Ser agradecido puede ser un valor y un norte. Ser agradecido requiere entrenamiento, una atención especial para que la vida no pase de largo. Este entrenamiento no cesa, no se consigue de una vez y para siempre, está moviéndose al día siguiente como el horizonte de Galeano, para que podamos vislumbrar un nuevo agradecimiento cada vez. Ser agradecido tiene buena recepción en la mayoría de los entornos sociales, favorece la comunicación, crea un clima de calidez entre las personas y es una actitud para la vida.
Dentro de lo que podemos elegir voluntariamente, podemos elegir cómo vivir lo que sea que nos toque vivir, de qué manera queremos hacerlo, qué nos orienta, qué valoramos y algunas formas de ese vivir. Es aquí donde la gratitud tiene un lindo lugar. En la elección. Intenciones y actitudes pueden elegirse. Podemos tener la intención de ser una persona agradecida y trabajar en ello.
Podemos tener la actitud de una persona agradecida y practicarlo cada vez que sea posible. A veces pienso que hay un estilo de vida basado en el agradecimiento. Tuve la suerte de conocer personas agradecidas, aprendí y aprendo de ellas y en muchas temporadas de mi vida he podido ser una persona agradecida. Aún puedo seguir siéndolo.
Si por algún lado podemos comenzar a ejercitar la gratitud es por atesorar momentos valiosos para nosotros, estando presentes, con atención plena, conectando cuando suceden, notándonos, sintiendo, percibiendo. Recordar momentos nos es posible, sabiendo que ese pasado, por el que estamos agradecidos, está atrás en nuestra historia, sabiendo que no volverá, que no volverá a ser igual y que podemos estar contentos también hoy por haber vivido esa experiencia. En otra oportunidad podemos ahondar sobre la conexión con experiencias internas cargadas de “nostalgia” al rememorar una felicidad anterior, es decir, sobre cómo un momento hermoso cuando es recordado puede teñirse, y de hecho se tiñe, con alguna otra emoción diferente a la original, perdida, por supuesto y no por ello sin potencia para ser agradecida. Vivir un momento hermoso y poder recordarlo es motivo suficiente para ser agradecido.
La memoria y el revivir de un episodio que deseamos agradecer es un segundo paso. Podemos poner en la pantalla de la mente una imagen, podemos volver a un momento que hoy no está sucediendo y que podemos convocar, podemos dejar aparecer un evento, una situación de nuestro agrado, que nos resulta confortante. Podemos ver qué sentimos ahora en el cuerpo, dónde lo sentimos, podemos recordar con amorosidad y apertura en la experiencia de recordar y agradecer.
Ser agradecido puede conectarnos con las cosas simples, no tan simples y valiosas de la vida. Puede ayudarnos a estar presentes en las experiencias de una forma activa, conscientes del estar vivo y las posibilidades que conlleva vivir.
¿De qué estás agradecido hoy?
Tomate un momento, una pausa en tu jornada para conectar con los milagros cotidianos, que si no nos detenemos, se pasan de largo. Los micromomentos. Las casualidades. Los encuentros. Las bellezas. Lo que pasa desapercibido si vamos como caballos con anteojeras en la rutina diaria.
El momento de inicio del ejercicio de la gratitud es ya. Anotá 5 cosas de las que estés agradecido, la famosa idea de la lista de gratitud es muy útil para notar, para frenar a ver, para darnos un respiro y tomar distancia de las exigencias cotidianas, de los condicionamientos de nuestra historia, de la distracción. Anotá 5 cosas de las que estés agradecido y arma tu diario de gratitud, donde podrás ver qué valorás, qué te importa, qué te conmueve, a qué le prestás atención. Ese diario se puede transformar en un desafío de gratitud por determinado tiempo, puede transformarse en un juego de gratitud para hacer en familia o con amigos, donde cada uno puede proponer un agradecimiento y compartirlo con el resto. O podés armar tu frasco de gratitud : en un frasco vacío, desde el primero de enero y durante todo el año, escribí en papeles pequeños de colores, eventos, personas, situaciones, milagros inesperados, accidentes afortunados, alegrías impensadas, sorpresas, amores, exámenes, cumplidos, y todo lo que quieras agradecer para abrirlo el último día del año y ver qué pudiste atesorar, notando qué sentís ahora habiéndote dado ese lujo: el lujo de percibir, estar presente y agradecer lo que sucede en tu vida.
Jugar a notar lo que funciona, lo bello, lo conmovedor, lo que sale bien (con esfuerzo o sin esfuerzo). Ejercitar la creatividad para sacar el foco de atención en lo que falta. Y por supuesto, decir gracias, decirlo de verdad, en silencio, con reverencia o palabras.