Bent Meier Sørensen, Profesor de Filosofía y Negocios en Copenhagen Business School, escribe:
Una clase en vivo cara a cara es una interacción abierta entre los estudiantes y el profesor para tratar contenidos y lo que hace un powerpoint es convertir la clase en un monólogo que ignora cualquier otro tipo de aportación que no sea lo que el profesor ha planificado el día anterior, quitando toda posibilidad de improvisar o de considerar otras opiniones. Hay pocas opciones para adaptarse a las reacciones de los estudiantes sin salirse del tema.
Este tipo de presentaciones suelen ser sumamente aburridas porque, aunque los oyentes ya sepan por dónde van los tiros, el orador tiene que exponer todos los puntos, mientras el público cruza los dedos para que la siguiente diapositiva sea más interesante.
Según él, el uso que se le da a las presentaciones en powerpoint actualmente, afectan al mismo proceso de aprendizaje:
Por lo visto, el PowerPoint no ha empoderado a los profesores porque no son comerciales que quieren venderles ideas a sus alumnos con unas diapositivas. Los profesores tienen que plantearles problemas y este tipo de aprendizaje es un proceso lento y complejo que no se puede resumir en unos pocos puntos clave. PowerPoint produce estupidez y algunos académicos, como el experto en estadística estadounidense Edward Tuffe, lo han llegado a calificar como “demoniaco”.
Además sugiere que fomenta pereza y dependencia en profesores y alumnos:
Bien es cierto que si les quitamos el powerpoint a los profesores hacemos que tengan que prepararse mejor las clases. Sin embargo, en nuestro programa de máster los profesores planificamos las clases minuto a minuto, aunque siempre con un contenido abierto a sufrir cambios. Para fomentar su interacción, los alumnos ponen su nombre en el pupitre desde el primer día para que los profesores puedan pedirles a los que menos participan en las clases que expliquen alguno de los conceptos que se están desarrollando en la pizarra, ya sea desde su sitio o saliendo a la pizarra a escribir.
Durante todos los años en los que he usado el powerpoint de forma tradicional, los alumnos se quejaban automáticamente si no recibían las diapositivas antes de la clase. A día de hoy los alumnos no han mencionado nunca que echen de menos el powerpoint -sólo se quejan si las notas de mi pizarra son confusas- y si en un punto llevan razón se puede corregir en el momento (…).
Las palabras de Sørensen parecen un poco extremas, pero estoy de acuerdo con él. Hemos abusado del powerpoint, nos hemos hecho adictos a las diapositivas y los síntomas de la dependencia se hacen evidentes en cada orador, estudiante y profesor que se paraliza y que no puede desarrollar su clase porque la computadora o el proyector no funcionan.
Todos conocemos las impecables conferencias de TED, y la receta que ellos utilizan es totalmente opuesta a la que la mayoría de los estudiantes y profesores utiliza. En TED comienzan con una planeación minuciosa de la idea que desean trasmitir y con los puntos específicos que sustentan ese mensaje. Ya con el mensaje perfectamente preparado, los oradores comienzan a preparar sus diapositivas con una serie de lineamientos que las hacen más impactantes. Con esta receta, el orador invierte la mayor parte de su esfuerzo y energía en la preparación de su mensaje.
En cambio, la mayoría de los profesores y estudiantes inicia con la receta al revés. Primero comienzan eligiendo las transiciones, el tipo de letra y colores y por último y si queda tiempo, practican los puntos principales de su argumento.
Nuestra dependencia al powerpoint comenzó cuando empezamos a tratar a las diapositivas como si fueran la conferencia cuando en realidad son simplemente una herramienta de presentación. Lamentablemente no hay efectos, ni transiciones, ni colores de texto que puedan salvar a un orador mal preparado que dedicó 90% de su esfuerzo a las diapositivas y 10% a las ideas que quería trasmitir.
4 comentarios
Un aburrido ejemplo de LA FALACIA DEL DOBLE DILEMA: si usas PPT la clase es magistral – si no lo usas es buena.
¿No es posible combinar el uso de diapositivas con los foros, debates, resolución de problemas, trabajos grupales, etc?
Básicamente, el argumento para satanizar esta herramienta (que ha sido superada por otras opciones como prezi), es que la usan docentes aburridos. Fatal.
En mi experiencia docente, en una escala mucho menor por supuesto, también pude sentir la tendencia de dedicar mucho tiempo a la elaboración animada del PPT, de tal manera que eso afectaba la preparación del contenido de la clase en sí por restarme muy poco tiempo para ello. Sin embargo, considero que es posible usar el power point de manera controlada y flexible, siempre y cuando se tenga en cuenta que ella constituye sólo un medio y no un fin en sí mismo. Confieso que en ocasiones pude hacer una clase amena y participativa valiéndome de esta herramienta (sobre todo para las imágenes y gráficos). Creo que para lograrlo se necesita mucha práctica así como equilibrio. Es importante también considerar que el uso del PPT no debe excluir el uso de la pizarra tradicional, es posible complementar ambas herramientas.
Yo he sufrido todos mis estudios por la dependencia al power point de los docentes. Aunque también me he encontrado algún valiente que daba sus clases a la antigua, con la pizarra y el fibrón. De cualquier manera, las clases magistrales no son lo mío…
He vivido en carne propia la “muerte por PowerPoint”, con profesores que (a) saturan de animaciones (con sonidos!), o que (b) llenan la diapositiva de texto y se limitan a leerlo todo. Sin embargo, considero que un ppt es una herramienta, y como tal, su beneficio depende de cómo se use.
Tengo poca experiencia en docencia, y aún así he logrado hacer que un ppt sea una herramienta interactiva, aprovechando que sí se puede editar en tiempo real (al contrario de lo que dice el artículo), lo que permite incorporar aportes de los estudiantes. Pienso que el que una clase sea interactiva y no meramente un “darle play al profesor” depende mucho más de la planificación que del material de apoyo que se utilice.
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