La esquizofrenia es un trastorno de la salud mental que ha sido (y sigue siendo) objeto de muchísimos estudios, sin embargo, más de un siglo ha pasado y aún hoy no conocemos con seguridad sus causas (si bien se ha podido teorizar sobre diversos factores que podrían ser contribuyentes).
Por mucho tiempo los investigadores han creído que esta es una enfermedad mental cuya base es la genética. Pero últimamente han comenzado a comprender que quizás aquel componente genético ha sido exagerado
Un nuevo artículo de revisión publicado en Psychiatry Research (Torrey & Yolken, 2019) nos recuerda que algunos autores llegaron a sostener que la esquizofrenia “es sin duda un trastorno genético” con “estimaciones de heredabilidad de aproximadamente 80% -85%” ((Pearlson & Folley, 2008); (Cardno & Gottesman, 2000). Algunos genetistas incluso sugirieron “una gran posibilidad de que la mayor parte de la pequeña proporción restante de la varianza pueda explicarse por cambios no transmisibles en la estructura o expresión de los genes” (Mcguffin, Asherson, Owen, & Farmer, 1994). En otras palabras, la esquizofrenia puede ser 100% genética con factores ambientales que juegan poco o ningún papel.
Desde entonces, se ha dicho que “la tendencia actual en la genética psiquiátrica es utilizar muestras enormes para encontrar genes de efectos minúsculos” («The Search for Schizophrenia Genes | Issues in Science and Technology», 2016).
Un genetista de la esquizofrenia, observando los “hallazgos relativamente escasos de asociaciones basadas en “, señaló que “entre los científicos en el campo, hay una sensación de decepción en el aire” (Gershon et al., 2011).
Actualmente los estudios sugieren que la genética parece jugar aproximadamente el mismo papel que en otros trastornos mentales y enfermedades físicas, con una estimación de heredabilidad más cercana al 30% que al 80. Para complementar estos datos, te invito a que leas este artículo sobre los orígenes de la esquizofrenia.
Otras causas posibles de la esquizofrenia
Toxoplasma gondii es una de las posibles causas descubiertas por los investigadores. Es un parásito llevado por los gatos que causa toxoplasmosis cuando los humanos se infectan con él. Como señalan los investigadores, “una asociación entre la esquizofrenia y la exposición al Toxoplasma está respaldada por varios metanálisis que indican probabilidades que oscilan entre 1,8 y 2,7 ((Sutterland et al., 2015), (Torrey, Bartko, & Yolken, 2012)). Los síntomas asociados con la toxoplasmosis y cómo podría transmitirse podrían simular una enfermedad genética, sugieren los investigadores.
En este artículo mencionamos que sufrir de adversidades durante la infancia (Varese et al., 2012), el uso de marihuana (Arseneault, Cannon, Witton, & Murray, 2004) y las infecciones virales del sistema nervioso central durante la infancia (Khandaker, Zimbron, Dalman, Lewis, & Jones, 2012) incrementan de dos a tres veces el riesgo de diagnóstico de esquizofrenia. Por otro lado, los individuos que sufrieron de algún tipo de trauma durante su infancia (abuso sexual y psicológico) tienen hasta 50 veces más riesgos de sufrir de psicosis, en comparación con aquellas personas que no experimentaron trauma (Shevlin, Houston, Dorahy, & Adamson, 2008).
El microbioma, es decir nuestra bacteria intestinal, se ha convertido recientemente en el foco de muchos investigadores que buscan las causas de varios trastornos mentales. “El microbioma se hereda en gran parte de la madre durante y después del proceso de nacimiento, aunque los padres y otros miembros de la familia también coadyuvan a su composición general durante los primeros años de vida (Korpela et al., 2018). La dieta y otros aspectos ambientales basados en la vida de la familia también contribuyen a la composición del microbioma durante la infancia y la vida posterior.”
Investigaciones han demostrado una conexión entre nuestras bacterias intestinales y su impacto en el comportamiento humano y el pensamiento. “En el caso de la esquizofrenia, los estudios han encontrado alteraciones sustanciales en la composición de los microbiomas gastrointestinales (Nguyen, Kosciolek, Eyler, Knight, & Jeste, 2018) y orofaríngeos (Yolken et al., 2015) en individuos con esquizofrenia en comparación con los controles”.
