El parlamento de Hungría aprobó la semana pasada una ley que prohibe que se hable en las escuelas sobre la homosexualidad, identidad de género y orientación sexual. Al inicio la ley estaba fue concebida para proteger a los niños del abuso sexual e incrementar las condenas por pedofilia, pero a último momento se añadieron artículos que atentan contra la libertad sexual y aplican restricciones hacia las personas homosexuales y transgénero. Esta medida fue impulsada por el primer ministro y reconocido político ultraconservador Viktor Orbán.
En Latinoamérica la noticia no pasó desapercibida y rápidamente fue apoyada por grupos conservadores que ven al gobierno de Hungría como el ejemplo a seguir. Según estos grupos, nuestros gobiernos deben replicar esta ley para proteger a la juventud de la “propaganda gay” a la que están constantemente expuestos y que, supuestamente, los corrompe y afecta su desarrollo psicológico.
Pero la medida no intenta proteger a nadie. No está basada en la evidencia científica, ni en los tratados de derechos humanos. Es una jugada política que utiliza el argumento de la protección de los niños para socavar los derechos de las personas LGTBQI+. Reprimir la información sobre la orientación sexual y la diversidad de género es un poderoso instrumento de invisibilización que promueve aun más el prejuicio, discriminación, acoso y rechazo de un grupo ya vulnerado.
Los datos demuestran una y otra vez que los jóvenes LGTBQI+ son los que más sufren de acoso, violencia verbal, cyberbullying y violencia física; tienen más probabilidades de sufrir experiencias adversas durante la infancia y adolescencia en comparación a sus pares heterosexuales; son más propensos a padecer trastornos mentales y síntomas más altos de depresión y presentan un mayor riesgo de suicidio.
Para reducir el acoso homofóbico y mejorar el bienestar es imprescindible que se fomenten en las escuelas climas más seguros y que se implementen programas de prevención de bullying y promoción del aprendizaje emocional que tome en cuenta la diversidad de género y orientación sexual.
La Asociación Americana de Psicología (APA) explica también cinco principios necesarios que deben guiar los planes de protección e inclusión de los niños y jóvenes:
- Promover políticas escolares seguras y de apoyo para todos los niños, niñas y jóvenes.
- Proteger el derecho a la privacidad en torno al sexo, la orientación sexual y la identidad de género de los niños, niñas y jóvenes en las escuelas.
- Recopilar datos sobre orientación sexual e identidad de género en las escuelas.
- Desarrollar programas para aumentar la participación escolar de los niños, niñas y jóvenes de minorías de orientación sexual e identidad de género.
- Aumentar el acceso a instalaciones y programas para jóvenes, niños y niñas en función de su identidad de género, no del género asignado.
Para que todo esto pueda funcionar es necesario que los docentes generen conversaciones abiertas, respetuosas y acordes con el nivel de desarrollo de los niños, niñas y adolescentes. Lo que sería imposible si los gobiernos prohíben y castigan a los docentes que intentan prevenir el acoso escolar.
Es totalmente falsa la creencia de que los niños y niñas deben ser protegidos de la diversidad. Si algo nos ha permitido conocer la investigación sobre este tema es que son los niños y niñas y los familiares LGTBQI+ los que necesitan de nuestro apoyo y protección.