El médico psiquiatra Alberto Soler Montagud, escribió para Gestalt Terapia, el blog de nuestra querida colega Clotilde Sarrió, un amplio artículo sobre la popular idea de que los psiquiatras y psicólogos somos unos tipos raros que estamos más “locos” que las demás personas.
En el artículo de Soler Montagud, se exploran varias investigaciones sobre la incidencia del suicidio y trastornos mentales dentro de la población de psiquiatras y el efecto de la relación terapéutica en la vida de los profesionales de la salud mental.
Sin duda, es un artículo que los psicólogos, psiquiatras y profesionales de la salud mental debemos leer y debatir.
Aquí una de las partes que más me gustó:
Gran parte de culpa de este contexto de prejuicios la tienen los movimientos más extremistas de la antipsiquiatría —y también de la contrapsicología— así como el estigma social que desde siempre ha recaído sobre el enfermar de la mente, una lacra que repercute en los profesionales que tratan estas patologías.
Como resultado, la figura del psiquiatra se suele contemplar con recelo y es a veces objeto de chistes y comentarios pretendidamente graciosos, tanto que es habitual llamarles loqueros a nivel popular, quien sabe si como una vía de escape del subconsciente para compensar el miedo a la locura, una constante en la historia de la humanidad que casi siempre ha considerado a los trastornos mentales como un descrédito vergonzante que es mejor mantener oculto.
Como prueba de la aversión popular a los trastornos mentales, no hay mas que comprobar que, así como a casi nadie le molesta decir que es hipertenso o que toma pastillas para la presión arterial, pocos reconocen con naturalidad que padecen un trastorno mental o bien que toman psicofármacos.
Algunas conclusiones:
Por todo ello, afirmar con ligereza que los psiquiatras son unos “tipos raros que están tan locos o aun más que sus pacientes” es una leyenda que confirma el estigma que recae sobre las enfermedades mentales, la incomprensión a la labor de los profesionales que las atienden y la falta de cultura sanitaria por parte de la población general.
Si bien es cierto que, estadísticamente hay una mayor probabilidad de que un psiquiatra sufra una enfermedad mental —o hasta se suicide— si se les compara con quienes ejercen otras especialidades, nada dicen las estadísticas acerca de que esos psiquiatras y psicoterapeutas considerados raros —y hasta locos— sean unos excelentes profesionales dotados de algo tan inusual como es la combinación de unos conocimientos científicos que, en su caso, se amalgaman con la actitud humanista con que confrontan la mente frente al cerebro, la humanización frente a deshumanización, la emoción frente a los neurotransmisores y la sensación pura e intangible frente al soma neuronal biológicamente demostrable e incuestionable en su funcionalidad.