Los beneficios del humor y la risa no siempre fueron tenidos en cuenta por las ciencias de la salud. En la Grecia preclásica la catarsis era fundamental en la comedia como vía de expresión del humor, la risa y la ironía. La función que se le daba a las emociones como purgadoras o catárticas, se perdió en la Edad Media europea. Es en el Renacimiento cuando los literatos y las clases cultas inglesas de los siglos XVI y XVII, deciden fervorosamente cultivarlos por el significado social y sanitario (Fernández & García, 2010; Tizón, 2005).
Estudios antropológicos indican que culturas como la indostánica o la china valoraban la importancia de la risa y el humor alentando a sus pacientes a reír de sus propias desgracias (Tizón, 2005). En el Medioevo europeo, éstas quedaban reservadas para las cortes (los bufones) y el sector más empobrecido del pueblo estaba amenazado por la Inquisición que las relacionaba con las fuerzas del mal, fenómeno señalado por Umberto Eco en “El nombre de la rosa”.
Estudios recientes, realizados por Paul Ekman de la Universidad de San Francisco, afirman que la expresión emocional del rostro es la misma en todas las partes del mundo independiente de la cultura (Newen & Zinck, 2009). Sin embargo, cuando a un japonés se le muere un ser querido en lugar de llorar, como sucede en otras culturas, sonríe. Cabe añadir que los niños chinos cuando son reprendidos por su profesor muestran su respeto hacia él sonriendo. En consecuencia, no es tan fácil explicar el significado y el sentido de la risa sin previamente comprender las construcciones sociales en su contexto.
Al respecto, Paul Watzlawick propone un modelo constructivista y distingue dos órdenes de realidad: uno de primer orden cuya relación es con las propiedades físicas de los objetos de la percepción y otro, de segundo orden que refiere a la atribución de valor y significado (Watzlawick, 1995). A modo de ejemplo, la sonrisa es un fenómeno objetivamente verificable en el campo de la realidad de primer orden, pero si expresa simpatía, burla, etc., es de segundo orden, inverificable de forma objetiva, porque está sujeta al marco de referencia del que percibe el acontecimiento y la correspondiente atribución de significados.
La expresión emocional del rostro es la misma en todas las partes del mundo independiente de la cultura
El reciente interés psicoterapéutico por la risa hunde sus raíces en Freud y Adler, entre otros. Freud en “Estudios de la Histeria” describe su primer caso clínico de hipnosis catártica (Breuer) con una paciente histérica (Emmy von N.) que al mostrarle un atlas histórico-cultural con imágenes de indios disfrazados de animales le causó un intenso terror y cada vez que se angustiaba, éstos reaparecían. Cuando Freud se entera de la situación le dice:
“Le ordeno no tener miedo a las imágenes de los indios, más bien reírse de ellas a carcajadas y llamarme la atención sobre ellas. Y así ocurre después que despierta; ella busca el libro, me pregunta si ya lo he mirado, me lo abre en la hoja correspondiente y se ríe a mandíbula batiente de esas grotescas figuras, sin angustia alguna, con rasgos tersos” (Freud, 2011, 76).
En el trabajo “El chiste y su relación con lo inconsciente” (1905), Freud considera el humor desde un punto de vista económico, una forma de ahorrar el despliegue de los afectos. En el artículo publicado en el 1927 sobre “El humor”, confirma esta tesis con el ejemplo del preso que ha sido condenado a la pena máxima y que al ser conducido a la horca exclama: “¡Vaya, empieza bien la semana!” (Freud, 1986, 157). La persona capaz de burlarse de su propio destino supera el dramatismo existencial, el humor brinda una solución eficaz para liberarse de una tensión psíquica.
Alfred Adler propuso una psicoterapia optimista, de cambio y con dirección al futuro. En lugar de trabajar sobre las disfuncionalidades psíquicas y las expresiones patológicas, se abocó a aspectos positivos y recursos que poseían sus pacientes. Los profesionales de su tiempo estaban sorprendidos por su método diagnóstico y cuando se le preguntaba por sus logros, respondía: “Quizá porque he logrado darme cuenta que había un enfermo debajo de la enfermedad” (Bottome, 1952, 200). Adler utilizaba las bromas como una forma de interpretar los recuerdos, eran bromas que emergían del setting adleriano y no eran desagradables en el sentido que lesionaran la autoestima de sus pacientes. Cada broma era construida, para cada caso en particular, contemplando, siempre, las necesidades específicas de cada estilo de vida.
