Un estudio internacional se concentró en el análisis del genoma de 20,183 personas diagnosticadas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y 35,191 personas en el grupo control a nivel mundial. A través de este gran trabajo se lograron identificar 12 fragmentos específicos de ADN relacionados a la vulnerabilidad al TDAH.
El estudio, que se publicó en Nature Genetics, contó con la participación de más de 80 científicos.
El primer estudio global de TDAH a escala genómica
El TDAH es uno de los trastornos del neurodesarrollo más comunes en niños y adolescentes: afecta a cerca del 5% de los niños y al 2.5% de los adultos. Ya hemos hablado sobre sus características y modelos explicativos en diferentes artículos.
Si bien no se conoce su origen, en general se acepta que el TDAH es el resultado de factores ambientales (tóxicos, psicológicos, sociales, etc.) con una base hereditaria poligenética (que explica en gran parte el trastorno).
La investigación en cuestión es la más grande a escala genómica hasta ahora y se ha enfocado en el rol de variables genéticas comunes en la población general. Fue dirigida por expertos como Benjamin M. Neale, Anders D. Børglum y Stephen V. Faraone y contó con el apoyo de plataformas internacionales como Psychiatric Genomics Consortium (PGC), la Early Genetics and Lifecourse Epidemiology (EAGLE Consortium) y la Roadmap Epigenomics Mapping Consortium.
Metodología
El equipo internacional analizó cerca de 10 millones de posiciones (loci) del genoma en más de 50,000 personas de diferentes países de Europa, EE.UU., Canadá y China. A través del Whole Genome Association Study (WGAS), analizaron los cambios en un nucleótido del ADN (SNP), el más común en el genoma humano.
El estudio reveló que estas variables genéticas comunes “pesan un 21% del total de la genética del TDAH”, explica Bru Cormand, jefe del grupo de investigación en Neurogenética de la Facultad de Biología de la UB. “Además, la mayoría de las alteraciones genéticas que se identificaron se encuentran en regiones del genoma que se mantienen a lo largo de la evolución, lo que destaca su relevancia funcional”.
En particular, EL grupo internacional de científicos, identificó 12 segmentos genómicos (la mayoría de los cuales corresponde a genes específicos) que se relacionarían mucho con una vulnerabilidad al TDAH. Específicamente, muchos de los cambios genéticos que se relacionan al trastorno, afectan elementos reguladores de la expresión de genes en el cerebro.
Genes más relevantes
Muchos de los loci se localizan en o cerca de genes implicados en el proceso de neurodesarrollo, los cuales probablemente sean relevantes para el TDAH, incluyendo los siguientes genes: FOXP2, SORCS3 y DUSP6.
El gen FOXP2, uno de los genes más estudiados en relación al desarrollo del lenguaje en humanos, codifica una proteína clave en la creación de la sinopsis neuronal y el aprendizaje. Este gen ha sido considerado como el gen candidato para TDAH en estudios previos, en los que participaron autores catalanes que también formaron parte del estudio actual. El gen FOXP2 es uno de los pocos genes que aparece de nuevo en bibliografía científica relacionados a mapas genéticos de TDAH.
Otro gen identificado (DUSP6) esta involucrado en el control de neurotranmisores dopaminérgicos, un blanco de los tratamientos farmacológicos más comunes para TDAH. También el gen SEMA6D, expresado en el cerebro durante el desarrollo embrionario, podría tener un rol importante en la creación de ramas neuronales.
El trabajo de este grupo de científicos hace una revisión de las posibles bases genéticas compartidas entre TDAH y más de 200 fenotipos (psiquiátricos y no psiquiátricos). Según Cormand, los resultados de la revisión revelan una correlación entre el TDAH, la depresión mayor, comportamientos de salud riesgosos (obesidad, fumar), el insomnio, tener hijos a una edad más temprana y tener más hijos, conducta sexual riesgosa, mayor riesgo de TDAH en niños de padres jóvenes y bajos logros académicos, .
Investigaciones previas, llevadas a cabo con gemelos, probaron que el 75% del trastorno puede ser explicado por factores genéticos. Ésta revisión comienza a definir de manera más específica el paisaje genético del TDAH, que contribuye a la vulnerabilidad al trastorno. Sin embargo, según los científicos, aunque sus hallazgos son sólidos solamente explican una modesta parte del trastorno.
Los autores aseguran que su investigación refuerza la idea de que el TDAH es un trastorno con bases biológicas y que la genética influye mucho en éste.
Referencias del estudio original: Ditte Demontis, Raymond K. Walters, Joanna Martin, Manuel Mattheisen, Thomas D. Als, Esben Agerbo, Gísli Baldursson, Rich Belliveau, Jonas Bybjerg-Grauholm, Marie Bækvad-Hansen, Felecia Cerrato, Kimberly Chambert, Claire Churchhouse, Ashley Dumont, Nicholas Eriksson, Michael Gandal, Jacqueline I. Goldstein, Katrina L. Grasby, Jakob Grove, Olafur O. Gudmundsson, Christine S. Hansen, Mads Engel Hauberg, Mads V. Hollegaard, Daniel P. Howrigan, Hailiang Huang, Julian B. Maller, Alicia R. Martin, Nicholas G. Martin, Jennifer Moran, Jonatan Pallesen, Duncan S. Palmer, Carsten Bøcker Pedersen, Marianne Giørtz Pedersen, Timothy Poterba, Jesper Buchhave Poulsen, Stephan Ripke, Elise B. Robinson, F. Kyle Satterstrom, Hreinn Stefansson, Christine Stevens, Patrick Turley, G. Bragi Walters, Hyejung Won, Margaret J. Wright, Ole A. Andreassen, Philip Asherson, Christie L. Burton, Dorret I. Boomsma, Bru Cormand, Søren Dalsgaard, Barbara Franke, Joel Gelernter, Daniel Geschwind, Hakon Hakonarson, Jan Haavik, Henry R. Kranzler, Jonna Kuntsi, Kate Langley, Klaus-Peter Lesch, Christel Middeldorp, Andreas Reif, Luis Augusto Rohde, Panos Roussos, Russell Schachar, Pamela Sklar, Edmund J. S. Sonuga-Barke, Patrick F. Sullivan, Anita Thapar, Joyce Y. Tung, Irwin D. Waldman, Sarah E. Medland, Kari Stefansson, Merete Nordentoft, David M. Hougaard, Thomas Werge, Ole Mors, Preben Bo Mortensen, Mark J. Daly, Stephen V. Faraone, Anders D. Børglum, Benjamin M. Neale. Discovery of the first genome-wide significant risk loci for attention deficit/hyperactivity disorder. Nature Genetics, 2018; DOI: 10.1038/s41588-018-0269-7
Fuente: Science Daily