La historia nos permite conocer cómo han sido tratadas las diferencias de género. Sabemos también que estas cuestiones responden a un factor cultural, puesto que encontramos lugares determinados donde la costumbre del momento avala quizás el completo sometimiento de la mujer y la supremacía del hombre, como a la inversa, es decir culturas matriarcales. Tales situaciones han dado lugar a que los distintos grupos sociales reclamen derechos inherentes a la persona humana, que deben ser repartidos sin diferenciación de sexo. Ello desencadenó en el reconocimiento expreso en distintos documentos nacionales e internacionales de derechos para hombres y mujeres, como en la implementación de medidas de discriminación inversa o positiva en favor del género en situación de vulnerabilidad.
Sin embargo, el trato diferencial basado en cuestiones de género no ha sido completamente erradicado, derivando, en ciertos casos, en situaciones realmente desfavorables para algunos. Una nueva investigación de las Universidades de Georgia y Columbia, publicada en la edición actual de Journal of Human Resources, sugiere que el hecho de que las niñas obtengan mejores calificaciones que los niños (aun cuando ellos se hubieran desempeñado mejor en pruebas estandarizadas) se debe a su comportamiento en el aula.
“La habilidad que más importa en cuanto a cómo los docentes califican a sus estudiantes es a lo que nos referimos como “enfoques hacia el aprendizaje””, dijo Christopher Cornwell, titular de economía en la carrera de Negocios, de la Universidad de Georgia (UGA Terry College of Business) y uno de los autores del estudio. “Se puede pensar en “enfoques hacia el aprendizaje” como una medida aproximada de cuál es la actitud de un niño hacia la escuela: incluye seis items que miden la atención del niño, la persistencia en las tareas, ganas de aprender, independencia en el aprendizaje, flexibilidad y organización. Creo que cualquiera que es padre de niños y niñas puede decir que las niñas tienen más de todo eso.”
El estudio
Los coautores del estudio son Cornwell y David Mustard de la Universidad de Georgia y Jessica Van Parys de la Universidad de Columbia, quienes analizaron los datos de más de 5.800 estudiantes desde preescolar hasta quinto grado. Se examinó el desempeño de los estudiantes mediante pruebas estandarizadas en tres categorías: lectura, matemáticas y ciencias, vinculando los resultados de las pruebas a las evaluaciones del progreso realizadas por los docentes de sus estudiantes, tanto académicamente como en términos más generales.
Los datos muestran, por primera vez, que las disparidades de género en los grados empiezan temprana y uniformemente favoreciendo a las niñas. En todas las áreas, los niños están representados en distribuciones de calificaciones por debajo de donde sus puntajes en los test podrían predecir.
Los autores atribuyen esta falta de concordancia a lo que ellos llaman habilidades no cognitivas, o “cuán bien cada niño se dedica a la clase, con qué frecuencia el niño exterioriza o interioriza problemas, con qué frecuencia el niño pierde el control y cuán bien desarrolla el niño habilidades interpersonales”. Incluso se reportaron evidencias de un bono en las calificaciones para los niños que tuvieran puntajes en las pruebas y comportamiento como los de sus compañeras.
Esta diferencia puede tener efectos de largo alcance, dijo Cornwell.
“La trayectoria en la que los niños se mueven a través de la escuela es a menudo influenciada por la valoración que hace el docente de su desempeño, sus calificaciones. Esto afecta su capacidad para entrar en clases avanzadas y otros tipos de oportunidades académicas, incluso las oportunidades posteriores a la secundaria”.
“También es típico que las calificaciones que obtienes en la escuela sean lo que más pesa en las admisiones universitarias. Así que si las diferencias en calificaciones surgen tan temprano, no es sorprendente que en el momento en que estos niños están listos para ir a la universidad, las niñas estarán mejor posicionadas”, dijo. “Parece que hemos llegado a un punto en la conciencia popular donde la gente está reconociendo la historia de estos datos: los hombres se están quedando atrás con respecto a las mujeres. Economistas han analizado esto desde varios puntos de vista, pero es en las evaluaciones educativas donde haces tu marca en el mercado laboral”, dijo Cornwell. “Las calificaciones de los hombres en la universidad han disminuido en los últimos años, mientras que no lo han hecho las de las mujeres, pero si miras lo suficiente para atrás en la historia, en los años ‘60 y ‘70, las mujeres iban a la universidad en un número mucho menor.”
Pero a pesar de la demografía cambiante de las universidades, los nuevos datos pueden no estar reflejando nada fundamentalmente nuevo. “Mi argumento es que esto ha sido siempre cierto entre niños y niñas. No es que de repente las niñas se volvieron más comprometidas y los niños más bulliciosos”, dijo Cornwell. “Sus actitudes hacia el aprendizaje siempre fueron así. Pero no se manifestaba en el logro educativo como lo hacen hoy en día, debido a todos los factores que previamente desalentaron la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo.”
Lo que no queda claro, sin embargo, es cómo combatir esta discrepancia.
“La pregunta más común que hemos recibido es si importa o no el género del docente en lo que respecta a la clasificación de los estudiantes”, dijo Cornwell. “Pero esa es una pregunta que no podemos contestar porque no hay suficientes datos disponibles. Como podrán imaginar, la gran mayoría de los docentes de primaria son mujeres.”
Fuente: ScienceDaily.com; University of Georgia.