La depresión de Navidad no aparece como tal en ninguno de los manuales que clasifican a las enfermedades mentales, sin embargo, en la práctica se constata con frecuencia un síndrome caracterizado por un estado de ánimo melancólico que surge en las fiestas navideñas, una época del año en la que se ha institucionalizado la obligación social de realizar esfuerzos de convivencia y manifestaciones de paz y amor que muchas veces se oponen a nuestros sentimientos y al tipo de relación que durante el resto del año mantenemos con quienes se espera que mostremos una afabilidad que para muchos resulta imposible, surgiendo un estado de frustración al tener que elegir entre dos sentimientos contradictorios como son la obligación social de someterse a unos convencionalismos y el rechazo a seguir las normas impuestas.
Si a esto añadimos los inevitables recuerdos que surgen al evocar a seres muy queridos, que bien fallecieron o bien se encuentran lejos en la distancia (tanto física como otras distancias más difíciles de soslayar), con quienes es imposible compartir estas fechas. Al asociarse esta nostalgia con los sentimientos contradictorios antes mencionados, surge un caldo de cultivo idóneo para que aflore la depresión de Navidad, una entidad clínica que guarda gran similitud con la depresión verdadera y que, en individuos predispuestos (sobre todo quienes han sufrido depresiones previas) puede dar lugar a una auténtica depresión que cumpla los criterios diagnósticos para ser considerada como tal y, en consecuencia, ser tratada.
Quien la padece, experimenta sentimientos de tristeza y melancolía asociada a una visión negativa de la realidad
Los rasgos de personalidad que definen a cada individuo influyen en la aparición de esta depresión de Navidad, así como también la importancia que cada cual le confiera a estas fiestas (según sus creencias o su apego a la tradición) y su labilidad a responder con sentimentalismo a las campañas publicitarias dirigidas a excitar las fibras más sensibles de los destinatarios sin otro objetivo que fomentar el consumismo.
Síntomas y factores que concurren en la depresión de Navidad
La depresión de Navidad cumple con muchas (a veces todas) las características que definen a la depresión común, por ello, quien la padece, experimenta sentimientos de tristeza y melancolía asociada a una visión negativa de la realidad que contrasta con la alegría que encuentra a su alrededor y ante la cual se siente fuera de lugar.
Los factores que propician este sentimiento son
- Nostalgia por la ausencia de seres queridos que crea una visión en túnel, negativa y monotemática, que impide participar de la fiesta al sentirse incapaces para valorar aquellas personas y situaciones gratificantes y placenteras que sí que se encuentran a su alcance.
- Recuerdos de acontecimientos pasados negativos (tanto en Navidades anteriores como a lo largo del año) que ahora salen a relucir haciendo que el individuo considere desdichada su existencia. Se trata de un modo tóxico de rememorar el pasado, imposible de evitar para quienes se sienten prisionero de vivencias dañinas y no resueltas que repercuten en su presente.
- Sentimientos de soledad y añoranza de quienes se encuentran físicamente lejos de su familia y no les es posible visitarlos en estas fechas. También en estos casos se crea una visión negativa en túnel que impide ver lo que de positivo y gratificante pueda estar al alcance de la mano de quienes sufren esta dolorosa soledad sin darse cuenta de que en su entorno hay personas y oportunidades (a pesar de la lejanía de su hogar y la soledad que puede experimentar un emigrante) que pueden proporcionarles momentos placenteros.
- Desde una perspectiva socio-económico-cultural, destaquemos que el fomento del consumo (a través de la publicidad) predispone a que muchas personas se vean abocadas a una depresión como consecuencia del contraste entre el falso cliché de felicidad que se divulga en los medios y que nada tiene que ver con la realidad que ellos sufren, ya no sólo de tipo económico, sino de índole personal, existencial, laboral o de pareja entre otros muchos.
Caer en la trampa de comparar la propia realidad con los estereotipos que se nos imponen con afán consumista, supone un duro choque que aboca a una depresión a individuos predispuestos al comprobar como su vida no se parece en nada a lo que exhiben los reportajes de los informativos y los anuncios publicitarios. Circunstancias tristes como no poder comprar a sus hijos regalos puede promover sentimientos de autocrítica y de fracaso así como un rechazo al rol que el adulto desempeña en su unidad familiar.
Algunas recomendaciones para para evitar la depresión navideña
- Como es seguro que, entre los recuerdos de tus seres queridos fallecidos vas a encontrar infinitos momentos gratos, así como Navidades junto a ellos que fueron felices, deberías probar a disfrutar de los recuerdos en lugar de atormentarte con ellos. También es productivo asumir que, pese a lo irremediable de su pérdida, esas remembranzas son sólo tuyas, te pertenecerán por siempre y podrás revivirlas con quienes tienes a tu alrededor y esperan de ti algo más que melancolía. No te atormentes con los recuerdos y rememora todo lo agradable de aquellos que se fueron pero permanecen vivos en tus sentimientos. Piensa en sus chistes, sus anécdotas y compártelas. No renuncies a revivir en tu mente unos tiempos que fueron felices ya que, mantenerlos vivos te conferirá un alivio que redundará en tu bienestar personal y en el de aquellos a quienes quieres.
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