Experimentar estrés postraumático puede tener efectos que van mucho más allá de la angustia sufrida en el momento en que ocurre el o los eventos. Consecuentemente, por ejemplo, las personas que lo han vivido pueden presentar más agresividad.
Esto podría explicarse porque dos vías cerebrales involucradas en la emoción se ven fortalecidas tras ocurrir aquellos sucesos, y su resultado sería mayor agresividad, según surge de los hallazgos de un nuevo estudio (Nordman et al., 2020).
La amígdala es una parte del cerebro esencial en el procesamiento de la emoción, los comportamientos sociales y la agresión. Los investigadores examinaron cómo los diferentes circuitos de la amígdala cambiaron en ratones machos después del estrés traumático. Descubrieron que se fortalecieron dos conexiones: el circuito que conecta la amígdala con el hipotálamo ventromedial y el núcleo del lecho de la estría terminal. Esto resultó en más ataques contra otros ratones. El primero de los circuitos modula la frecuencia de los ataques, mientras que el segundo controla su duración.
Posteriormente, los investigadores usaron bajas frecuencias de luz para evitar que las vías se fortalecieran, bloqueando un aumento en el comportamiento agresivo. La estimulación cerebral profunda puede provocar el mismo efecto en humanos, por esta razón, los autores sostienen que el tratamiento de estimulación cerebral profunda dirigida a esas vías puede obstaculizar la agresión asociada con el trastorno de estrés postraumático.
Referencia bibliográfica:
Nordman, J. C., Ma, X., Gu, Q., Potegal, M., Li, H., Kravitz, A. V., & Li, Z. (2020). Potentiation of Divergent Medial Amygdala Pathways Drives Experience-Dependent Aggression Escalation. The Journal of Neuroscience: The Official Journal of the Society for Neuroscience, 40(25), 4858-4880. https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.0370-20.2020
Fuente: Science Daily