A medida que vamos envejeciendo, y de manera gradual, podemos notar que nuestra eficacia y agudeza mental disminuyen. Muchas investigaciones han resaltado que hacer ejercicio físico ayuda a mantener la plasticidad del cerebro (capacidad de adaptación y cambio), lo que contribuye a su mantenimiento funcional en niveles óptimos. El ejercicio aeróbico, en el que el cuerpo alcanza el 80% de la frecuencia cardíaca máxima, muestra el mayor efecto sobre la eficiencia del corazón al bombear sangre a los tejidos del cuerpo. Otras formas de ejercicio también son eficaces para retrasar el proceso de envejecimiento, como el yoga para promover la flexibilidad muscular y proteger contra el daño articular. Sin embargo, el ejercicio aeróbico sigue siendo el estándar de oro para desacelerar los efectos inexorables del envejecimiento sobre la eficacia con la que su cuerpo puede funcionar.
Durante la última década, los investigadores han explorado la idea de que si el ejercicio aeróbico puede beneficiar al resto del cuerpo, también debería promover un envejecimiento cerebral saludable. En parte, este efecto puede atribuirse al impacto de un mayor flujo sanguíneo para nutrir las células básicas del cerebro, las neuronas. Debido a que las neuronas dependen del oxígeno y la glucosa que proporciona la sangre, se mantendrán más saludables cuando obtengan más nutrición de las sustancias vitales que necesitan. El ejercicio también puede estimular el crecimiento de las dendritas, las partes de las neuronas que dan soporte al aprendizaje y la memoria.
Gran parte de la investigación existente sobre los efectos del ejercicio sobre el envejecimiento cerebral y otras formas de promover la salud física se centran en la materia gris (MG), el componente del tejido cerebral que refleja la integridad de las neuronas en todas las áreas responsables del aprendizaje y la memoria. Pero no suele tenerse en cuenta el papel potencial de la materia blanca (MB), que media “la conectividad entre regiones de materia gris, trabajando con áreas de procesamiento de información u organizando y permitiendo el rango extraordinario de todos los posibles comportamientos humanos,” señalan los autores de un nuevo estudio (Clark et al., 2019).
Thomas Wasenaar y sus colegas de la Universidad de Oxford señalaron el compromiso a largo plazo que debemos asumir si queremos cambiar el curso de nuestro envejecimiento cerebral. Contando con la disponibilidad de un gran conjunto de datos, identificaron diferentes factores que contribuyen a la integridad neuronal. Los tamaños de muestra en los estudios que incluyeron oscilaron entre 4700 sujetos, y algunos incluyeron un componente de seguimiento (Wassenaar, Yaffe, van der Werf, & Sexton, 2019).
Al evaluar cada factor en profundidad, identificaron 8 condiciones modificables que debemos evitar para promover la salud de la MB y otras 4 que debemos incorporar con el mismo fin.
La hipertensión (presión arterial alta), la obesidad, la diabetes y el tabaquismo (condiciones que también contribuye a la mala salud cardiovascular) deben ser evitadas para la salud del cerebro. Otros factores que contribuyen a un procesamiento más lento de la MB son síntomas depresivos, trastornos del sueño, depresión y aislamiento social. Los 4 factores protectores para el envejecimiento de la materia blanca son la actividad física, los hábitos alimenticios saludables (preferiblemente la dieta “mediterránea”), el ejercicio mental (mantener cognitivamente activo) y practicar meditación.
Conocer los factores que deben evitarse y aquellos que deben adoptarse es útil para comenzar a realizar intervenciones en el estilo de vida capaces de proteger el funcionamiento de la materia blanca y así contribuir a un envejecimiento lo más saludable posible.
Referencias:
Clark, C. M., Guadagni, V., Mazerolle, E. L., Hill, M., Hogan, D. B., Pike, G. B., & Poulin, M. J. (2019). Effect of aerobic exercise on white matter microstructure in the aging brain. Behavioural Brain Research, 373, 112042. https://doi.org/10.1016/j.bbr.2019.112042
Wassenaar, T. M., Yaffe, K., van der Werf, Y. D., & Sexton, C. E. (2019). Associations between modifiable risk factors and white matter of the aging brain: insights from diffusion tensor imaging studies. Neurobiology of Aging, 80, 56-70. https://doi.org/10.1016/j.neurobiolaging.2019.04.006
Fuente: Psychology Today