Con una peculiar transparencia y una clara honestidad y presencia, plasmadas en profundas palabras, el Dr. Fabián Oláz, nos deleita en esta línea de tiempo, no sólo profesional, si no también (y no en vano), personal.
Cada párrafo nos permite vislumbrar su pasión, cómo así también su entusiasmo y consciencia vital, resultado (actual) de muchas experiencias registradas con una gran nitidez.
Deseo que la disfruten tanto como yo lo he podido hacer.
Fabián, primero que nada quería agradecerte el tiempo y la oportunidad para permitirme realizarte esta entrevista. Para mí es un honor… ¿Cómo fue que elegiste estudiar psicología?
El agradecido soy yo Lara, este tipo de invitaciones siempre es desafiante y al mismo tiempo una posibilidad de parar y mirar un poco en retrospectiva el trabajo realizado. Estudiar psicología, creo que he respondido esta pregunta muchísimas veces y me da la sensación de que mi respuesta va cambiando cada vez. Creo que fue algo que me apareció con un poco más de claridad cuando estaba en el penúltimo año del secundario. Creo que si le preguntaras eso a mi yo de entonces te respondería que fundamentalmente curiosidad por la mente humana, mi yo de hoy diría que curiosidad por el comportamiento humano. Por otra parte, no tengo dudas que también lo hice un poco buscando respuestas a mi propio sufrimiento.
Estudiaste la carrera de grado y el doctorado en Universidad Nacional de Córdoba ¿Cuál es el marco teórico que allí predomina?
Efectivamente, estudié la licenciatura y el doctorado en mi querida UNC. En el momento que yo cursaba el psicoanálisis era hegemónico. Hoy diría que las cosas están cambiando gracias al trabajo que venimos haciendo varios profesores e investigadores. Si bien me animo a decir que el psicoanálisis aún es fuerte, la terapia cognitivo comportamental, las neurociencias, los enfoques psicodinámicos breves y la terapia de conducta ha ido ganando un lugar cada vez más importante, lo cual es muy bueno desde mi punto de vista.
¿Cómo fue tu recorrido académico luego de haberte egresado como psicólogo?
Fue largo, intenso y sorpresivo para mí. Egresé de la licenciatura convencido que lo mío era la investigación y no la clínica. Había intentado hacer una práctica en tercer año y mi primera experiencia en un neuropsiquiátrico me asustó mucho. Era una etapa en la cual estaba muy vulnerable y el entrenamiento que me habían dado hasta ese momento en la facultad estaba basado en una visión patologizante y centrada en el déficit, lo cual fue un excelente cóctel para que mi primer contacto con los pacientes del pabellón de “psicóticos” fuese una experiencia muy difícil para mí.
Me dediqué de lleno a la investigación psicométrica, donde aprendí un montón de cosas que ya casi no uso (jeje). Sin embargo, fue esa misma línea la que me trajo nuevamente hacia la clínica. Ya en mi doctorado, donde me había propuesto la construcción de un test psicológico, como parte de los estudios de validación del mismo debíamos hacer una intervención, y me decidí a desarrollarla. Para esto tuve que entrenarme en diferentes estrategias cognitivo conductuales para el abordaje de problemas interpersonales, lo cual me llevo a contactar a quienes fueron mis maestros en ese momento: Zilda y Almir Del Prette, de la Universidad de Sao Carlos. En esa época recuerdo que, paralelo a mi doctorado, me puse a explorar diferentes abordajes psicoterapéuticos ya que lo que se enseñaba en Córdoba y Argentina dentro de la TCC me parecía demasiado limitado y rígido. En esa época yo venía muy entrenado en el enfoque de la teoría social cognitiva de bandura, pero yo sentía que algo todavía me faltaba. Así, pasé por el enfoque sistémico, el análisis transaccional, la terapia multimodal, y hasta me atreví a explorar algo de terapia transpersonal. Ya en el 2009 tomo contacto con la terapia de aceptación y compromiso y ahí me doy cuenta de que eso era lo que quería: una terapia de conducta que abordaba la dimensión espiritual, de una forma parsimoniosa, experiencial y basada en una concepción de sufrimiento que reflejaba mi historia y mi propia concepción. Luego conocí FAP, mi actual amor, y aquí estoy.
¿Cómo llegaste a formarte en FAP y ACT?
