Siempre se ha dicho que los niños que crecen con padres que provienen de países distintos desarrollan una mayor tolerancia, riqueza cultural y capacidad para adaptarse a costumbres diferentes. No obstante, ¿nos hemos preguntado cómo afecta a nivel neuronal el hecho de que un bebé escuche acentos distintos en casa?
Los matrimonios y parejas multiétnicas son algo tan común hoy en día que pocas personas se detienen a pensar en cómo afecta esto el desarrollo del lenguaje en los hijos. Por fortuna, investigadores de la Universidad de Buffalo sí se hicieron esta pregunta y, en un artículo publicado por la Revista de la Sociedad Acústica de América, nos explican lo que ocurre realmente en el caso de bebés criados en hogares donde escuchan un solo idioma, pero se habla con diferentes acentos.
De acuerdo con los investigadores, estos bebés pueden reconocer las palabras de manera diferente que un niño que solo escucha un acento. Aunque existen extensas investigaciones sobre el bilingüismo, pocos estudios han tenido en cuenta los acentos al considerar el reconocimiento temprano de palabras en monolingüismo, y, según los autores del estudio, ninguno ha explorado el tema de los acentos en niños menores de 18 meses, la edad en que tradicionalmente se desarrolla la capacidad de reconocer las diferencias de pronunciación que pueden ocurrir a través de palabras idénticas.
Marieke van Heugten, psicóloga de la Universidad de Buffalo y parte del equipo, explica que “la variabilidad en el aporte del lenguaje de los niños, lo que escuchan y cómo lo escuchan, puede tener consecuencias importantes en el reconocimiento de palabras en niños jóvenes y monolingües”. Por ejemplo, un padre que habla inglés-americano podría llamar al “vehículo amarillo” que lleva a los niños a la escuela un “autobús” (bus, en inglés), mientras que la pronunciación de la misma palabra por un padre que habla irlandés-inglés podría sonar más como “jefe” (boss, en inglés).
Los padres hacen referencia al mismo objeto, pero debido a que el niño escucha la palabra pronunciada de dos maneras distintas, necesita aprender cómo asignar esas diferentes pronunciaciones al mismo objeto.
El estudio en números
Para el estudio, los investigadores evaluaron a niños que estaban sentados en el regazo de uno de sus padres. Los niños escucharon palabras típicamente conocidas por niños de 12-1 y 2 meses, como papá, mamá, pelota, perro y baño, junto con palabras sin sentido, como dimma, mitty y guttle.
Los niños giran la cabeza como un procedimiento común usado en la percepción del habla infantil que señala el reconocimiento, la preferencia determinada por palabras particulares.
Un segundo experimento incluyó niños de 14-1 y 2-18 meses de edad. Van Heugten dice que los niños muestran preferencia por las palabras conocidas cuando reconocen palabras que en su idioma. Si no reconocen las palabras, no hay ninguna razón para que expresen una preferencia, ya que las palabras conocidas y sin sentido suenan igualmente emocionantes con una entonación dirigida por el bebé.
Los niños criados en entornos de múltiples acentos necesitan más información contextual para reconocer las palabras
Los resultados indican que los niños que escuchan un solo acento prefieren escuchar palabras reales en el laboratorio, aunque aquellos que escuchan acentos múltiples no tienen esa preferencia en 12-1 / 2 meses. Esta diferencia entre los patrones de preferencia se encontró a pesar de que los dos grupos coincidieron en el nivel socioeconómico, así como el número de palabras que los niños entienden y producen. Esto sugiere que ambos grupos de niños están aprendiendo palabras casi al mismo ritmo, pero que escuchar acentos múltiples en el hogar puede cambiar la forma en que los niños reconocen estas palabras alrededor de su primer cumpleaños, al menos en los entornos de laboratorio.
Esto sugiere que los niños criados en entornos de múltiples acentos necesitan más información contextual para reconocer las palabras, ya que no asumen que todas las palabras se hablarán en el acento regional, una dificultad que desaparece a los 18 meses de edad.
Para los investigadores, todo esto puede ser clave para entender mejor cómo funciona la adquisición del lenguaje en general y mejorar los métodos de diagnóstico y tratamiento de los retrasos en el lenguaje de los niños.
Fuente: Science Daily; The Journal of the Acoustical Society of America