La epilepsia es un trastorno neurológico crónico que, según la OMS, afecta a 50 millones de personas en todo el mundo. Es, además, una de las enfermedades cerebrales que mayor número de muertes ocasiona. Después del ictus (accidente cerebrovascular) y las demencias, la epilepsia es la enfermedad cerebral más común.
Según la Fundación del Cerebro, su incidencia es superior en niños de entre 6 y 14 años, en adolescentes y en ancianos. Afecta tanto a hombres como a mujeres de todas las razas, orígenes étnicos y edades (aunque haya picos de prevalencia en determinadas edades).
Pero, ¿qué más sabemos de esta enfermedad? ¿Qué síntomas produce y cuál es su causa? ¿Cómo se trata?
Epilepsia: ¿en qué consiste?
La epilepsia es un trastorno neurológico, del sistema nervioso central. Implica un desequilibrio en el funcionamiento del encéfalo; esta alteración hace que se produzcan las llamadas crisis epilépticas. Bastan dos crisis epilépticas para ser diagnosticado de epilepsia.
Las crisis de las que hablamos son episodios donde grandes grupos neuronales empiezan a emitir descargas eléctricas de forma anómala y descontrolada. La persona pierde el control de sus actos, así como su conciencia (de forma parcial o total), y manifiesta también otros síntomas, como las convulsiones o la presencia de sensaciones inusuales.
Los episodios epilépticos aparecen de forma inesperada (aunque a veces la persona manifiesta algunos síntomas que pueden anticipar el episodio). Generalmente, estos tienen una duración de segundos a minutos.
En general, podemos decir que las crisis epilépticas tienen relación con dinámicas internas del funcionamiento nervioso, y no tanto con el ambiente.
Síntomas de la epilepsia
La epilepsia surge como consecuencia de una actividad anormal del cerebro, que origina las convulsiones. Estas pueden afectar a cualquier proceso cerebral, y conllevar una serie de síntomas y signos. Entre los más frecuentes encontramos:
- Pérdida del control de la propia conducta.
- Confusión o aturdimiento temporal.
- Episodios de ausencias.
- Pérdida de la conciencia (de forma parcial o total).
- Síntomas psíquicos (miedo, ansiedad, dejà vú…).
- Las convulsiones propiamente dichas (movimientos espasmódicos incontrolables de brazos y piernas).
Dependiendo del tipo de convulsión, los síntomas serán unos u otros. En la mayoría de los casos, las personas tienen el mismo tipo de convulsión en cada episodio, lo que hará que los síntomas sean bastante similares en cada crisis.
Las convusiones de la epilepsia
Las convulsiones son un trastorno del movimiento en el que varios músculos del cuerpo se contraen y se distensan a la vez y de forma recurrente, originando temblores. Este síntoma no es imprescindible para diagnosticar epilepsia, porque hay formas de epilepsia en las que no aparecen convulsiones; además, también hay personas que padecen convulsiones sin padecer epilepsia.
Las convulsiones propias de la epilepsia pueden ser de diferente tipo, y una persona con el trastorno puede presentar, a la vez, diferentes tipos de las mismas. Vamos a ver qué tipos de convulsiones existen en la epilepsia:
Tipos de convulsiones
- Convulsiones generalizadas: Las convulsiones generalizadas propias de la epilepsia son aquellas que afectan a ambos lados del cerebro. Pueden ser de dos tipos: de ausencia o tónico-clónicas.
- Convulsiones de ausencia: Las convulsiones de ausencia, también llamadas “de epilepsia menor” o “pequeño mal”, pueden causar un parpadeo rápido o la mirada fija a lo lejos, durante unos segundos. Así, la persona “se ausenta” durante estos segundos.
- Convulsiones tónico-clónicas: Las convulsiones tónico-clónicas, “de epilepsia mayor” o “de gran mal”, producen los siguientes síntomas: pérdida del conocimiento, caídas, gritos, rigidez y/o espasmos musculares. Después del episodio, la persona suele sentirse cansada.
- Convulsiones focales: En el caso de las convulsiones focales, estas se localizan en una sola área cerebral. También se las conoce como convulsiones parciales. Pueden ser de tres tipos: focales simples, focales complejas o generalizadas secundarias.
