Para los padres resulta claro que el hecho de que sus hijos pequeños pierdan una siesta significa que estarán de mal humor y fuera de sí, pero los científicos que estudian el sueño dicen que casi nada se sabe acerca de cómo la siesta (sueño durante el día) afecta las habilidades de afrontamiento y el aprendizaje de los niños.
Ahora, la neurocientífica Rebecca Spencer de la Universidad de Massachusetts Amherst, ha recibido un contrato de cinco años, con una subvención de Us$ 2 millones del National Heart, Lung and Blood Institute (Instituto Nacional del Corazón, Pulmones y Sangre) para avanzar significativamente en el conocimiento acerca de cómo las siestas y el dormir afectan la memoria, el comportamiento y las emociones en niños de edad preescolar.
Asistir a los jardines de infantes tiene beneficios para la
salud física, la estabilidad emocional y la calidad de vida
Spencer dice que con una creciente presión en algunos distritos escolares para eliminar las siestas, “creemos que es importante estudiarlo y conocer su valor con mayor precisión. Hay una sensación entre algunos educadores de que los niños tienen que ‘superar’ la siesta en la preparación para el jardín de infantes , pero esto podría no ser bueno. Hay alguna evidencia en adultos jóvenes y en niños mayores de que las siestas son beneficiosas. Así que sospecho que tiene beneficios para los niños más pequeños también. Tenemos que saber si mantener las siestas en las escuelas es importante”.
Asistir a los jardines de infantes tiene beneficios para la salud física, la estabilidad emocional y la calidad de vida, señala Spencer, y en los Estados Unidos, el 70% de los niños de 4 y 5 años asisten. Existe una tendencia actual hacia la incorporación de nuevos planes de estudios de preescolar, tales como mensajes anti-bullying y lecciones sobre cómo cepillarse los dientes. Si el sueño protege y mejora el aprendizaje físico y emocional en niños pequeños como en niños mayores, quitar la siesta podría socavar esos esfuerzos, añade Spencer.
“En este momento, no hay nada para apoyar a los maestros que sienten que las siestas pueden ayudar realmente a los niños, no hay ciencia concreta detrás de eso”, dice la neurocientífica. “Pero si el sueño va a mejorar todos estos beneficios de asistir al preescolar, tenemos que saberlo”.
Durante los próximos cinco años, Spencer y sus estudiantes graduados esperan estudiar cerca de 480 preescolares de entre 3 y 5 años de edad, niños y niñas en comunidades diversas a través del oeste de Massachusetts. La investigación incluirá estudios de memoria basadas en hechos y emociones, con y sin dormir la siesta, mediciones de los niveles de actividad física e informes de los padres sobre el sueño de sus hijos durante la noche, para saber cómo la experiencia en el aula interactúa con el sueño y la actividad física, y si el sueño diurno contribuye al aprendizaje. La investigación también explorará la relación entre el sueño y los trastornos del comportamiento.
“Creo que vamos a tener una gran cantidad de datos para examinar el sueño, la actividad física y el comportamiento del niño”, dice Spencer. “Creemos que el beneficio de la siesta va a ser especialmente útil para los niños que no duermen de forma óptima durante la noche. La cultura juega un papel importante sobre quedarse despiertos hasta tarde, y algunos niños viven en barrios urbanos ruidosos. Si es que podemos ayudarlos con una siesta, queremos saberlo “.
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