La pandemia nos ha puesto en una situación única y sin precedentes. Definitivamente representan un desafío complejo que no sabemos muy bien cómo manejar.
Tal vez los datos más útiles con los que contamos por ahora provienen de un gran cuerpo de estudios sobre respuestas y consecuencias psicológicas y conductuales en desastres. Entre los hallazgos encontramos que:
1. Las redes sociales podrías aumentar la ansiedad más que los medios tradicionales
Luego de la emergencia por el virus Zika en 2016, Chan, Winneg, Hawkins, Farhadloo, Hall Jamieson y Albarracín (2018) investigaron los efectos de los medios en la percepción de riesgo y conductas relacionadas al Zika en Estados Unidos. Leer sobre el tema en redes sociales se correlacionó con un mayor nivel de percepción de riesgo. Por otro lado, los medios tradicionales se correlacionaron con comportamiento protector, aunque dicho vínculo se observaba mayormente en poblaciones vulnerables.
Sin embargo, el psicólogo Paul Slovic opina que en esta pandemia el bombardeo constante de información en medios tradicionales es distinto y ese volumen de noticias puede ser un problema.
2. Demasiada exposición a los medios de cualquier tipo puede afectar la salud mental
La cantidad de tiempo que nos exponemos a los medios también importa. Holman, Garfin y Cohen Silver (2013) evaluaron si la exposición repetida a los medios durante el bombardeo del maratón de Boston se vinculaba con estrés agudo, comparado con el impacto de la exposición directa (es decir los que estuvieron en o cerca del bombardeo). Los resultados indicaron que la repetida exposición en los medios resultaba en un estrés agudo más alto que la exposición directa.
Por otro lado, durante la crisis por Ebola en 2014 (que recibió atención sin precedentes en Estados Unidos), Thompson, Garfin, Holman y Cohen Silver (2017) examinaron correlaciones teóricamente derivadas de la respuesta psicológica a la crisis, incluida la exposición a los medios relacionada con el Ébola, antecedentes previos de salud mental y la respuesta al estrés ante un trauma colectivo anterior reciente (el bombardeo antes mencionado). El estrés agudo sufrido durante el bombardeo, sumado a la exposición a noticias sobre Ebola aumentaban las preocupaciones de contraer Ebola. Y la exposición a los medios durante dicha crisis de salud pública se asociaba a efectos psicológicos negativos incluso en personas con bajo riesgo de contraer Ebola.
Es decir que es sabio seguir los consejos sobre consultar fuentes confiables y ser conscientes de la cantidad de tiempo que le dedicamos a las noticias sobre el Covid-19.
3. Buscar información confiable es importante
La mayoría de las personas son buenas evaluando riesgos cuando la información es certera y efectiva, concluye una investigación realizada por Fishhoff, Wong-Parodi, Garfin y Holman (2017) luego de la crisis de salud pública por Ebola. Además, las personas prefieren que la información sea transmitida de forma honesta y precisa, aunque preocupe a la gente.
4. La falta de control alimenta el estrés
Slovic escribe: “Juzgamos el riesgo por nuestros sentimientos más que por la observación de datos y estadísticas y evidencia.”
El miedo puede aumentar nuestra percepción de riesgo y, según Slovic (2006), ciertos factores pueden incrementar el miedo: una nueva amenaza, cuando percibimos poco control sobre la amenaza y cuando hay una sensación de pavor (como la exposición a historias alarmantes de enfermedad y muerte).
La pandemia actual tiene todos los ingredientes necesarios para hacer que nuestra alarma suene. Esto de ninguna manera significa que estemos exagerando. Lo sucedido en países como Italia nos muestra la rapidez con la que podríamos entrar en crisis, no tenemos una idea de qué pasará y es apropiado preocuparse ahora, dice Slovic.
5. Gestionar el estrés pronto podría prevenir problemas a largo plazo
Una revisión sistemática encontró que las personas que experimentaron estrés agudo luego de un evento traumático eran más propensas a presentar ciertos problemas de salud mental y física a largo plazo. Entre ellos: salud física deteriorada, mayor dolor y discapacidad, menor calidad de vida e incremento en el riesgo de mortalidad, depresión, ansiedad y conflictos familiares (Garfin, Thompson y Holman, 2018).
6. Las necesidades de los trabajadores de salud
El brote de SARS en 2003 se asoció a estrés a largo plazo en trabajadores de la salud (Maunder, Leszcz, Savage, Adam, Peladeau, Romano, Rose y Schulman, 2008). Dichos autores recomiendan mejorar la resiliencia en este valioso grupo de trabajadores, con programas terapéuticos como los de evaluación de estrés y afrontamiento descritas por Folkman y Greer (2000) y utilizando principios de Primeros Auxilios Psicológicos.
7. La cuarentena y el aislamiento podrían incrementar resultados negativos
Algunos de los efectos psicológicos reportados incluyen síntomas de TEPT, confusión y enojo (Brooks, Webster, Smith, Woodland, Wessely, Greenberg y Rubin, 2020). Los autores recomiendan que los gobiernos reduzcan la cuarentena tanto como se pueda, provean información clara y fundamentada sobre protocolos a seguir y se aseguren de que las personas en cuarentena tengan los suministros necesarios.
En cuanto a los niños y niñas, sus madres y padres cumplirán un rol clave durante el distanciamiento físico, siendo la fuente más cercana para buscar ayuda. Facilitar la comunicación, modelar conductas saludables, utilizar habilidades de crianza efectivas, monitorear el desempeño y comportamiento, respetar la identidad y necesidades de niñas y niños, ayudarles a desarrollar habilidades de autodisciplina, conversar sobre noticias e información que puedan causar temor, mejorar la interacción familiar, mejorar habilidades de autosuficiencia y aumentar la cantidad de actividades familiares, son algunas de las cosas que los padres y madres pueden tener en cuenta para dar apoyo a sus hijos (The Lancet, 2020).