A diario escucho, a puertas adentro de mi consultorio, en la calle, en las reuniones sociales e incluso en la televisión, un discurso que denota un fuerte posicionamiento de la mujer respecto de sus roles dentro de la sociedad y en su entorno íntimo. Posicionamiento que, más tarde o más temprano, puede generar un agotamiento no sólo físico sino también mental, acompañado de frustración y angustia.
¿A qué me refiero?. Basta con realizar un recorrido por la historia para caer en la cuenta de que la mujer ha ganado territorios con su conquista, claramente ha dejado de quedar relegada al ámbito privado, hogareño, para sumar a sus actividades una función en el campo de lo público, con un rol más activo y participativo en el plano laboral, económico y profesional.
Lucha que se ha conseguido tras largas batallas y que sin lugar a dudas representa un avance en los modos de habilitar a una mujer a ser y de pensar a las mujeres de nuestra sociedad.
Hay un goce más del lado de lo mortífero
Y si bien hay un progreso importantísimo en ello, cabe hacer una diferenciación entre los roles activos que ha ganado una mujer y esa impronta necesidad dolorosa que muchas se imponen en relación a tener que poder hacerlo todo, serlo todo, y tenerlo todo.
Si nos basamos en los lineamientos psicoanalíticos podemos decir que en el caso del hombre existe un goce fálico, es decir, un goce que supone una pérdida y una recuperación de algo, un goce que entonces implica que no se puede todo.
En el caso de la mujer, en cambio, hay un goce más del lado de lo mortífero, de lo voraz, no regulado por esta falta. Y es por ello que es común ver a las mujeres realizando miles de actividades rutinarias y cotidianas con las que disfrazan esta imposibilidad y la visten de la ilusión de poder con todo.
Si bien esto no es actual sino más bien algo estructural, no cabe dudas de que la mujer más que nunca se esmera por mostrarse a sí misma y a los demás, de que, a diferencia de lo que se espera de ella, ella sí va a poder.
¿Qué es lo cree que puede? Cree poder mostrarse completa y ser lo que completa al otro, es decir, no reconocer en ella una falta posible. Y en ese recorrido se topa constantemente con la imposibilidad, lo que trae aparejado grandes montos de angustia, desolación y frustración.
Vayamos a un ejemplo. Ella se pasa el día trabajando, pagando cuentas, atendiendo el teléfono, lavando la ropa, planchando y a la par pensando en cómo sorprender al marido el día de su cumpleaños. Organiza una fiesta sorpresa, llama a todos sus compañeros de trabajo, a su familia, los cita a tal hora, contrata un catering de comida, lo paga, y cuando llega finalmente a la fiesta, lo espera ilusionada, teniendo la gran esperanza de que él le haga un monumento por todo el gran despliegue que ella hizo. Espera que él se muestre gratificado y sin embargo, lo que ocurre es que diga lo que diga el marido, a ella nunca le va a alcanzar. Porque ninguna de las palabras que use, ya sean incluso éstas agradables, bastarán para que ella se sienta satisfecha.
Es probable que una mujer consulte a un psicólogo al momento de comprobar que hay algo que no anda, que falta. Pero inicialmente sostiene que el problema es del otro, que es el marido el desconsiderado que no supo valorar todo lo que ella hace por él. Será después de un largo recorrido que pueda preguntarse, en el mejor de los casos, qué le pasa a ella que no le alcanza lo que él es (un ser no completo) y tiene para dar (no todo).
En términos psicoanalíticos; la mujer vive intentando sumar granitos de arena para tapar los agujeros y sin embargo se enfrenta a una imposibilidad, la de que ni este marido, ni ningún otro ser humano en todo este planeta podrá hacer de ella una mujer no atravesada por la falta, diga lo que le diga, le de lo que le de.
Pensemos en dos personajes históricos, uno más bien mítico y el otro ficticio, hablo de Guanyin y de la Mujer maravilla, para comprender ilustrativamente esta idea de la mujer que todo lo puede.
Por su parte, Guanyin, deidad sostenida por la cultura tibetana e india, pasó de pensarse en términos masculinos a representarse como una figura femenina e incluso maternal, al momento en el que el budismo se extendió a China.
Basta comprender que Guan- Yin- shi significa “el que observa las voces del mundo”, para empezar a pensar en la idea de una mujer atenta, capaz de estar presente ante un otro y escucharlo, más no sólo eso, sino también ayudarlo en las preocupaciones que aquejan a la humanidad.
Cuenta la leyenda que el Buda Amitabha le obsequió once cabezas para que pueda oír los lamentos de los sufrientes, y no siendo esto suficiente para poder colaborar con los desgraciados, éste le brindó mil brazos.
Si analizamos a esta figura caemos en la cuenta de que se trataría de una mujer que todo lo puede, es decir, de una mujer que no se encontraría totalmente atravesada por esa falta de la que hablamos anteriormente, y que depende de ella, completar al otro.
Por otra parte, la Mujer Maravilla, también tiene sus raíces míticas. Según se cree cobra vida de una figura de arcilla, gracias a la acción de la diosa Afrodita, la cual la dota de una belleza extravagante, gracia, sabiduría, fortaleza y poderes extra naturales, volviéndose capaz de ayudar a los mortales.
Este personaje recobra vida en el marco de una saga de historietas, donde se la muestra como una heroína preparada para levantar las cosas con una sola mano y sin esfuerzo, que puede volar, que no envejece, que es inmortal y cuya belleza extraordinaria es acompañada de los atuendos más oportunos.
Se trataría una vez más, de una mujer que cuenta con las armas de la seducción de la feminidad, con la que monta nuevamente la ilusión de poder, y que a su vez logra las metas sin sacrificios ni esfuerzos, como si esto le fuera natural.
Wonder- Woman, es decir: mujer increíble…. Podríamos pensar entonces ¿no creíble?, ¿irreal? ¿imposible?
Haciendo un recorrido por ambos personajes resulta evidente que se ha intentado a lo largo de la historia de la humanidad dotar a la mujer de ciertos poderes asociados con la maternidad, relacionados con su capacidad de ayudar al otro en sus demandas, completando la falta de los otros. A la par que se la caracteriza como poseedora de una belleza capaz de conquistar a los más débiles, sacándole provecho a sus ventajas.
Sin embargo, considero fundamental hacer un análisis más profundo para comprender que de lo que se trata es de la ilusión de completitud, de la lucha permanente por evitar todo tipo de falta y de la angustia que aparece en cuanto nos topamos con esa imposibilidad.
Para concluir quiero destacar que hay un dato que no podemos dejar pasar por alto y es que tanto uno como otro personaje se tratan de figuras míticas o deidades y no de personas de carne y hueso que andan por la vida.
De hecho Mujer Maravilla en inglés es Wonder- Woman, es decir: mujer increíble…. Podríamos pensar entonces ¿no creíble?, ¿irreal? ¿imposible?.
Artículo de opinión: La opinión es una creencia subjetiva, y es el resultado de la emoción o la interpretación de los hechos. Una opinión puede ser apoyada por un argumento, aunque las personas pueden dibujar las opiniones opuestas de un mismo conjunto de hechos. Este artículo representa la opinión del autor y no necesariamente de aquellos que colaboran en Psyciencia.
Imagen: Glamour