Generalmente no es difícil darnos cuenta cuando alguien está comenzando una relación romántica, parece estar más distraído y sonriente como si viera mariposas por todos lados. Y un estudio reciente observó, mediante la utilización de tests psicológicos, que efectivamente los estudiantes que se encuentran en los primeros momentos de una relación apasionada exhiben una reducción en el control cognitivo. Ahora investigadores en Japón han comenzado a buscar los correlatos neuronales de este efecto.
Hiroaki Kawamichi y sus colegas publicaron en Frontiers in Psychology, los resultados de un experimento de imagen cerebral que mostró que los sujetos en estadios relativamente tempranos de una relación romántica, presentaban una reducción en la materia gris de una región cerebral involucrada con las recompensas. Esto podría sugerir que sus cerebros se han ajustado a la intensidad de su aventura de amor.
Los científicos reclutaron a 56 jóvenes saludables (32 hombres y 24 mujeres) con una edad promedio de 21 años que habían estado en una relación romántica de al menos un mes de duración (el promedio fue de 17 meses). Para hacer comparaciones se reclutaron 57 participantes de edades similares pero que no estaban en una relación actualmente (grupo control). Debido a cuestiones de tiempo, solo 68 participantes (34 del grupo de sujetos en una relación romántica y 32 del grupo control) pudieron completar una escala sobre felicidad subjetiva, pero todos se sometieron a un escaneo de la estructura cerebral.
Los participantes que se encontraban en los primeros estadios de una relación romántica reportaron ser más felices que aquellos que estaban solteros. Y al mirar todo el cerebro, los investigadores encontraron un área específica, el estriado dorsal derecho, que era estructuralmente diferente en los participantes enamorados comparados con los solteros, en términos de una densidad reducida de la materia gris. La región en cuestión está relacionada con el procesamiento de la recompensa.
Al mirar todo el cerebro, los investigadores encontraron un área específica que era estructuralmente diferente en los participantes enamorados
Los investigadores reconocen ciertas limitaciones en su estudio y por eso recomiendan para futuras investigaciones lo siguiente:
1. En cuanto a la investigación de la reversibilidad de los efectos de estar en una relación romántica: investigar los mecanismos detallados de esta reversibilidad en términos de experiencia personal en relaciones románticas previas y en la calidad de las relaciones (para conocer sobre la modulación de la reversibilidad) o estar enamorado pero soltero (para conocer el comienzo de la reversibilidad).
2. Los científicos recomiendan también medir la felicidad subjetiva de los participantes en una muestra más grande.
3. Otra cuestión es que los escaneos fueron tomados en un momento determinado del tiempo, así que no tenemos forma de saber si estar en una relación romántica reduce el estriado dorsal derecho o si las personas con menos materia gris en este área son más propensos a estar en relaciones románticas. La única pista que tenemos sobre causa-efecto aquí es que, entre todos los participantes, no se encontraron vínculos entre el volumen estriatal y el tiempo total que estuvo la persona en una relación romántica (en toda su vida), sugiriendo reversibilidad de cualquier efecto potencial del romance en el cerebro. Los autores recomiendan que se realice un estudio longitudinal donde se lleven a cabo IRM antes y después de una relación romántica.
Por otro lado, este estudio se sumaría a otros que sugieren que los cambios en la estructura cerebral causados por mecanismos dependientes de la experiencia, son reversibles (1, 2 y 3).
A pesar de esto, parece posible que disfrutar de un romance apasionado pudiese llevar a una reducción de la materia gris en el estriado, como ha sido encontrado en personas que consumen cocaína, por ejemplo. Si pensamos en estar en una relación romántica como un momento intensamente gratificante, entonces el cerebro podría “regular” su sensibilidad a la gratificación, ajustándose a un mundo donde encontramos alegría en cada caricia, abrazo o incluso pensamiento sobre la persona amada. También podría explicar por qué una separación es tan dolorosa, el cerebro ha sido tan consentido con recompensas constantes y ahora, de repente, ya no las tiene y queda a la expectativa de algo que ya no está.
Fuente: Research Digest