Alfred Adler propuso una psicoterapia optimista, de cambio y con dirección al futuro
Norman Cousins fue pionero en investigar la relación de las emociones y los efectos fisiológicos – químicos del buen humor y la risa. Luego de un viaje en 1964 fue diagnosticado de espondilitis anquilosante, una afección en el tejido conjuntivo de la médula espinal, que según el médico especialista tenía una probabilidad en quinientas de recuperar su salud (Cousins, 1981). El agotamiento suprarrenal era una de las hipótesis que manejaba. Ante los pronósticos poco auspicios decidió hacer algo para recobrar su funcionamiento adecuado y recordó que hacía diez años había leído la obra clásica de Hans Selye “The Stress of Life”, donde describía que una tensión emocional negativa fuerte podía provocar reacciones químicas adversas en el organismo. Ante esto se preguntó, qué ocurriría con las emociones positivas como la esperanza, la alegría, la voluntad de vivir, etc. A partir de esta reflexión, diseñó un estricto programa que consistía en mirar películas de los hermanos Marx y recibir todos los estímulos posibles de humor. Cousins concluyó que diez minutos de risa le permitían dormir durante dos horas sin dolor y de esta manera, recobró su salud.
El psiquiatra William Fry, discípulo de Bateson, acuñó el término gelotología (del griego gelos = risa), disciplina que estudia el humor y la risa con fines terapéuticos. Fry aplicó los conceptos de humor y risa en la “Teoría de la Comunicación” desarrollada por la Escuela de Palo Alto. En una de sus investigaciones analizó a un grupo que reía durante 10 minutos, y tomó muestras de sangre antes y después de ese período, concluyendo del análisis hematológico, que luego de reír las hormonas necesarias para disminuir los efectos negativos del estrés se multiplicaban por 3 o por 4. Además, subían los niveles de oxígeno en la sangre. Fry define la risa como una “experiencia orgánica” total (holística) en la que participan los principales sistemas, como el muscular, el nervioso, el cardíaco, el endócrino y el digestivo. Las investigaciones de Fry indican que entre cien y doscientos espasmos diarios de risa equivalen a diez minutos de remo o footing.
Se han observado resultados terapéuticos positivos en los pacientes que además de transitar por una psicoterapia individual tienen como complemento los GTR. Esta técnica ha sido desarrollada en el Uruguay como complemento ideal de la psicoterapia individual y con resultados altamente favorables. Los pacientes que padecen crisis de pánico, fobia social, depresión, burnout y personas con miedo al ridículo y a la risa (Gelotofobia) han mejorado su calidad de vida de forma considerable. La gelotofobia (1996) es un constructo creado por el Dr. Michael Titze y proviene del griego gelós = risa y fobia = miedo. Y significa un intenso miedo a ser objeto de burla o reír, está vinculado con la vergüenza, que es una expresión de inseguridad, duda de sí mismo a la que Pierre Janet denominó “sentiment d´ incomplètude” y que más tarde Adler bautizo “complejo de inferioridad”. Lo que subyace en la gelotofobia es un sentimiento de inferioridad exacerbado que obstaculiza el desarrollo personal en las cuatro tareas de la vida expuestas por Adler (amor, contacto social, trabajo y arte). Titze es el fundador y presidente de HumorCare, organización cuyo cometido es difundir y desarrollar el uso del humor y la risa con fines psicoterapéuticos.
La comprensión y el tratamiento psicoterapéutico de la gelotofobia es la risa y la estrategia para generarla involucra una técnica vivencial
En una sociedad consumista, individualista y postmoderna donde no importa ser del promedio ni bueno, sino el mejor, genera en las personas un estado de estrés continuo. Una persona que está sometida bajo estrés constante aumenta su secreción de cortisol provocando problemas en su salud. El impacto es a nivel neurológico, el hipocampo disminuye su función provocando dificultades en el aprendizaje y, la función de la amígdala se descontrola infundiendo miedo donde no existe amenaza real. A esta vigilancia extrema se la designa desorden de estrés postraumático (Goleman, 2006).
La comprensión y el tratamiento psicoterapéutico de la gelotofobia es la risa y la estrategia para generarla involucra una técnica vivencial. Son grupos terapéuticos estrictamente científicos que tienen la peculiaridad de excluir presentaciones para evitar re-traumatizar; los integrantes no van a contar su conflictiva: solamente van a reír. Las sesiones son semanales y duran entre 10 y 20 minutos con una extensión de 5 meses. El coordinador indica ejercicios fisiológicos y psicológicos para animar a los participantes a reír libremente. Las primeras risas son forzadas, luego se genera un efecto-contagio logrando que las risas sean naturales. Se fomenta la consigna adleriana de tener el coraje de ser imperfecto.