Me encantaría poder darte una respuesta corta y simple, pero en realidad fue un verdadero viaje que podría resumirte en cuatro acontecimientos que me guiaron y me condujeron a donde estoy ahora. Todo comienza en el año 2008 o 2009. Era una época de intensa búsqueda personal, mi padre estaba muy enfermo, me sentía muy confundido y comencé una exploración espiritual muy intensa. Estaba en la búsqueda de algo espiritual, un ancla que me permitiera transitar ese momento y explorar mi historia. Experiencias chamánicas, alucinógenos, crisis, una época de mucha confusión para mí, y de mucho aprendizaje. En esa época me invitaron a disertar al congreso de la APICSA en Chile, y un asistente a mi conferencia se me acercó y charlamos un rato largo. Recuerdo que él, un señor de unos 70 años, muy sabio, me habló sobre la terapia de aceptación y compromiso como un abordaje conductual que profundiza en el aspecto que yo estaba buscando, lo espiritual. De ahí en más mi curiosidad me fue guiando. El segundo acontecimiento fue una estancia que realicé por esa misma época con Zilda y Almir en la universidad de San Carlos. Mis días allí fueron reveladores, ya que me encontré rodeado de analistas del comportamiento, que utilizaban estos principios de maneras sumamente creativas y flexibles. No solo me formé como entrenador de habilidades sociales, sino que comencé a entender que la parsimonia del análisis del comportamiento era algo que yo había venido buscando desde hace tiempo. Es muy llamativo como los puntos se van uniendo, ya que tuve el honor de compartir algún tiempo de trabajo y muchas charlas con una alumna directa de Murray Sidman, la Dra Deisy das Graças de Souza. Pude conocer además de manera concreta algo sobre investigación en RFT, teoría que sólo había intentado entender desde los libros hasta ese momento.
Luego de mi doctorado y ya habiendo muerto mi padre ocurre el tercer acontecimiento. Por esos días estaba ejerciendo la clínica en lo que yo creía era ACT. En diciembre de 2011 fui a mi primer workshop internacional sobre ACT con Kelly Wilson y en el 2012 participo de mi primer retiro de mindfulness. Si bien ya sentía que ese era mi camino, todavía sentía que algo me faltaba. Fue en el año 2012 que tuve la oportunidad de conocer a quien fue mi primer supervisor (hoy mi mejor amigo), Benji Schoendorff. En su taller sobre ACT y FAP pude darme cuenta de qué era lo que quería para mi vida como terapeuta, como entrenador y como ser humano, y a la vez podía ver algo de la luz que venía buscando: quería ser simple. De allí en más todo ocurrió muy rápido, dediqué toda mi energía, tiempo y dinero a entrenarme para ser el terapeuta y entrenador que quería ser
Creo que mi conducta perfeccionista fue útil en ese sentido, ya que estas terapias me atrajeron tanto que me generaron un profundo respeto. Por esto, estaba convencido que quería cuidarlos siendo fiel a los principios y me propuse aprender desde las fuentes. Mis habilidades sociales adquiridas fueron muy útiles en ese sentido, ya que rápidamente me vi vinculado con los más grandes entrenadores, aprendiendo de ellos con una curiosidad voraz. Hice cuántos cursos puedas imaginarte, estancias en el hospital de veteranos en Maine junto a Kevin Polk, en la Universidad de Washington con Jonathan Kanter, entrenamientos intensivos y hasta una estancia con Carmen Luciano, que sería el cuarto acontecimiento. También me ayudó mucho mi aprendizaje como paciente en estos modelos, y muchas horas de supervisión. De hecho, desde el año 2012 no he dejado de tener mi supervisor en estos modelos.
¿Cuáles creés que sean los aportes más innovadores de estas terapias?
Creo que la concepción filosófica y la concepción de sufrimiento, ya que todo lo demás deriva de allí. Estas terapias son en gran medida contraculturales y por ello suponen un desafío a muchas ideas arraigadas en nuestra comunidad.
¿Qué opinás sobre las terapias basadas en procesos?
