La prevención en la violencia contra los niños debe ser primordial en la agenda de cualquier gobierno. En el artículo anterior “El maltrato infantil destruye a los niños y a nuestra sociedad” nos acercamos a una definición adecuada, a una estadística de cuantos adultos han sufrido algún tipo de maltrato en la infancia, detallamos cuáles son los factores de riesgo y de protección e hicimos especial hincapié en las consecuencias que tiene el maltrato infantil en la vida adulta.
En esta oportunidad, en vez de focalizarnos en las consecuencias, pondremos especial atención a la prevención de la violencia infantil; presentando una guía de siete pasos publicada por la Organización Mundial de la Salud en el año 2016. La guía se llama INSPIRE y es el resultado del trabajo de diez organizaciones que se dedican a la promoción y prevención en dicha temática.
Su visión:
“Es un mundo donde todos los gobiernos, con la activa participación de la sociedad civil y las comunidades, apliquen y vigilen de forma habitual intervenciones dirigidas a prevenir y combatir la violencia contra todos los niños y los adolescentes, y que les ayuden a desarrollar todo su potencial.”
Lo que se lograría con esta visión es poner en agenda política de manera urgente la garantización de los derechos de los niños por parte de las entidades gubernamentales, teniendo tolerancia cero a las formas de maltrato infantil, siendo conscientes de las problemáticas sociales y de presupuesto para el estado que generan las consecuencias de la violencia en la infancia.
Estas estrategias que se presentan a continuación vienen a brindar una solución para las comunidades en donde hay niños maltratados (explotación, abuso sexual, trata de niños, torturas). Reducir la violencia da como resultados futuros reducir la mortalidad y esto debería de ser la prioridad. Es necesario para que realmente funcione como estrategia, la intersectorialidad e interdisciplina desde todos los agentes de la sociedad; y a su vez una vigilancia y evaluación que permita al estado planificar y valorar el impacto de las acciones, para saber qué puntos de las estrategias fortalecer y cuáles funcionan correctamente.
Aplicación y vigilancia del cumplimiento de las leyes
Respetar las leyes y disposiciones legales que reclaman responsabilidades a quienes violan los derechos de los niños ejerciendo conductas violentas o inapropiadas sobre los mismos. También las cuales protegen a los jóvenes del acceso al alcohol, las drogas y las armas.
Normas y valores
Construir socialmente una educación basada en valores y con un enfoque positivo. No solo en las instituciones escolares, sino también en los hogares. Brindar espacios para el diálogo respetuoso y generar experiencias de equidad.
Entornos Seguros
Mantener la seguridad en los espacios públicos para los niños y los adolescentes, principalmente donde se reúnen y realizan diversas actividades en grupos.
Apoyo a los padres y a los cuidadores
Fomentar una práctica de crianza en positivo, dar capacitaciones a padres y a cuidadores sobre formas de crianzas que no impliquen castigos violentos y que permitan un diálogo en la familia. Informar sobre el desarrollo típico de los niños y cuando es necesario brindar ayuda profesional.
Servicios de respuesta y apoyo
Generar espacios desde el estado para poder denunciar situaciones de maltrato, dispositivos para prevención y promoción, espacios de salud y educación públicos en condiciones excelentes para los niños que no pueden acceder de otra forma y servicios de urgencias capacitados para detectar situaciones de violencia.
Educación y aptitudes para la vida
Brindar educación que prepare a los chicos para la vida, que les enseñe sobre género y equidad, que aprendan a enfrentar situaciones difíciles de formas asertivas. Que la educación sea accesible a todos los niños y adolescentes en todas las regiones. Armar programas de promoción y prevención de violencia en las escuelas.
Como conclusión la Organización Mundial de la Salud plantea:
“En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible se hace un llamamiento valiente, ambicioso y claro a eliminar la violencia contra los niños. Se trata de una oportunidad única para catalizar acciones orientadas a construir relaciones y entornos seguros, estables y enriquecedores para los niños. Todos tenemos la capacidad y la responsabilidad de actuar en este sentido. Las siete estrategias y las actividades transversales que forman parte de INSPIRE son el mejor modo de acelerar el avance hacia el fin de la violencia contra los niños. No perdamos tiempo en aplicarlas.”