Educar a un hijo no es tarea fácil y, como dicen en algunos lugares, nadie nace sabiendo. Muchas cosas las aprendemos en el camino, otras de los modelos que observamos (nuestros padres principalmente), pero actualmente también hay acceso a mucha más información que antes. Los datos provenientes de muchas investigaciones nos dan cuenta de métodos que no solo no son efectivos, sino que también hacen daño. Afortunadamente, también se han estudiado otras herramientas que, bien utilizadas, pueden ayudarnos en la crianza de los niños.
Qué no hacer
Castigo físico
Ya hemos publicado un extenso artículo que habla de los efectos perjudiciales del castigo físico (lo podés leer aquí).
Resumidamente, decíamos que las investigaciones han observado que la utilización de fuerza física con el objetivo de causar algún grado de dolor o incomodidad, por leve que sea, se relaciona con el incremento de comportamientos indeseados (es decir que es ineficaz), disminución de la internalización moral, aumento de comportamiento antisocial, afecta negativamente a la salud mental, mayor riesgo de ser víctima de abuso, más probabilidad de ser agresivo en la adultez y de cometer algún tipo de abuso en sus propios hijos o su pareja, deterioro de la capacidad cognitiva y relaciones familiares conflictivas.
Como si todo eso fuera poco, también se encontró en otras investigaciones un aumento del riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares, artritis y obesidad. Los castigos severos aumentaban además el riesgo de desarrollar asma y cáncer durante la adultez.
Muy a pesar de la información disponible sobre todos los efectos nocivos del castigo físico, muchos lo siguen defendiendo, pero ¿por qué? Algunos estudios han encontrado que el haber recibido castigos físicos de niños eleva las probabilidades de que estemos a favor del mismo en la adultez. Además ciertos profesionales (como Alan Kazdin) opinan que se debe a que funciona por un breve período de tiempo deteniendo la conducta indeseada, creando la ilusión de que sí funciona (y no notan que la conducta volverá con la misma intensidad luego).
Gritos
Los efectos de los gritos como método disciplinario no son muy buenos tampoco. Varias investigaciones encontraron que la disciplina verbal severa incrementaba los problemas de conducta y síntomas depresivos en adolescentes (Wang & Kenny, 2013; McKee, Roland, Coffelt, Olson, Forehand, Massari, Jones, Gaffney & Zebs, 2007).
Honestamente, cuando gritas (con la finalidad de corregir una conducta) te restas autoridad. En otras palabras, los chicos no te ven como una autoridad cuando gritas, sino como alguien que perdió el control y la calma.
Gritar no te llevará a disciplinar mejor, sino más bien a inculcar el hábito de los gritos en los niños.
Métodos efectivos
Programa del ABC de Kazdin
El nombre se refiere a los antecedentes (A), las conductas (B, por behavior) y las consecuencias (C).
Partís de los antecedentes, diciéndole al niño o niña lo que esperas de el o ella. Es importante notar esto, porque estamos acostumbrados a decirles que es lo que NO tienen que hacer, en vez de decirles específicamente qué esperamos de ellos. Los comportamientos (B) los definen y moldean los papás. Por último, las consecuencias serán las demostraciones de aprobación cuando los hijos realizan las conductas deseadas.
Supongamos que todos los días le gritas a tu hijo porque deja la ropa tirada en el piso: “¡cuántas veces te he dicho que no dejes la ropa tirada! ¿en qué idioma hay que decirte las cosas? ¡Ya estás grande!”. En vez de hacer esto, le vas a pedir que, cuando llegue a la casa y se cambie, deje su ropa sobre la silla que está en su cuarto, por ejemplo. Si ves que lo hace, debes hacérselo saber, felicitarlo y mostrarle afecto.
Este método requiere que seas muy específico y que no olvides de reforzar las conductas deseadas, verbalizando qué fue lo que hizo bien. Según Kazdin, se busca crear hábitos y eliminar conductas indeseadas, pero a su vez mejoramos también las relaciones familiares.
También requiere planeamiento. Debes pensar qué esperas de tu hijo y plantearlo de manera positiva (en vez de decir “no dejes tus zapatos tirados”, lo planetarias así: “pon tus zapatos en el armario cuando llegas”). Aunque te llevará bastante práctica aprender a remplazar los gritos por este método, valdrá la pena ya que la necesidad de gritar ira disminuyendo y la conducta de los chicos mejorará.
La universidad Yale ofrece un curso para padres sobre este método, dictado por Alan Kazdin y, aunque está en inglés, tiene subtítulos en español.
Economía de fichas
Es otra herramienta que, utilizada de manera correcta, puede ayudarte muchísimo. Resumidamente, se trata de un cuadro donde (de nuevo) especificamos las conductas deseadas y el niño va ganando puntos que luego puede cambiar por cosas que le gustan (stickers, juguetes, lectura de cuentos, todo depende de los intereses de tu hijo) cuando las realiza. Pero hay varias cosas que debemos tener en cuenta para implementarlo de manera efectiva. Para informarte más sobre ello, te recomiendo éste artículo.
Si querés aprender más sobre el refuerzo de las conductas deseadas, también puedes leer éste artículo.
Etapas del desarrollo
Como ya hemos mencionado en ocasiones anteriores, es importante que los papás estudien sobre el desarrollo de los niños. Qué es lo esperable sobre capacidades motoras, cognitivas, comunicativas y de control en cada edad. A veces el problema está en las expectativas irreales de los cuidadores.
Validar sus emociones
Identificar las emociones de nuestros pequeños y mostrar empatía con ellas, sin que esto signifique que les dejaremos hacer lo que quieren, es muy importante ya que les ayuda a aumentar su confianza en nosotros, sentirse menos aislados y aprender a experimentar y tolerar sus emociones como parte de la experiencia de vivir. Si querés aprender más sobre validación emocional, lee el siguiente artículo.
Qué hacer cuando aparece la conducta no deseada
Si no representa ningún peligro, ignórala. Tu atención tiene mucho poder para reforzar conductas (tanto deseadas como no deseadas). Si ignoras éstas últimas (excepto que sean peligrosas, como salir corriendo por el estacionamiento o meter los dedos en el enchufe), pero le das atención, cariño y elogios cuando hace lo que le dijiste que esperabas de él/ella, aprenderán que comportarse de manera adecuada es un mejor método para conseguir tu atención.
Hay suficiente evidencia científica en contra del castigo físico y los gritos. Como hemos visto, no solo son dañinos si no que a largo plazo, no sirven para nada bueno. Sabemos que no es fácil sacarse esa costumbre de reaccionar así ante las malas conductas de los niños, pero esperamos haberte interesado en otros métodos de disciplina que son eficaces y no perjudicarán a tu hijo/a.
Fuentes:
McKee, L., Roland, E., Coffelt, N., Olson, A., Forehand, R., Massari, C., Jones, D., Gaffney, C. & Zens, M. (2007), Hash discipline and child problem behaviors: The roles of positive parenting and gender.
Wang, M. & Kenny, S. (2013), Longitudinal links between fathers’ and mothers’ harsh verbal discipline and adolescents’ conduct problems and depressive symptoms.