El fundamento científico de los GTR está en las neurociencias
El fundamento científico de los GTR está en las neurociencias. El cerebro no discrimina lo real de lo imaginado. Si una persona no tiene deseos de reír, pero lo hace, el organismo reacciona cambiando el estado de ánimo de manera notoria. Cuando se alteran las precepciones se puede cambiar las emociones (Damasio, 2005; Goleman, 2006). Confirmado por el postulado de William James: “No lloramos porque estamos tristes, sino que estamos tristes porque lloramos” (Casacuberta, 2000, 38). Así como Adler mencionó que las lágrimas funcionan como un medio para alcanzar un objetivo: la atención, a lo que llamó “fuerza hidráulica”. En los GTR se convoca, a través de la voluntad, una emoción positiva. El movimiento crea emociones. Como expresó el Alain, solamente hay un modo de resistir al frío y es estar satisfecho con él. El filósofo Spinoza, maestro de la alegría, dice: “No es que esté contento porque me caliento, sino que me caliento porque estoy contento” (Alain, 1966, 54). Otro fundamento, donde todas las psicologías constructivistas hunden sus raíces, es en la “Filosofía del Como Sí”, de Vaihinger. El sustento epistemológico es: la verdad es el error más útil (Ansbacher & Ansbacher, 1964). El hombre no conoce, ni puede acceder a conocer, la realidad directamente. El hombre sólo dispone de una teoría sobre ella, que es el instrumento para poder interpretar y actuar en la realidad (Kelly, 1966).
Alfred Adler afirmó que su Psicología Individual (PI) es una ciencia alegre y en este sentido confirmó el dictamen de Friedrich Nietzsche, quien declaró que la alegría y el regocijo tienen que transformar la ciencias humanas, de lo contrario la ciencia no tendría sentido. Como Yaír Hazán y Michael Titze han descripto en el reciente libro “Fundamentos de Psicología Profunda Teleológica”, la psicoterapia adleriana ha realizado un trabajo pionero en el uso de los métodos paradójicos. Por otro lado, las paradojas son el material que constituye la relación con el humor. Y esto es exactamente lo que los adlerianos, llamamos el “reflejo de reconocimiento”, reflejo que siempre está acompañado con una sonrisa o una risa, manifestación indicadora de que el insight (súbita comprensión) se produjo.
Es una modalidad terapéutica útil a la sociedad toda por abordar una problemática de harta frecuencia y beneficia a la comunidad científica incorporando un procedimiento psicoterapéutico sencillo y sui generis que no colide con las terapias clásicas sino que las complementa y abrevia. Lo que constituye un cambio cualitativo y cuantitativo en la psicoterapia.
Bibliografía
Alain. (1966). Sobre la felicidad. Madrid: Alianza
Ansbacher, H. & Ansbacher, R. (1964). The Individual Psycology of Alfred Adler. New York: First Harper Torchbook.
Bottome, P. (1952). Alfred Adler Apóstol de la Libertad. Barcelona: Luis Miracle.
Casacuberta, D. (2000). Qué es una emoción. Barcelona: Crítica.
Cousins, N. (1981). La voluntad de curarse. Buenos Aires: Emecé.
Fernández, J. & García, J. (2010). El valor pedagógico del humor en la educación social. Bilbao: Desclée De Brouwer.
Freud, S. (1986). El chiste y su relación con lo inconsciente. O.C., Vol. VIII. Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (1986). El humor. En: El porvenir una ilusión. El malestar en la cultura y otras obras. O.C., Vol. XXI. (153 – 162). Buenos Aires: Amorrortu.
Freud, S. (2010). 2. Señora Emmy von N. En: Estudios sobre la histeria: J. Breuer y S. Freud: 1893- 1895. O.C., Vol. II. (71 – 123). Buenos Aires: Amorrortu.
Goleman, D. (2006). Inteligencia social. Bogotá: Planeta.
Goleman, D. (2012). La inteligencia emocional. Buenos Aires: Zeta.
Hazán, Y & Titze, Y. (2011) Fundamentos de Psicología Profunda Teleológica. Montevideo: Editorial Psicolibros.
Kelly, G. (1966). Teoría de la personalidad. Buenos Aires: Troquel.
Newen, A. & Zinck, A. (2009). Somos los que sentimos. Revista Mente y Cerebro. Investigación y Ciencia, 34, 62- 67.
Tizón, J. (2005). El humor en la relación asistencial. Barcelona: Herder
Watzlawick, P. (1995). El sinsentido del sentido o El sentido del sinsentido. Barcelona: Herder.
Imagen: Laughterworkout
2 comentarios
Excelente artículo!
Lo comparto.
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