La “coherencia” y la “continuidad” de la persona no son rasgos analíticos de la calidad de la persona sino, más bien, normas de inteligibilidad socialmente instituidas y mantenidas. En la medida en que la identidad se asegura mediante los conceptos estabilizadores de sexo, género y sexualidad, la noción misma de “la persona” se cuestiona por el surgimiento cultural de esos seres con género “incoherente” o “discontinuo” que parecen ser personas pero que no se ajustan a las normas de género culturalmente inteligibles mediante las cuales se definen las personas (Butler, 2007).
Al hablar de identidades trans se alude a aquellas personas cuya manera de estar en el mundo, expresarse y presentarse hacen que no se autoperciban, ni sean percibidos por otras personas según lo que se espera con respecto al sexo que se les asignó en el nacimiento (Platero, 2014).
Esta percepción de sí, de pertenecer al sexo opuesto de forma persistente durante toda la vida, es lo que define a la transexualidad.
En la cultura occidental, los miembros recibirán al nacer un sexo que aparecerá en la partida de nacimiento y se asignará en función de las características sexuales de hombre y mujer. A través del pasaje por las instituciones sociales se castigarán y reforzarán algunos comportamientos para “enmarcarlos” dentro de lo que se espera como “masculino” y “femenino”.
En este contexto, las identidades trans generan discusión y confusión ya que comprometen algunas bases de la cultura occidental como la concepción “binaria” de género. Son necesarias algunas preguntas: ¿Quién define la identidad de los seres humanos? ¿La determina la ley, las personas, el saber médico?
A través del pasaje por las instituciones sociales se castigarán y reforzarán algunos comportamientos para “enmarcarlos” dentro de lo que se espera como “femenino” y “masculino”
Cuando se usa el concepto “sexo”, se hace alusión a aquella herencia genética que conforma a las personas con ciertas anatomías, habilidades y aspectos dividiéndolos en hombres y mujeres.
Se entiende por género a la construcción social y cultural que define las diferentes características emocionales, afectivas, intelectuales, así como los comportamientos que cada sociedad asigna como propios y naturales de hombres o de mujeres.
Por otra parte, la identidad de género hace referencia al grado de identificación de una persona con el sexo que le asignaron al nacimiento. Se puede entender además como una actitud frente a las normas y constructos de género, que promueven la identificación como hombres y mujeres.
Hacia la conciencia progresiva de la propia identidad
La formación de la identidad de género en la infancia es un proceso complejo. En el pasado, se creía que para concebir la identidad de las personas era útil usar una línea con polos opuestos hombre/mujer. Esta concepción contiene un fuerte sesgo cultural y es desafiada por la gran cantidad de personas cuyas vidas desafían esta visión dicotómica.
A lo largo de los dos primeros años de vida, la mayor parte de los niños acaban dándose cuenta de que hay dos tipos de personas: los hombres y las mujeres. Lo hacen basándose fundamentalmente en los signos convencionales del rol y en los múltiples señalamientos que, a lo largo de los dos primeros años, han hecho sus cuidadores.
La identidad de género surge al mismo tiempo que los niños y niñas están aprendiendo a hablar
Hacia los dos o tres años, se empezará a producir una conciencia progresiva sobre la propia identidad, emergiendo una mayor capacidad para diferenciar el yo del entorno inmediato, así como de las otras personas. Algunas personas, romperán las normas sociales dominantes de forma temprana. Es por ello que, en cualquier colegio podremos encontrar niñas que no desean vestir ropa tipificada como “femenina” y cuyas actitudes no encajaran con los modelos tradicionales. También habrá niños que no querrán participar de ciertos juegos y actividades que hacen otros compañeros. Como así también otros que no encajarán en ninguna de las dos opciones existentes. Para algunos, esto será algo temporal. En cambio, para otros será una actitud que por su duración e intensidad podrá persistir en el tiempo.
Como señalan Brill y Pepper (2008), la identidad de género surge al mismo tiempo que los niños y niñas están aprendiendo a hablar y empiezan a entender y nombrar el mundo que los rodea. Es por eso, que muchos de ellos expresarán lo que les sucede de forma temprana.
Es imprescindible poder revisar nuestros propias creencias con respecto a la sexualidad
Durante los años siguientes, y alrededor de los 7 u 8 años, los niños y niñas irán generalizando las autoclasificaciones, extendiéndolas a otros aspectos de la vida: “como soy un niño debo comportarme de cierta manera”, “me tiene que gustar el futbol y me gustarán las niñas”. Alrededor de los 12 años, en la época de las operaciones formales, los niños y niñas comenzarán a desarrollar una visión más abstracta del mundo.
Pensando en las familias con hijos e hijas que rompen con las normas de género, Hill y Menvielle (2009) plantean algunas recomendaciones para los padres, que incluyen:
- Realizar un trabajo personal de aprendizaje a través de libros, películas o hablar con otras familias.
- Revisar las propias creencias y los sesgos aprendidos.
- Apoyar incondicionalmente a los niños y niñas para que puedan construir una autoestima y autoimagen positiva.
- Discutir las estrategias para tener un entorno seguro repensando cualquier estrategia a la luz de las necesidades cambiantes de los niños, niñas o jóvenes.
La lucha contra todo tipo de discriminación por motivos de identidad, orientación sexual y a favor del respeto por la diversidad sexual humana es un objetivo básico de los profesionales que trabajamos en el campo de la salud (Helien, 2012).
Es imprescindible poder revisar nuestros propias creencias con respecto a la sexualidad y la diversidad para poder acompañar a nuestros pacientes. Como así también el trabajar en profundidad con respecto a nuestros propios prejuicios para no reproducirlos en el accionar clínico.
Bibliografía:
Brill, S y Pepper, R (2008). The transgender child: A handbook for families and professionals. Berkeley. Cleis Press.
Butler, J. (2007). EL género en disputa. El feminismo y la subver- sión de la identidad. Barcelona: Paidós. Traducción de M. A. Muñoz.
Burin, M. y Meler, I. (1998). Género y familia. Poder, amor y sexualidad en la construcción de la subjetividad. Buenos Aires: Paidós.
Foucault, M. ( 2008). La voluntad de saber. Historia de la sexualidad Vol 1. México: Siglo XXI. Traducción de U. Guiñazú.
Helien, A. y Piotto, A. (2012). Cuerpxs equivocadxs. Buenos Aires. Paidos.
Hill, D. y Menvielle, E (2009).”You have to give them a place where they feel protected and safe and loved”: The view of parents who have gender-variant children and adolescents”. Journal of LGBT Youth, 6, 243-271.
Platero, R. (2014)Trans*sexualidades.Barcelona. Ediciones Bellaterra.