Antes que nada: los invitamos a formar parte de un pequeño experimento. Lean la siguiente descripción y por favor, puntúen (de manera completamente anónima), en qué medida creen que es una descripción adecuada de su personalidad:
Tenés la necesidad de que otras personas te aprecien y admiren; sin embargo sos crítico/a contigo mismo/a. Tenés una considerable capacidad que no has aprovechado del todo. Aunque hay algunas debilidades en tu personalidad, generalmente sos capaz de compensarlas. Tendés a ser disciplinado/a y controlado/a por fuera pero preocupado/a e inseguro/a por dentro. A veces tenés serias dudas sobre si has obrado bien o tomado las decisiones correctas. Preferís una cierta cantidad de cambios y variedad y te sentís defraudado/a cuando te ves rodeado/a de restricciones y limitaciones. También estás orgulloso/a de ser un pensador independiente; y de no aceptar las afirmaciones de los otros sin pruebas suficientes. Encuentras poco sabio el ser muy franco en revelarte a los otros. A veces eres extrovertido/a, afable, y sociable, mientras que otras veces eres introvertido/a, precavido/a y reservado/a.
La encuesta cerró y estos son los resultados:
La investigación
Este fragmento es para seguir con la serie de artículos “Investigaciones interesantes del año del ñaupa”. El fragmento es una traducción y ligera adaptación (quitamos 3 items), del texto original que Bertram Forer utilizó en una investigación en 1949, y nos sirve para ilustrar lo que se denominó a partir de esta investigación el “efecto Forer” (también llamado Efecto Barnum). Ya veremos qué tiene que ver esto con tu horóscopo.
Forer hizo su investigación para demostrar la falacia de la validación personal
Para realizar su investigación Forer le administró a sus 39 estudiantes (de un curso introductorio de psicología) un test de personalidad llamado DBI (Diagnostic Interest Blank), que evalúa intereses, hobbies, hábitos de lectura, etc., y les prometió que a la clase siguiente le entregaría a cada uno una descripción personalizada de su personalidad basada en el test. Forer armó entonces, extrayendo frases de un libro de astrología, una serie de enunciados sobre la personalidad (los mismos que leyeron en el fragmento, más tres ítems que aquí excluimos), y a la siguiente clase, le dio a cada uno (sin que lo supiera el resto, claro) el mismo texto, y les pidió que evaluaran en qué medida resultaba una descripción acertada de su personalidad, y qué tan acertado consideraban al DBI. La psicología está llena de desengaños, mis estimados lectores. Los estudiantes, en promedio, le dieron una puntuación de 4.26, en una escala de 0(pobre), a 5(excelente).
Subrayamos el punto: el texto era completamente inventado, no era personalizado en absoluto, y sin embargo fue considerado como muy preciso, y el DBI, a causa de lo “acertado” de sus falsas descripciones, fue juzgado como una excelente herramienta.
Forer hizo su investigación para demostrar la falacia de la validación personal: que un test, de cualquier tipo, sea juzgado como acertado por quien recibe la descripción no significa en absoluto que el test sea válido o útil (validación personal se refiere a que quien recibe el test juzga su precisión). De hecho, según él mismo cuenta en la introducción de su artículo, la idea de la investigación se originó gracias a una discusión con un grafólogo que ofreció “leer” la personalidad de Forer, y que ofreció como prueba de la validez de su práctica el hecho de que sus clientes consideraban sus conclusiones como muy acertadas.
¿Han leído alguna vez un horóscopo y pensado “esto me describe muy bien”?
Desde entonces, el efecto ha sido replicado y documentado muchas veces, por ejemplo: Bachrach & Pattishall, 1960; Carrier, 1963; Dana & Fouke, 1979; Fichter & Sunerton, 1983; Forer, 1949, 1968; Halperin & Snyder, 1979; Hinrichsen & Bradley, 1974; Ulrich, Strachnik, & Stainton, 1963; Jackson, 1978; Lattal & Lattal, 1967;Manning, 1968; Synder, 1974; Snyder & Larsen, 1972; Stachnik & Stachnik, 1980; Stagner, 1958.
¿Han leído alguna vez un horóscopo y pensado “esto me describe muy bien”? Si es así, bienvenidos al efecto Forer. Básicamente, lo que enuncia el principio es que cuando se ofrece una descripción de características de personalidad a una persona, pero se hace de manera vaga e imprecisa (“tendés a ser inseguro por dentro”), hay altas probabilidades de que ese texto (y el artificio que produce ese texto), sean juzgados como descripciones acertadas y válidas, aún cuando los resultados no sean personalizados para esa persona.