Tengo mucho que decir, pero creo que sería para otra entrevista. Siendo lo más sucinto posible, creo que son varias cosas al mismo tiempo. En primer lugar creo que la concepción basada en procesos es necesaria, ya que supone poner fin a la proliferación constante de modelos terapéuticos que se proponen como novedosos cuando en realidad no lo son. La idea básica es que hay un número limitado de mecanismos psicológicos subyacentes que determinan si las personas terminarán con problemas conductuales o no, y esos mecanismos deberían ser trabajados dinámicamente de forma continua en la terapia. El principal beneficio de este enfoque para los terapeutas es que hay muchos menos mecanismos subyacentes de cambio que técnicas terapéuticas o modelos de terapia. Por lo tanto, el terapeuta solo necesita aprender a atacar esos mecanismos subyacentes cuando aparecen en la terapia. No debe lealtad a un manual de tratamiento que contiene toneladas de intervenciones inútiles. En cambio, aprende a reconocer estos mecanismos centrales de cambio a medida que se desarrollan en la conversación clínica y responde a ellos de una manera específica.
Por otra parte, creo que no es algo nuevo ya que hay autores que vienen defendiendo esa propuesta hace mucho tiempo, y seguramente hay un interés político en ponerlas en la agenda, ya que por detrás está la Asociación Americana de Psicología. Quizás también el hecho de que hoy se hable de ello, tal como el mismo Hayes lo afirma, sea en parte gracias a las terapias comportamentales contextuales, que son de hecho terapias basadas en procesos. Quizás haya que esperar para ver si se trata solo de una moda pasajera o si realmente está gestándose un nuevo movimiento en psicoterapia. Ojalá sea lo segundo, pero en ese caso espero que no se trate de terapia cognitivo comportamental basada en procesos sino de psicoterapia basada en procesos. En la materia que dicto en la Facultad de Psicología de la UNC hemos desarrollado un programa en esa línea, y está siendo un hermoso desafío. Los alumnos pueden discutir y aprender diferentes abordajes terapéuticos muy diversos tomando a los procesos como punto de anclaje. Así por ejemplo, pueden discutir y comparar procesos tan cercanos como la mentalización y el yo contexto, mientras exploran la terapia de mentalización y ACT. ¿Muy loco no?
¿Solés tener un esquema armado para la primer entrevista?
No, pero los pacientes te moldean. Quiero decir, no la tengo pero generalmente hago lo mismo y creo que es el resultado de las respuestas de mis pacientes a mi conducta. Es decir, hago lo que me ha funcionado en general. Si tuviese que resumirlo sería: charlo, pregunto e intento comprender lo que trae a sesión al consultante y lo defino en sus propias palabras. Luego, exploramos las funciones que controlan su conducta hasta identificar una clase funcional problemática y redefinimos el problema en términos del modelo con el cual trabajaremos. Presento el modelo y el encuadre de trabajo que utilizaremos, doy las fichas de consentimiento informado para ser firmadas, fin. Obviamente estos pasos pueden darse en diferentes secuencias, pero sin duda forman parte de las check list que utilizo en supervisión.
¿Y con la conceptualización de los casos? ¿Cómo las formulás?
En principio cuando trabajamos con el equipo DBT utilizamos el formato estándar que aprendimos con los supervisores del equipo. Cuando es por fuera de DBT, y dado que me fui acercando cada vez más al análisis de la conducta clínica, fui desarrollando mi propio estilo y mis conceptualizaciones se hicieron cada vez más parsimoniosas. En la actualidad cuento con un modelo propio basándome en lo que yo considero procesos centrales de la terapia. Así, mi formato incluye una breve historia del paciente, el problema según sus propias palabras, la clases funcionales problemáticas dentro y fuera de sesión, las clases alternativas, y el tipo de interacción con el propio comportamiento y autorreglas que se siguen (evitación experiencial, impulsividad, etc).
¿Cómo fue la experiencia de poder supervisarte con Dra. Carmen Luciano?
Para ser justo, ella no fue mi supervisora clínica, fue (y considero que aún es) mi supervisora en investigación. Pero sería injusto si encasillo a Carmen en ese rol, ya que para mí es una maestra que te exige llegar a tus propios límites y enfrentarte con tu propia ignorancia. Obviamente que es una invitación a pasarla mal, en la medida que te aferres a la idea de que sabes algo. Unos minutos con Carmen son una invitación a la humildad y a la aceptación de lo poco que sabemos. Creo que luego de mi estancia con ella pude darme cuenta de la ilusión en la que venía viviendo, al creer que sabía RFT y ACT.
¿Desde cuándo te desempeñas como trainer en ACT?
Desde marzo del 2018.