- Convulsiones focales simples: Las convulsiones focales simples son las que afectan a una pequeña porción o zona del cerebro. Se traducen en pequeñas sacudidas o en cambios de sensaciones (por ejemplo, sentir un olor o un sabor extraño).
- Convulsiones focales complejas: Las convulsiones focales complejas de la epilepsia pueden hacer que la persona se sienta confundida o aturdida. Durante unos minutos, las personas que las padecen no pueden responder a preguntas o seguir instrucciones.
- Convulsiones generalizadas secundarias: Finalmente, las convulsiones generalizadas secundarias son las que se inician en una determinada área del cerebro, pero que se van extendiendo poco a poco a ambos lados del mismo. Es decir, implican inicialmente una convulsión focal, para convertirse en convulsiones generalizadas por todo el encéfalo.
Causas de la epilepsia
La epilepsia se origina porque grandes grupos de neuronas empiezan a disparar señales eléctricas a la vez y de forma anómala. Sin embargo, la causa de este hecho aún es desconocida.
Así, no se sabe tanto su causa original, sino qué ocurre cuando se padece una crisis epiléptica, y que es la actuación a la vez de estos grandes grupos neuronales.
Factores de riesgo
Por otro lado, sí se conocen los factores de riesgo asociados a la epilepsia, que son los siguientes:
- Convulsiones en la infancia: las fiebres altas pueden relacionarse con estas convulsiones de inicio infantil. El riesgo de epilepsia aumenta en convulsiones prolongadas u otras enfermedades del sistema nervioso.
- Malformaciones cerebrales (congénitas o genéticas).
- Meningitis o encefalitis.
- Tumores cerebrales.
- Traumatismos craneoencefálicos que dejan secuelas.
- Accidentes cerebrovasculares que dañan ciertas zonas cerebrales y otras enfermedades vasculares.
- Demencia: la demencia aumenta el riesgo de sufrir epilepsia en adultos mayores.
- Edad: la epilepsia es más frecuente en niños y adultos mayores (ancianos), aunque puede ocurrir a cualquier edad.
- Antecedentes familiares: tener antecedentes familiares de epilepsia aumenta el riesgo de desarrollar el trastorno.
Además, en lo que se refiere a sus causas, sabemos que las diferencias individuales también juegan un papel importante. Además, la epilepsia puede adoptar diferentes formas o manifestaciones en cada cerebro.
Tratamiento
Para el tratamiento de la epilepsia se suelen emplear un tipo de psicofármacos llamados anticonvulsivantes (fármacos anticonvulsivantes o FACs). Estos son un grupo heterogéneo de agentes que pretenden modificar los procesos implicados en el desarrollo de las crisis epilépticas. Los más utilizados son: la carbamazepina, la oxcarbazepina y la lamotriginia.
Si estos no resultan efectivos, hay personas que optan por recurrir a la cirugía, a fin de aislar o destruir aquella zona del encéfalo que esté originando las crisis epilépticas. En algunas ocasiones también se recurre al llamado Estimulador del Nervio Vago (ENV), que es un dispositivo que se implanta en el cerebro y que reduce la frecuencia de aparición de este tipo de crisis.
Es importante saber que en muchos casos, a pesar del tratamiento, las crisis de la epilepsia no desaparecerán del todo, sino más bien reducirán su frecuencia de aparición y su intensidad. Por otro lado, los síntomas psicológicos de la epilepsia también deberán abordarse, en caso de aparecer, a través de un tratamiento psicológico adecuado.
Conclusión
La epilepsia es un trastorno neurológico frecuente, que se manifiesta de diferentes maneras en cada persona. Hay personas que únicamente sufren dos crisis epilépticas en toda su vida, y otras que las manifiestan con mucha frecuencia, hecho que interfiere en su día a día y que requiere mucha prevención para evitar caídas o posibles daños.
Un buen diagnóstico será la mejor herramienta para tratar los síntomas de la epilepsia y prevenir posibles complicaciones derivadas del trastorno. Entre las complicaciones más frecuentes encontramos: caídas, ahogos, accidentes automovilísticos, complicaciones en el embarazo o problemas de tipo emocional. En este sentido, se sabe que las personas con epilepsia son más propensas a desarrollar problemas psicológicos como la depresión o la ansiedad.
Referencias bibliográficas:
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