Consideren el siguiente texto con mis propias características (soy Aries, gracias), copiado de un sitio muy conocido de horóscopos:
“Son ansiosos, dinámicos, rápidos y competitivos. Todo lo pionero, desde proyectos relacionados con el trabajo hasta fiestas con amigos, esta gente va con todo y por gusto. Por un lado, este signo será tímido y tranquilo, por otro lado, puede ser bullicioso, excéntrico y energético. Debido a su personalidad ambiciosa y estilo de cooperación, no es apto para estar a solas por mucho tiempo”
¿Suena coherente? De hecho, es una mezcla del texto para Aries… y Libra, su opuesto. También Acuario (estaba aburrido). Sin embargo, cuando lo leo, una vocecita interna me dice “che… pero esto describe bien algunas de tus características”. Esto es esperable, ya que se ha documentado que el efecto Forer ocurre sin importar la edad o experiencia de los sujetos: se reportó en estudiantes, supervisores industriales, gestores de personal (Stagner, 1958), y las variables de personalidad no parecen afectar mucho su impacto (Furnham & Schofield, 1987). Tampoco pareciera importar demasiado si el administrador es un profesional u otro estudiante (Ulrich et al. ,1963; Snyder and Larsen, 1972).
Curiosamente, en varios estudios se ha observado que si le ofrecemos a las personas una descripción basada en “enunciados Forer” (vagos e imprecisos), y una descripción basada en instrumentos válidos (el MMPI, por ejemplo), las personas no pueden elegir con precisión cuál es la descripción inventada y cuál es la obtenida por tests (Sundberg , 1955 y Dies 1972). Esto, por supuesto, no invalida los tests (la evidencia está bastante mezclada), sólo apoya el hecho de que la validación personal de una técnica no es en absoluto una buena idea.
Tendemos a comprar descripciones que sean vagas, imprecisas y mayormente positivas
¿Ahora bien, bajo qué condiciones tendemos más a comprar una pseudo-descripción? Como vimos recién, no influyen demasiado los factores personales ni los del administrador, pero sí influye el contenido de la descripción: cuanto más favorables o positivos sean los enunciados, mayores probabilidades hay de que el sujeto acepte la descripción (Weisberg, 1970; Mosher, 1965). Para decirlo en criollo: uno suele aceptar más fácilmente los piropos que las críticas.
El Efecto Forer y la clínica
“La validación de un instrumento de evaluación o una reseña de la personalidad por medio de la validación personal es un procedimiento falaz que presupone la objetividad de la autoevaluación” (Forer, 1949)
Si algo podemos rescatar de todo esto es que el efecto Forer es lo que está detrás de los horóscopos, grafología, frenología y demás yerbas: tendemos a comprar descripciones que sean vagas, imprecisas y mayormente positivas, y eso es exactamente lo que suelen ofrecer esas áreas. Fíjense en los resultados de nuestra modestisima investigación (hagan click en el botón “Ver resultados” de la encuesta, si no lo han hecho ya)
La sugerencia aquí es clara: no crean todo lo que lean o escuchen, pero, principalmente, no le crean siempre a su intuición. La intuición nos dice que el horóscopo de nuestro signo algo ha embocado, pero estas investigaciones nos dicen, una y otra vez, que somos una presa fácil de sesgos cognitivos. Y por esto quizá podamos extrapolar a lo siguiente: en el consultorio, no confíen en que una descripción clínica es adecuada meramente porque el paciente la acepta.
Así que ya saben, la próxima vez que alguien les diga “soy aventurero porque soy de Escorpio”, pueden practicar su sonrisa socarrona, y con aire de superioridad comenzar a decir “En 1949 Bertram Forer…” Eso seguramente los va a convertir en el alma de la fiesta y les ganará el aprecio de todos sus conocidos.
Referencias:
- Dies, R.R. (1972). Personal gullibility or pseudo-diagnosis: A further test of the “Fallacy of Personality Validation.” Journal of Clinical Psychology; 28, 47-50.
- Forer, B. R. (1949). The fallacy of personal validation: A classroom demonstration of gullibility. Journal of Abnormal and Social Psychology, 44, 118-123.
- Furnham A., Schofield, S. (1987), Accepting Personality Test Feedback: A Review of the Barnum Effect. Current Psychological Research & Reviews, vol. 6, no.2, 162-178.
- Mosher, D.L. (1965). Approval motive and acceptance of “fake” personality test interpretations which differ in favorability. Psychological Reports, 17, 395-402.
- Stagner, R. (1958). The gullibility of personel managers. Personnel Psychology, 11, 347-352.
- Ulrich, R.E., Strachnik, T.J., & Stainton, N.R. (1963). Student acceptance of generalized personality interpretations. Psychological Reports, 13, 831-834
- Weisberg, P. (1970). Student acceptance of bogus personality interpretations differing in level of social desirability. Psychological Reports, 27, 743-746.