Todavía no sabemos qué causa la esquizofrenia, pero los investigadores siguen buscando con ahínco, pues encontrarla haría posible crear tratamientos mejores y más efectivos. Es por ello que resulta fundamental que los Estados destinen recursos económicos y humanos al desarrollo de estas investigaciones.
Referencias de los estudios:
Arseneault, L., Cannon, M., Witton, J., & Murray, R. M. (2004). Causal association between cannabis and psychosis: examination of the evidence. The British Journal of Psychiatry: The Journal of Mental Science, 184, 110-117. https://doi.org/10.1192/bjp.184.2.110
Cardno, A. G., & Gottesman, I. I. (2000). Twin studies of schizophrenia: from bow-and-arrow concordances to star wars Mx and functional genomics. American journal of medical genetics, 97(1), 12-17. Recuperado de https://onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1002/(SICI)1096-8628(200021)97:1%3C12::AID-AJMG3%3E3.0.CO;2-U
Khandaker, G. M., Zimbron, J., Dalman, C., Lewis, G., & Jones, P. B. (2012). Childhood infection and adult schizophrenia: a meta-analysis of population-based studies. Schizophrenia Research, 139(1-3), 161-168. https://doi.org/10.1016/j.schres.2012.05.023
Mcguffin, P., Asherson, P., Owen, M., & Farmer, A. (1994). The Strength of the Genetic Effect: Is There Room for an Environmental Influence in the Aetiology of Schizophrenia? The British journal of psychiatry: the journal of mental science, 164(5), 593-599. https://doi.org/10.1192/bjp.164.5.593
Nguyen, T. T., Kosciolek, T., Eyler, L. T., Knight, R., & Jeste, D. V. (2018). Overview and systematic review of studies of microbiome in schizophrenia and bipolar disorder. Journal of Psychiatric Research, 99, 50-61. https://doi.org/10.1016/j.jpsychires.2018.01.013
Pearlson, G. D., & Folley, B. S. (2008). Endophenotypes, dimensions, risks: is psychosis analogous to common inherited medical illnesses? Clinical EEG and Neuroscience: Official Journal of the EEG and Clinical Neuroscience Society , 39(2), 73-77. https://doi.org/10.1177/155005940803900210
Shevlin, M., Houston, J. E., Dorahy, M. J., & Adamson, G. (2008). Cumulative traumas and psychosis: an analysis of the national comorbidity survey and the British Psychiatric Morbidity Survey. Schizophrenia Bulletin, 34(1), 193-199. https://doi.org/10.1093/schbul/sbm069
Sutterland, A. L., Fond, G., Kuin, A., Koeter, M. W. J., Lutter, R., van Gool, T., … de Haan, L. (2015). Beyond the association. Toxoplasma gondii in schizophrenia, bipolar disorder, and addiction: systematic review and meta-analysis. Acta Psychiatrica Scandinavica, 132(3), 161-179. https://doi.org/10.1111/acps.12423
The Search for Schizophrenia Genes | Issues in Science and Technology. (2016, febrero 4). Recuperado 12 de julio de 2019, de Issues in Science and Technology website: https://issues.org/the-search-for-schizophrenia-genes/
Torrey, E. F., Bartko, J. J., & Yolken, R. H. (2012). Toxoplasma gondii and other risk factors for schizophrenia: an update. Schizophrenia Bulletin, 38(3), 642-647. https://doi.org/10.1093/schbul/sbs043
Torrey, E. F., & Yolken, R. H. (2019). Schizophrenia as a pseudogenetic disease: A call for more gene-environmental studies. Psychiatry Research, 278, 146-150. https://doi.org/10.1016/j.psychres.2019.06.006
Varese, F., Smeets, F., Drukker, M., Lieverse, R., Lataster, T., Viechtbauer, W., … Bentall, R. P. (2012). Childhood adversities increase the risk of psychosis: a meta-analysis of patient-control, prospective- and cross-sectional cohort studies. Schizophrenia Bulletin, 38(4), 661-671. https://doi.org/10.1093/schbul/sbs050
Yolken, R. H., Severance, E. G., Sabunciyan, S., Gressitt, K. L., Chen, O., Stallings, C., … Dickerson, F. B. (2015). Metagenomic Sequencing Indicates That the Oropharyngeal Phageome of Individuals With Schizophrenia Differs From That of Controls. Schizophrenia Bulletin, 41(5), 1153-1161. https://doi.org/10.1093/schbul/sbu197
Fuente: PsychCentral