¿Cuándo comenzaste a ser investigador? ¿Qué te llevó a eso?
Comencé a investigar cuando estaba en tercer año de la carrera. Tuve la suerte de comenzar a trabajar como ayudante alumno de técnicas psicométricas investigando junto al Dr. Edgardo Pérez, quien sería mi director de tesis de licenciatura y de doctorado. Siempre tuve la tendencia a buscarme maestros o tutores y él fue sin duda mi primer maestro. Edgardo me enseño a amar la investigación y me mostró que tengo las habilidades para hacerlo. Es algo que actualmente me apasiona, aunque estoy trabajando en pulir más otras habilidades que me están haciendo falta, entre ellas, moderar mi perfeccionismo. Como verás, lo que puede ser útil en algunos contextos en otros no lo es
¿Desde cuándo te desempeñás como trainer? ¿Qué tal resulta eso?
Considero que comencé a sentirme entrenador en el año 2008, cuando comencé a entrenar en habilidades sociales. Suelo diferenciar la palabra entrenador de la palabra profesor ya que entrenar involucra otros aspectos, desde mi punto de vista más complejos. Así, un entrenador debe tener la capacidad de generar un contexto de aprendizaje de competencias teóricas (en esto no se diferencia de un profesor) pero también prácticas (el know how) o técnicas, y esto requiere un estudio sistemático de estrategias didácticas que permitan la práctica y refinamiento de estas habilidades. Finalmente, y sobre todo en el entrenamiento de terapeutas, ser trainer involucra además tener un adecuado repertorio que permita generar espacios experienciales donde los participantes puedan explorar vivencialmente los procesos que trabajamos con nuestros pacientes. Creo que lo más difícil es encontrar un buen balance para que las tres habilidades sean igualmente trabajadas. En ACT se suele usar la metáfora de la “cabeza” (teoría), las “manos” (la técnica) y el “corazón” (la experiencia).
¿Cuándo comenzaste a ser associatte scientist? ¿En qué consiste exactamente?
Creo que desde el año 2016. Consiste simplemente en que trabajo junto a otros miembros del Center of Social Connection, de la Universidad de Washington en el desarrollo de investigaciones en FAP y temas vinculados a la conexión social y el desarrollo de competencias interpersonales. Sería algo así como un miembro externo del laboratorio. Es algo muy lindo ya que Jonathan es un excelente tutor y tener su apoyo es muy útil en nuestra situación, donde no contamos con recursos y la investigación es tan precaria.
¿Cómo te resulta, a nivel personal y profesional, ser representante para Argentina de la Asociación Psicológica Iberoamericana de Clínica y de la Salud?
APICSA es en gran medida la asociación que me sirvió de soporte durante todo mi desarrollo profesional hasta mi doctorado. Tal es así que conocí a Zilda Del Prette a partir de APICSA, y mi contacto con Vicente Caballo (su presidente) fue de gran utilidad para mi tesis doctoral. En la actualidad, creo que lo más rico es a nivel personal, ya que la comisión directiva de APICSA está integrada por un grupo hermoso de personas de diferentes países y con diferentes orientaciones dentro de las TCC. Es como mi familia y las reuniones que se organizan desde la asociación son simplemente imperdibles. No quiero decir con esto que no sea aún un espacio de crecimiento profesional para mí, de hecho lo es, pero lo que me da a nivel personal es mucho mayor
¿Cuál y cómo fue tu primer experiencia como disertante en alguna Jornada o Congreso?
Mi primera experiencia fue en el año 1996. Aún era estudiante y presenté en unas jornadas de cátedras de neurociencias un trabajo sobre comportamiento prosocial e inteligencias múltiples, como tema libre. Experiencia casi traumática. Recuerdo que al finalizar, una señora muy dulce que coordinaba la mesa me acercó un vaso con agua y un pañuelo para que me secara la cara. Todo lo que pasó hasta ese momento quedó borrado de mi memoria
¿Desde cuándo dictas cursos y talleres? ¿Cuál y cómo fue tu primer experiencia como docente ,tanto en estos espacios como en la facultad?
Creo que desde el 2008, pero vengo dando clases desde antes. Comencé en el año 1996 como ayudante alumno y ahí fueron mis primeras experiencias. De alguna manera siempre siento que nací siendo docente. Amo hacerlo y siento que cuando lo hago me traslado a otra dimensión. Mi papá y mi mamá también fueron docentes, y creo que de alguna manera crecí en un aula.
