La cantidad de grasa corporal (adiposidad) podría afectar la memoria de trabajo a través de la actividad inflamatoria que alteraría la actividad neuronal dentro de una región del cerebro que sustenta el desempeño de la memoria de trabajo, es decir, la corteza prefrontal dorsolateral (Shields et al., 2021).
Por otro lado, la memoria de trabajo es vital para la autorregulación, posibilita que tengamos presentes nuestras metas y el mantenerlas cuando enfrentamos tentación o distracción. En el contexto de la conducta alimentaria y la adiposidad, la memoria de trabajo podría facilitar el mantenimiento mental de los objetivos de salud y reducir el deseo de hábitos alimentarios poco saludables. Por este medio, la memoria de trabajo afectaría la actividad inflamatoria a través de sus efectos sobre el peso. Los investigadores encontraron que estos factores podrían inducir un círculo vicioso con el tiempo.
Qué metodología usaron
El equipo evaluó las relaciones longitudinales entre la adiposidad, la actividad inflamatoria y la memoria de trabajo en una muestra de 8536 niños que participaron en el Estudio longitudinal de Avon sobre padres e hijos en el Reino Unido. La adiposidad se cuantificó a través de la masa grasa y se midió a las edades de nueve y 15,5 años. La actividad inflamatoria se indexó a través de los niveles de proteína C reactiva (PCR) en muestras de sangre a las edades de nueve y 15,5 años.
La memoria de trabajo se evaluó a través de una versión computarizada de una tarea de contar intérvalos. Esta tarea implicaba ver puntos rojos y azules sobre un fondo blanco y contar el número de puntos rojos en voz alta. La primera serie constaba de dos ensayos, mientras que la última serie constaba de cinco. Después de cada serie, se pidió a los participantes que informaran el número de puntos rojos que habían contado en cada ensayo, en el orden correcto de presentación.
Qué encontraron
A los nueve años de edad, una mayor adiposidad (o masa grasa) predijo una memoria de trabajo más pobre a los 10 años, a través de una mayor actividad inflamatoria (o niveles de PCR) a los nueve años. Además, una memoria de trabajo deficiente a los 10 años predijo mayor actividad inflamatoria a los 15,5 años, a través de una mayor adiposidad a los 15,5 años. El control de las características demográficas como el género, la etnia o el nivel socioeconómico no afectó los resultados.
Estos hallazgos sugieren que la adiposidad, la actividad inflamatoria y la memoria de trabajo pueden amplificarse mutuamente con el tiempo.
Los autores señalan algunas limitaciones potenciales: dado que los datos eran correlacionales, no se puede inferir la causalidad. Además, debido a que los datos analizados no contenían todas las medidas en tres o más puntos de tiempo, no se pudieron aplicar modelos longitudinales más sofisticados. Por otro lado, la memoria de trabajo solo se midió en un momento determinado, por lo que los investigadores no pudieron abordar los cambios producidos en ella.
De manera relacionada, no se recopiló información sobre otras funciones cognitivas que podrían ser relevantes para la obesidad (como el control inhibitorio) y, por lo tanto, no se pudo examinar en relación con la obesidad. Finalmente, los niveles de PCR y la masa grasa se midieron en los mismos puntos de tiempo, evitando inferencias sobre el orden temporal de estas variables.
Referencia bibliográfica: Shields, G. S., Deer, L. K., Hastings, P. D., & Hostinar, C. E. (2021). Adiposity, Inflammation, and Working Memory: Evidence for a Vicious Cycle. Brain, Behavior, & Immunity – Health, 13. https://doi.org/10.1016/j.bbih.2021.100202
Fuente: Psypost