Un ensayo clínico de padres (Poppa et al., 2019; «Website», s. f.) incluyó un estudio que se utilizó imágenes de resonancia magnética funcional (IRMf) para estudiar la actividad cerebral asociada con el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y los trastornos por abusos de sustancias. La investigación fue especialmente sensible a la situación de las mujeres que padecen estos trastornos y que “ingresan al tratamiento con comorbilidades médicas más complejas en comparación con los hombres, incluso debido a traumas interpersonales y sexuales,” explicó la autora Tasha Poppa, candidata doctoral en la Universidad del Sur de California.
Los investigadores analizaron la actividad cerebral de 43 mujeres que habían ingresado recientemente en un programa de abuso de sustancias. Catorce de estas mujeres habían recibido un diagnóstico de TEPT.
Durante la exploración del cerebro, las participantes alternaron entre dirigir su atención hacia la sensación de respiración y enfocar su atención en un objetivo externo. La atención fue de particular interés porque el programa de abuso de sustancias se basó en prácticas de meditación mindfulness.
Poppa y sus colegas observaron una conectividad reducida en una red cerebral relacionada con la atención en mujeres con TEPT en comparación con aquellas sin TEPT. En particular, las mujeres con TEPT mostraron una conectividad funcional reducida entre la corteza orbitofrontal y el precúneo, la ínsula media posterior, la corteza prefrontal lateral y la circunvolución angular.
Independientemente de los diagnósticos de TEPT, la exposición a la violencia sexual también se asoció independientemente con reducciones similares en la conectividad en esta red cerebral.
Los resultados indican que las mujeres con TEPT y trastornos por abuso de sustancias “pueden tener más dificultades para recurrir a los recursos interoceptivos y de atención que pueden apoyar la regulación emocional en el contexto de las prácticas de atención plena,” dijeron los investigadores (Poppa et al., 2019).
“Estos hallazgos se suman a un conjunto de evidencia que el trauma cambia de manera duradera cómo funcionan nuestros cerebros. Además, dada la alta concurrencia de traumas y trastornos por abuso de sustancias, comprender estos cambios cerebrales puede tener un papel en la mejora de los resultados del tratamiento,” dijo Poppa.
Limitaciones del estudio
Esta investigación contó con una muestra bastante limitada. Y dado que este es el primer estudio que analiza la cuestión de la comorbilidad del TEPT en una población femenina con trastornos por abuso de sustancias, es importante replicar los hallazgos en estudios más amplios.
“Una advertencia relacionada con la reproducibilidad es que los hallazgos surgen en el contexto de una tarea conductual particular en la que se pide a los participantes que atiendan las sensaciones corporales asociadas con la respiración, por lo que no está claro si estos patrones cerebrales surgirían en otra tarea o en contextos ‘libres de tareas’,” señaló Poppa.
Referencias:
Poppa, T., Droutman, V., Amaro, H., Black, D., Arnaudova, I., & Monterosso, J. (2019). Sexual trauma history is associated with reduced orbitofrontal network strength in substance-dependent women. NeuroImage. Clinical, 24, 101973. https://doi.org/10.1016/j.nicl.2019.101973
Website. (s. f.). Recuperado 26 de septiembre de 2019, de https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0005796719301238
Fuente: PsyPost