Anu Ruusunen, investigadora de la Universidad de Finlandia del Este. Según el autora estos hallazgos refuerzan la hipótesis de que una dieta sana podría tener el potencial para prevenir la depresión (Descarga el estudio completo en PDF).
La investigación se basó en la población del estudio Kuopio Ischaemic Heart Disease Risk Factor (KIHD), compuesta por 2000 sujetos finlandeses mayores y de mediana edad que fueron seguidos durante un promedio de 13 a 20 años. Su dieta se evaluó por medio de registros de alimentación y cuestionarios de frecuencia alimentaria y la información sobre los casos de depresión se obtuvo a través del Registro Nacional de Hospitales de Finlandia. Una dieta sana podría tener el potencial para prevenir la depresión.
Los efectos de la intervención de estilo de vida sobre los síntomas depresivos fueron investigados en el Finnish Diabetes Prevention Study (DPS), con 140 hombres y mujeres de mediana edad que fueron aleatorizados para ser parte del control de intervención y el grupo control.
Específicamente, la investigación encontró que una dieta caracterizada por vegetales, frutas, bayas, granos, aves, pescados y quesos bajos en grasa se asoció con una menor prevalencia de síntomas depresivos y un menor riesgo de depresión durante el periodo de seguimiento. Un aumento de la ingesta de ácido fólico también se asoció con un menor riesgo de depresión. Así mismo, se encontró que la participación en una intervención de tres años para el cambio del estilo de vida mejoró las puntuaciones de depresión. Por otra parte, una reducción en el peso corporal se asoció con una mayor reducción de los síntomas depresivos.
La adherencia a una dieta poco saludable, caracterizada por un alto consumo de salchichas, carnes procesadas, postres y bebidas azucaradas, alimentos facturados, papas fritas o al horno, se asociaron con un incremento en la prevalencia de los síntomas depresivos.
Otro dato interesante es que, contrariamente a las observaciones previas, no se encontró una correlación entre la depresión y el consumo de vitamina B12, las concentraciones séricas de n-3 PUFAs, la relación de suero n-6 y n-3 PUFAs y el consumo de té y cafeína.