La necesidad de estimulación externa sería un factor clave para determinar si la música favorece o no al rendimiento cognitivo de una persona. Quienes tienen altos requerimientos de este tipo de estimulación tienden a aburrirse fácilmente y a buscar aportes externos. Esos individuos a menudo se desempeñan peor, paradójicamente, cuando escuchan música mientras realizan una tarea mental. Las personas con baja necesidad de estimulación externa, por otro lado, tienden a mejorar su rendimiento mental con la música. Estos son hallazgos que surgen de un estudio realizado por Manuel González de Baruch College y John Aiello de la Universidad de Rutgers (Gonzalez & Aiello, 2019).
Pero otros factores también juegan un papel. González y Aiello evaluaron tanto la personalidad del oyente como la dificultad de la tarea y la complejidad de la música. El hecho de que los estudiantes experimenten un beneficio o un perjuicio por la música depende de la interacción de la personalidad del alumno, la tarea mental y la música.
Primero, los participantes completaron la Escala de Propensión al Aburrimiento, que es una prueba de personalidad utilizada para determinar la necesidad de estimulación externa. Luego se dedicaron a una tarea cognitiva fácil (buscar la letra A en listas de palabras) y una tarea más desafiante (recordar pares de palabras). Para controlar los efectos de la práctica y la fatiga, la mitad de los sujetos completaron primero la tarea fácil, mientras que la otra mitad completó primero la tarea desafiante. Los participantes finalizaron ambas tareas en una de tres condiciones de sonido: (a) sin música, (b) música simple o (c) música compleja. Toda la música fue instrumental, y su complejidad fue manipulada variando el número de instrumentos involucrados en la pieza. La música simple incluía piano, cuerdas y sintetizador, mientras que la música compleja agregaba batería y bajo a la pieza simple.
Los datos sugieren que la decisión de activar o desactivar la música mientras se estudia debe depender de la personalidad. Para aquellos con una gran necesidad de estimulación externa, escuchar música mientras se aprende no es aconsejable, especialmente si la tarea es difícil y/o la música es compleja. En la tarea simple (encontrar A), las puntuaciones de dichos sujetos para la condición musical fueron las mismas (para música simple) o significativamente peores (para música compleja) que las de la condición silenciosa. En la tarea compleja de aprender pares de palabras, su rendimiento era peor cada vez que se tocaba música, independientemente de si era simple o compleja.
Sin embargo, para aquellos con una baja necesidad de estimulación externa, escuchar música es generalmente la opción óptima. En la tarea simple las puntuaciones de dichos participantes para la condición musical fueron las mismas (para música simple) o dramáticamente mejores (para música compleja) que las de la condición silenciosa. En la tarea compleja los participantes mostraron un beneficio pequeño pero confiable con música simple y compleja, en relación con el silencio.
Los resultados sugieren que existen diferencias individuales sustanciales en el impacto de la música en la función cognitiva y, por lo tanto, las recomendaciones con respecto a su presencia en el aula, la sala de estudio o el ambiente de trabajo pueden necesitar ser personalizadas. Los estudiantes que se aburren fácilmente y que buscan estimulación deben tener cuidado al agregar música a la mezcla, especialmente la música compleja que puede captar la atención y consumir recursos cognitivos críticos que son necesarios para completar con éxito su tarea. Por otro lado, los estudiantes con una baja necesidad de estimulación externa pueden beneficiarse significativamente de la presencia de música, especialmente al completar tareas simples y comunes.
Sin embargo, antes de que los estudiantes decidan ponerse sus auriculares, deben considerar cuidadosamente tanto su selección musical como la naturaleza de la tarea. Toda la música utilizada en el presente estudio fue instrumental, y la música con letra probablemente será más compleja. La complejidad parece aumentar la excitación, y la ley de Yerkes-Dodson sugiere que un nivel moderado de excitación produce un rendimiento óptimo. Cuando hay muy poca o demasiada excitación, el rendimiento disminuye. Por lo tanto, los beneficios de la música para aquellos con una baja necesidad de estimulación externa podrían disminuir o incluso desaparecer con la complejidad adicional de las letras.
Del mismo modo, los aumentos en la complejidad de una tarea cognitiva también podrían reducir o eliminar el beneficio de la música. Aunque la tarea “compleja” utilizada en este estudio (aprender pares de palabras) fue solo moderadamente desafiante, el aumento de la complejidad, en relación con la tarea simple, fue suficiente para reducir el efecto positivo de la música. Con una tarea cognitiva altamente desafiante (por ejemplo, comprensión de texto o preparación de exámenes), incluso aquellos con una baja necesidad de estimulación externa pueden no mostrar tal efecto con la música.
En conclusión, con la personalidad correcta (baja necesidad de estimulación), la música correcta (instrumental) y la tarea correcta (de dificultad baja a moderada), la presencia de música puede mejorar significativamente el funcionamiento cognitivo.
Referencia bibliográfica:
Gonzalez, M. F., & Aiello, J. R. (2019). More than meets the ear: Investigating how music affects cognitive task performance. Journal of Experimental Psychology. Applied, 25(3), 431-444. https://doi.org/10.1037/xap0000202
Fuente: Scientific American