El acoso escolar ha existido mucho antes de que existieran las redes sociales y se potencializara el bullying cibernético y la divulgación de casos de intimidación en las escuelas. Tristemente, nunca hemos estado como sociedad tan cerca de comprender el daño que estas conductas ocasionan tanto en las víctimas como en los victimarios, y ojalá tampoco estemos tan lejos de entender que el acoso no es parte de la etapa de ser niño o adolescente, que no se trata de un “juego infantil” sino de auténtica violencia.
Luego del último tiroteo en Parkland (Florida), está más que claro que estas expresiones letales de agresión que han dejado ya cientos de muertos en diferentes instituciones escolares dentro y fuera de los Estados Unidos guardan relación directa con la discrimación hacia los grupos minoritarios y la posible pertenencia a pandillas neo-nazis.
Ahora, una investigación realizada por Valerie Earnshaw, profesora de Desarrollo Humano y Ciencias de la Salud, nos habla de cómo las escuelas están haciendo frente a la intimidación entre estudiantes y qué tan cerca están estas intervenciones de ser lo que realmente se necesita para mitigar el problema.
Earnshaw informa que ya está en el proceso de desarrollar nuevas investigaciones basadas en este estudio. Un proyecto se centra específicamente en aumentar la capacidad de los profesionales de la salud escolar para abordar el bullying LGBTQ. Su objetivo es desarrollar una intervención que pueda ayudar a estos profesionales a prevenir, identificar y abordar la intimidación de estudiantes LGBTQ, particularmente de entornos multirraciales y aquellos que se identifican como transgénero.
Earnshaw señala que algunas estrategias ya existentes en las que los estudiantes que no participan en un incidente de acoso, o hablan o intervienen, podrían ser útiles para abordar todas las formas de intimidación. Sin embargo, las estrategias específicas que abordan el estigma, como la reducción de los estereotipos y los prejuicios, pueden ser necesarias para abordar el acoso basado en el estigma.
Perpetradores de violencia armada suelen tener antecedentes de acoso
Nikolas Cruz, autor del tiroteo en la escuela en Parkland, Florida, tenía conexiones con un grupo de supremacía blanca, y otros perpetradores de violencia armada también tuvieron antecedentes de participar en acoso o violencia de género.
Lo que Earnshaw piensa es que puede existir una forma de intervenir a tiempo en estos factores relacionados con la violencia armada: un método para abordar el acoso escolar podría ser un esfuerzo individualizado y concentrado con la víctima o un perpetrador, o podría ser una medida preventiva impuesta a toda una escuela.
Los resultados del estudio de Earnshaw muestran un aumento en las intervenciones para abordar la intimidación basada en el estigma, como la intimidación a jóvenes LGBTQ, jóvenes con sobrepeso y personas con discapacidades. Esto es bueno, porque las autoridades están notando el problema y están implementando programas para abordarlo, pero, fuera de las escuelas, el impulso de la igualdad y los derechos civiles para las personas LGBTQ y el apoyo al matrimonio entre homosexuales parece haber detonado el problema del bullying LGBTQ.
Esto significa que las intervenciones no están distribuidas uniformemente entre los estigmas, y que es necesario implementar intervenciones específicas.
Earnshaw considera que las intervenciones de acoso basadas en el estigma deberían evaluarse más rigurosamente para analizar su funcionamiento y determinar si son la mejor opción.
“En general, el acoso basado en el estigma es un fenómeno complejo que tiene un enfoque de ‘todos a la mano’ para abordarlo”, concluye Earnshaw. “Los estudiantes, profesores, padres, proveedores de servicios de salud, entrenadores, líderes religiosos y legisladores tienen un papel que desempeñar para terminar y mejorar el bienestar de los jóvenes que se ven afectados por él”.
Fuente: Psych Central; Developmental Review