¿Quisieras contarnos las experiencias de ser escritor de artículos, capítulos y libros?
Jaja. Qué pregunta difícil, no sé. Es algo medio absurdo en mi caso. Pasó un montón de horas escribiendo, revisando, y escribiendo de nuevo. Luego se publica y me siento feliz por un ratito hasta que sale otro proyecto. Igual creo que es una experiencia muy personal. En mi caso he escrito un montón de cosas simplemente por la necesidad de la academia, y recién hoy estoy finalizando dos libros que creo me hacen sentir orgulloso: La matrix manual de usuario y Las tormentas de Blaz. Este último es una belleza ya que se lo dedico a mi amigo Blaz, mi perrito Schnauzer que falleció el año pasado. Es un libro para niños.
¿Creés que tu rol como trainer, terapeuta, investigador, escritor y docente (¡Cuántas facetas académicas!) se complementan entre sí?
Te falto “proyecto de músico” y practicante de aikido y Iaido en impasse, jeje. Se complementan de varias maneras. En primer lugar, necesito hacer muchas cosas ya que si no me aburro y me pierdo. Soy una persona que pasó de tenerle pánico a la muerte a tenerle un profundo amor y un ominoso respeto a la vida. Es por ello que quiero saborear cada gota, cada sorbo que ella me regala. Soy un voraz consumidor de experiencias y no puedo evitarlo. Creo que el espacio que transito hoy es parte de la búsqueda espiritual que comencé hace tiempo, y que paradójicamente (o no tanto) me ha transformado en un explorador de momentos, de pedacitos de existencia, y necesito de todos para sentirme vivo. Entonces, claro que se complementan, y se necesitan.
Por otra parte, todos se vinculan en un rol fundamental que me encanta desempeñar: Transmitir. Me considero un transmisor, casi como un cable, cuya misión en la vida es hacer simples los mensajes complejos que pueden ayudarnos a dejar el mundo un poquito mejor de lo que era. Sería algo así como un hermeneuta contemporáneo, que aspira a la simpleza de los perros. Un perro hermeneuta, jaja. Próximo título de libro: “El perro hermeneuta”.
Qué respuesta tan sentida…
¿Cuándo y cómo surge CIPCO ?
Fundación CIPCO surge de mi amor por la docencia, la psicoterapia, y mi profundo amor por quien es hoy mi compañera de vida: Gabi Cabanillas. Es un proyecto que iniciamos hace más de 10 años juntos, con el apoyo y trabajo de muchas personas, algunas de las cuales ya no están y otras permanecen. CIPCO es hoy, me enorgullece decirlo, un centro de referencia internacional en terapias comportamentales contextuales, y tenemos dos equipos hermosos y súper eficientes de terapeutas: uno especializado en DBT y otro en ACT, FAP BA y otros abordajes. Damos cursos de entrenamiento y hemos desarrollado un programa propio de entrenamiento en competencias. ¿Sabes qué? El año pasado me encantó escuchar a alguien decirme: “ese terapeuta tiene estilo CIPCO”. Fue como, “Wow, que bueno es escuchar esto”.
Actualmente y en el futuro ¿Qué desafíos creés que tenga la psicología?
Ufff. Muchísimos. Algunos ya los señalé, básicamente la búsqueda de una psicoterapia basada en procesos con base en la evidencia, un mayor desarrollo de ciencia reticulada e investigación translacional, el desarrollo de programas de entrenamiento y supervisión de psicoterapeutas con base en la evidencia, una discusión seria acerca de las implicancias éticas y los dilemas que se enfrenta en psicoterapias interpersonales o que se desarrollan en contextos de mucha intimidad. Ahora, en nuestro país, con que podamos comenzar a desarrollar investigación para aportar evidencia de que lo que hacemos funciona en lugar de seguir hablando sobre evidencia, con que podamos lograr que terapeutas y supervisores se entrenen y con que logremos que las terapias que funcionen lleguen a los que menos recursos tienen y dejen de ser un “servicio de elite” creo que es suficiente. Podría morir tranquilo
¿Quisieras agregar algo?
Solo agradecerte. Tus preguntas fueron terapéuticas. ¿Cuánto te debo? (jeje)
¡Muchas gracias por el espacio y la colaboración, Fabián!
Gracias muchas.