Estupendo análisis del profesor y reconocido divulgador Enrique Dans, sobre el uso de la computadora en el aula de clases:
Pretender que volvamos al papel y al bolígrafo en pleno siglo XXI no puede ser un error más grave, y una prueba de que los estudios que pretenden evaluarlo están, sencillamente, mal diseñados. Es completamente absurdo. Cuando además se mezcla con ideas absurdas como el papel de la escritura en la psicomotricidad fina, unas habilidades que se desarrollan de manera mucho más eficiente con otro tipo de trabajos o ejercicios, la consecuencia es una cuadrilla de profesores pretendiendo eliminar de las clases la herramienta más poderosa y eficiente que hemos tenido nunca para replantear la educación, y una pretensión de seguir enseñando como lo hemos hecho siempre, con apuntes y clases magistrales, porque curiosamente, de forma “misteriosa”, es la manera que mejor funciona en las pruebas diseñadas para evaluar únicamente ese tipo de educación. Y cuando las métricas están mal, las conclusiones son sencillamente erróneas.
Claro que las computadoras pueden ser un elemento distractor, el problema es que se está evaluando a los alumnos que no saben como usar una computadora para estudiar y aprender dentro del aula:
En efecto, los ordenadores en una clase pueden ser una fuente de distracción. Por supuesto que pueden serlo. Un ordenador es un dispositivo multifuncional, que permite hacer de todo, que aúna funciones de comunicación, con otras de entretenimiento y con infinidad de propósitos susceptibles de generar estímulos poderosos capaces de deteriorar la concentración en una clase. En ese sentido, tenemos que tener en cuenta que estamos evaluando a alumnos que nunca fueron adiestrados para utilizar un ordenador en clase, que lo usan porque a ellos les pareció cómodo tomar notas mediante el teclado frente a hacerlo a mano, algo en lo que están completamente en lo cierto: tomar notas de manera analógica implica un esfuerzo incómodo que genera un material que está en un soporte fósil, que no puede ser compartido más que mediante métodos tan arcaicos como hacer fotocopias, del mismo modo que lo hacía yo en mi carrera hace varias décadas. Pretender que sigamos así, tomando notas con papel y bolígrafo para fotocopiarlas y dejárselas a nuestros amigos me parece un insulto a la inteligencia, y una limitación enorme en la manera de entender la educación.
Mi experiencia va de la mano con los argumentos de Dans. He introducido, con resultados muy favorables, el uso del iPad en niño con dificultades de grafomotricidad que presentaban conductas disruptivas severas dentro del aula de clases. Es cierto que se necesita cierto nivel de conocimiento y entrenamiento por parte del maestro y los estudiantes, pero una vez hecho, los beneficios son innegables. No podemos limitar el uso de la herramienta más poderosa e importante de nuestra era porque algunos todavía no la entienden. Dans lo explica con amplia elocuencia.