Mantener la atención durante lapsos de tiempo prolongado no es una tarea sencilla, cognitivamente hablando. A algunos les toma más trabajo que a otros, pero si le sumamos a esto una enfermedad mental grave, encontraremos que aquello puede ser algo realmente desafiante.
Un nuevo estudio muestra que es posible saber cuándo una persona está enfocada mediante el uso de algoritmos específicos y firmas cerebrales, lo que indica quién podría beneficiarse de la estimulación eléctrica para ayudar a aumentar la atención. Estos hallazgos podrían ayudar a mejorar la capacidad de los paciente para manejar los déficits de atención asociados con una variedad de problemas de salud mental (Provenza et al., 2019).
Investigaciones anteriores demostraron que la aplicación de estimulación eléctrica en el momento justo ayuda al cerebro de un paciente con una enfermedad mental grave a superar tareas cognitivas difíciles. Sin embargo, fue realizada en un laboratorio, libre de las complejidades de las actividades cotidianas del mundo real.
En esta ocasión estudiaron a pacientes sometidos a cirugía por epilepsia grave, que ya tenían electrodos de medición en las áreas relevantes del cerebro.
El estudio también demuestra que no hay una región única del cerebro que pueda decir cuándo alguien está enfocado sin esfuerzo. Para detectar cuándo el paciente comenzó a centrarse en una tarea cognitiva, los investigadores tuvieron que analizar la información a nivel de red. Era esencial observar cómo la actividad de una región se coordinaba con la actividad de otra.
“Utilizando las mismas señales neuronales que podrían impulsar la estimulación cerebral adaptativa profunda, hemos demostrado que es posible detectar estados mentales que podrían ser susceptibles de control de circuito cerrado”, dijo la autora principal Nicole Provenza, MS, candidata a doctorado, de la Universidad de Brown.
“Queremos adoptar un enfoque centrado en el paciente para tratar las enfermedades mentales”, explicó el Dr. Widge, coautor del estudio. “El trabajo de un estimulador no es eliminar los síntomas; su trabajo es ayudar al paciente a controlar sus síntomas. Le devuelve el poder al individuo y solo le da un poco de ayuda adicional cuando lo necesita.”
Los autores señalan que se necesitarán más investigaciones para generalizar sus hallazgos en aplicaciones del mundo real, y esperan que la presente investigación contribuya en última instancia al desarrollo de terapias de estimulación cerebral más eficaces para las enfermedades mentales.
Otros estudios encontraron que la estimulación cerebral profunda tiene valor potencial para el tratamiento de trastornos psiquiátricos refractarios, como el Trastorno Obsesivo Compulsivo severo (Abelson et al., 2005); en pacientes con Alzheimer, la estimulación cerebral profunda impulsó la actividad neuronal en el circuito de memoria, incluidas las áreas entorrinales y del hipocampo, y activó la red del modo “default” del cerebro. Las exploraciones PET mostraron una reversión temprana y sorprendente de la utilización alterada de la glucosa en los lóbulos temporal y parietal que se mantuvo después de 12 meses de estimulación continua. La evaluación de la subescala cognitiva de la Escala de evaluación de la enfermedad de Alzheimer y el Mini examen del estado mental sugirieron posibles mejoras y/o desaceleración en la tasa de deterioro cognitivo a los 6 y 12 meses en algunos pacientes (Laxton et al., 2010). Por otra parte, una investigación encontró que la estimulación capsular reduce los síntomas centrales 21 meses después de la cirugía en pacientes con trastorno obsesivo compulsivo severo, de larga data y resistente al tratamiento. La estimulación provocó cambios en la actividad cerebral regional medida por resonancia magnética funcional y tomografía por emisión de positrones (Nuttin et al., 2003).
Es menester destacar que estos estudios, como todos, cuentan con limitaciones que deben tenerse presente: el tamaño reducido de la muestra y el hecho de que estos procedimientos pueden ser irreversibles.
Referencias:
Abelson, J. L., Curtis, G. C., Sagher, O., Albucher, R. C., Harrigan, M., Taylor, S. F., … Giordani, B. (2005). Deep brain stimulation for refractory obsessive-compulsive disorder. Biological Psychiatry, 57(5), 510-516. https://doi.org/10.1016/j.biopsych.2004.11.042
Laxton, A. W., Tang-Wai, D. F., McAndrews, M. P., Zumsteg, D., Wennberg, R., Keren, R., … Lozano, A. M. (2010). A phase I trial of deep brain stimulation of memory circuits in Alzheimer’s disease. Annals of Neurology, 68(4), 521-534. https://doi.org/10.1002/ana.22089
Nuttin, B. J., Gabriëls, L. A., Cosyns, P. R., Meyerson, B. A., Andréewitch, S., Sunaert, S. G., … Demeulemeester, H. G. (2003). Long-term electrical capsular stimulation in patients with obsessive-compulsive disorder. Neurosurgery, 52(6), 1263-1272; discussion 1272-1274. https://doi.org/10.1227/01.neu.0000064565.49299.9a
Provenza, N. R., Paulk, A. C., Peled, N., Restrepo, M. I., Cash, S. S., Dougherty, D. D., … Widge, A. S. (2019). Decoding task engagement from distributed network electrophysiology in humans. Journal of Neural Engineering, 16(5), 056015. https://doi.org/10.1088/1741-2552/ab2c58
Fuente: Neuroscience News