La personalidad es un conjunto dinámico de cualidades y comportamientos que caracteriza cómo nos ajustamos a la vida. Se compone de patrones de pensamientos, hábitos, sentimientos e intereses. También influyen los procesos cognitivos, factores genéticos y ambientales. Aunque se creía que el Sistema Nervioso Central (SNC) era el principal encargado de formar la personalidad, hay mucha evidencia que confirma la importancia de otros sistemas y órganos.
Por ejemplo, el sistema sensoperceptivo nos ayuda a interpretar diferentes estímulos sensoriales e interactuar con el ambiente.Vivir en una ciudad caótica se asocia con altos niveles de ansiedad e ira, ya que la percepción de tantos estímulos afecta la regulación emocional. Asimismo, el ejercicio regular y una dieta balanceada tienen impactos positivos en la salud mental. Lo anterior ilustra cómo los factores físicos influyen en la cognición y la personalidad. Sin embargo, el papel de los sistemas reguladores internos del cuerpo, como el sistema hormonal, sigue siendo enigmático.
Las hormonas, compuestos químicos como el cortisol, adrenalina y oxitocina, se producen en tejidos específicos para regular diversas funciones. Los sistemas hormonales tienen una responsabilidad única para mantener la homeostasis (equilibrio) del cuerpo. Cuando hay muchos cambios hormonales, el estado de ánimo y las conductas también cambian. Esto resulta en alteraciones de personalidad, por ejemplo, niveles de agresión, sociabilidad, o estabilidad emocional. Es por eso que las fluctuaciones hormonales durante la pubertad impactan tanto en la identidad, estados de humor, y en las relaciones interpersonales.
La glándula tiroidea, que secreta hormonas que controlan el metabolismo corporal, afecta el crecimiento y la expansión de energía, entre otros aspectos. Una de las alteraciones más comunes en latinoamérica es el hipotiroideismo, un desorden endocrino generado por desajustes en la producción de hormonas tiroideas. Las causas y los síntomas subyacentes varían y presentarse de manera distinta en cada persona. Sin embargo, es interesante que algunos pacientes con hipotiroidismo comparten rasgos de personalidad que afectan su experiencia con la disfunción tiroidea.
Un estudio reciente demostró que la personalidad tipo D es más prevalente entre los pacientes con hipotiroidismo. Este tipo de personalidad, también conocida como personalidad “angustiada” , se caracteriza por una propensión hacia la ansiedad, depresión, estrés y reprimir sentimientos. Las personas con personalidad tipo D suelen tener difucltades para comunicar sus emociones y prefieren evitar los compromisos sociales. Además, se asocia a un mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares y muerte súbita cardiaca. Es importante subrayar que este tipo de personalidad es, en general, un factor de vulnerabilidad al malestar psicológico.
La investigación empleó un diseño transversal, utilizando una encuesta en línea para recopilar datos de pacientes con hipotiroidismo. La prevalencia de la personalidad tipo D fue significativamente más alta entre las personas que padecían de hipotiroidismo, en comparación con la población general: 34.4% en pacientes con hipotiroidismo frente a 15.4% en pacientes sin hipotiroidismo.
Los pacientes de personalidad tipo D eran más propensos a experimentar síntomas de depresión, ansiedad y fatiga, los cuales son síntomas comórbidos con el hipotiroidismo. Estos resultados sugieren que los pacientes con disfunciones tiroideas suelen presentar rasgos de personalidad angustiada, lo que contribuye a más dificultades en su salud mental.
El estudio resalta la importancia de considerar los factores de personalidad para el tratamiento de hipotiroidismo y viceversa. También se destaca la gran influencia que otros factores tienen en el desarrollo de personalidad, además de los cognitivos. Esto alude al rol fundamental que el cuerpo tiene para moldear la personalidad y afectar los procesos cognitivos y emocionales.
Artículo publicado en Psychology Today y traducido al español para Psyciencia.