La inteligencia y la felicidad están lejos de guardar una asociación directa positiva a ojos de la opinión popular.
Especialistas en sobredotación como la psicóloga Carmen Sanz Chacón, autora del libro La Maldición de la Inteligencia, es solo una de los tantos expertos que han emitido un juicio de correlación categórico entre una inteligencia elevada y la consecución de múltiples dificultades emocionales y conductuales en la vida diaria a raíz de la incomprensión y el rechazo de las “personas promedio”.
“Los superdotados son diferentes y muy a menudo eso provoca el rechazo de sus compañeros llegando incluso al acoso escolar”, comenta Sanz Chacón en un artículo publicado en su blog El Mundo del Superdotado acerca de los casos de bullying que sufren a menudo los niños con altas capacidades.
La creencia popular es que ser demasiado inteligente puede traer problemas como una dificultad singular para relacionarse con los demás y una tendencia a ser demasiado exigente y perfeccionista, lo cual puede acarrear consecuencias negativas como niveles altos de ansiedad y depresión.
Curiosamente, esta creencia podría no ser del todo cierta… o al menos esto sugiere un estudio publicado en el diario Psychological Medicine.
No se trata solo del CI sino de cómo esto influye en las condiciones socioeconómicas
De acuerdo con la investigación encabezada por la doctora Angela Hassiotis, las personas con un CI (cociente intelectual) elevado podrían estar más cerca de la felicidad que las personas con un CI promedio, una hipótesis que contradice en gran proporción lo que hasta ahora habíamos escuchado decir de muchos intelectuales resignados a la asocialidad a razón de la incomprensión del mundo común.
Un CI alto, sugiere el estudio, se vincula con una mayor sensación de felicidad autopercibida que la reportada por grupos de un CI bajo, no solo por la relación inteligencia-calidad de vida, sino por las implicaciones socioeconómicas que una inteligencia elevada puede acarrear a las personas.
“Lo que vemos es que las personas con un CI bajo tienden a ser menos felices porque tienen más desventajas socioeconómicas, como menores ingresos. Además suele pasar que son menos felices porque necesitan más ayuda en su diario vivir, tienen una salud mental más pobre y reportan más síntomas de angustia psicológica”, explica Hassiotis.
Adicionalmente, Hassiotis hace énfasis en las medidas de intervención que, necesariamente, deberían tomarse para potenciar el desarrollo intelectual de los niños a partir de edades tempranas.
“Hay evidencia de que las estrategias intensivas a largo plazo dirigidas a los niños jóvenes de fondos socialmente privados pueden tener un impacto positivo en el bienestar y las oportunidades de vida. Tales intervenciones tienen probabilidad de ser costosas, pero los costos iniciales pueden ofrecer beneficios futuros como una mejor salud mental y física”.
El estudio se basó en una muestra de individuos con un CI bajo (de entre 70 y 99) y un CI alto (de entre 120 y 129).
Fuente: Psypost; NCBI
1 comentario
Respeto todo lo dicho en el artículo, son personas muy preparadas y no voy a decir que no tienen razón, pero me gustaría dar mi opinión.
El estatus social para mi no tiene nada que ver con la felicidad. La felicidad para mi es un estado de vida, no se busca, porque no está escondida en ninguna parte. Se es o no se es!!!
Hay países “subdesarrollados” que aparentemente las personas son mucho más felices que nosotros. Diría que porque sus objetivos son más alcanzables, tienen tope, que es subsistir cada día, si lo consiguen, son felices, sino, para qué?
Si vivimos en un país hipotecado, ¿podemos ser felices?, algunos habrá, pero el hecho de querer más de lo que necesitamos, no nos ayuda a ser felices.
Gracias por vuestra comprensión.
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