Bienvenidos a Encuentro con un terapeuta, nuestra renovada serie de entrevistas breves con la que podrás conocer la rutina de trabajo, intereses, libros favoritos y recomendaciones de psicólogos, psiquiatras, investigadores y especialistas de la salud mental. Accede a nuestro archivo de entrevistas.
Javier Mandil tiene una tremenda calidez humana, un sentido del humor envidiable y es un psicoterapeuta que vive y respira la psicología. Javier trabaja como terapeuta especialista infanto-juvenil y codirector de la Fundación ETCI en Buenos Aires, Argentina. También es coautor del Manual de Terapia Cognitiva Comportalmental con niños y adolescentes; Terapia Cognitiva con niños y adolescentes – Aportes técnicos; Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) con Adolescentes y del libro publicado en inglés: CBT Strategies for Anxious and Depressed Children and Adolescents: A Clinician’s Toolkit. Le agradecemos a Javier por el tiempo que nos dedicó para esta breve conversación.
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¿Dónde y por qué estudiaste psicología?
Estudié en la Universidad Pública. En esa época, principios de los 90, todavía era una especie de orgullo “humanista y de calle” ir a la universidad estatal en Argentina.
Qué piensas sobre la preparación que le dan las universidades a los psicólogos en tu país (qué se está haciendo bien, qué podría mejorar).
Lo de la Universidad Pública es un desastre. Sigue predominando el psicoanálisis de la escuela francesa, muy a contrapelo de las necesidades de los tiempos que corren. Creo que se trata de una cuestión político-institucional que impide el recambio. Hasta algunas corrientes heterogéneas de psicoanálisis moderno como el post-estructuralismo francés o la terapia psicodinámica basada en la evidencia sajona están vedadas en ese contexto. Debo mencionar un par de cátedras heroicas que diseminan las Terapias Cognitivas Conductuales en semejante entorno, gente como Eduardo Keegan y José Dahab, pero son la excepción por ahora. En las Universidades privadas la cosa está cambiando. La carrera de psicología de la Universidad Favaloro de orientación neurocognitiva y conductual, dirigida por Fernando Torrente es un claro ejemplo. También la visión integrativa de la Universidad de Flores, encabezada por Bernardo Kerman o las reformas al plan de estudios de UADE impulsadas por la gestión de Elena Scherb son ejemplos alentadores.
¿Cuántos años llevas trabajando como psicólogo?
18 años entre trabajos rentados y los heroicos inicios ad-honorem, que no daban ni para el sandwich de milanesa. Almorzábamos pasión en esa época, jeje.
¿En qué área te desempeñas?¿Cómo terminaste trabajando allí?
Si bien atiendo niños, jóvenes y adultos en mi práctica clínica, soy especialista en terapia infanto juvenil. Empecé a interesarme por el tema cuando hice prácticas en el equipo de Terapia Familiar Sistémica del Centro 1 a fines de los 90. Luego adjudiqué una residencia en clínica infanto juvenil, conocí a mi amigo Eduardo Bunge y otros colaboradores y empezamos a desarrollar herramientas adaptadas culturalmente, basándonos en los protocolos con base en la evidencia. Era algo que estaba faltando en Latinoamérica. Así que todo este trabajo partió, en el comienzo, de nuestras legítimas necesidades como terapeutas.
¿Qué es lo que más amas de tu trabajo como psicólogo?
Fascinarme con los diferentes universos personales. Sorprenderme una y otra vez con las posibilidades infinitas presentadas por la subjetividad en todas las edades. Un malentendido constante es que la importancia adjudicada a las generalidades, por parte de las terapias de base científica, obstruye el encuentro legítimo con esta subjetividad. Desarrollos como el constructivismo y últimamente, con mayor soporte empírico, las llamadas terapias de tercera generación, son un excelentes medios para vehiculizar este delicado balance. Por eso es importantísima su diseminación creciente.
¿Cuáles son los aspectos más desafiantes de tu trabajo?
Siempre digo que el tema que más estudié y del que menos conozco es la motivación de los consultantes para participar activamente en el proceso terapéutico. Me refiero a la tradicional “resistencia” o “reactancia” versus la “colaboración y adherencia” y desde perspectivas más actuales, el posicionamiento pre-contemplativo y/o la ambivalencia motivacional. Es decir….tenemos un montón de teorías para entender el fenómeno e importantes tecnologías que orientan la conceptualización e intervención sobre el mismo. Pero nunca son suficientes. Y quizás no tengan porqué serlo, si uno lo piensa bien…después de todo, las motivaciones personales tienen que ver con lo más íntimo del ser. Entonces, quizás sea apropiado tener algunas herramientas para fomentar la alianza terapéutica, la adherencia al tratamiento, incrementar la disonancia cognitiva en pos de favorecer la apertura a información novedosa, realizar un cuidadoso análisis funcional de las contingencias contextuales a fin de promover el desarrollo de repertorios conductuales más flexibles…pero, al fín y al cabo, parafraseando un dicho popular de mi país: “el/la terapeuta propone y el/l@s consultantes disponen”.
¿Alguna vez has sentido que te quedaste sin recursos para ayudar a un paciente?¿Qué haces en estos casos?
¡¡¡Muchísimas!!! Lo confieso, a veces de puro obstinado uno intenta remarla esperando que las musas provean un recurso novedoso. Pero la mayor parte de las veces intento re-encuadrar mis expectativas de cambio ante la complejidad, evaluar costo/beneficio de que yo siga siendo el terapeuta y, caso contrario, vehiculizar una derivación a un profesional y/o contexto institucional más adecuado.
¿Cómo estructuras la primera entrevista con un paciente?
Me guío por los siguientes principios: las variables necesarias para desarrollar una formulación cognitiva y/o conductual, datos sobre co-determinates contextuales, histórico-evolutivos y neurobiológicos, si fuese necesario y organizándolo todo, la perspectiva de el/la/los/las consultante/s respecto al motivo de consulta y una operacionalización de los objetivos que busca/n alcanzar a partir del proceso terapéutico.
¿Qué enfoque o enfoques elegiste para trabajar y por qué?
Fui evolucionando. Primero las terapias familiares y estratégicas sistémicas, luego la terapia cognitivo conductual y actualmente tienen una gravitación importantísima en mi forma de trabajar las terapias conductuales de tercera generación. Las razones fueron y son las siguientes: interés por los contextos en que se desarrollan los motivos de consulta, importancia adjudicada al soporte empírico de las prácticas terapéuticas y respecto a los giros aportados por perspectivas como ACT y RFT, la importancia de favorecer el desarrollo personal y autónomo de los seres humanos, la radical valoración de la subjetividad y el sano cuestionamiento de los criterios normativos en salud mental.
El diagnóstico es un mapa estratégico amplio y aproximado que favorece la comunicación interdisciplinaria y un primer acercamiento estratégico a la experiencia clínica. Ni más ni menos. Los seres humanos somos mucho más que diagnósticos. Somos universos únicos y complejos, si se me permite abusar una vez más de esta licencia literaria.
En tu experiencia, hay algún factor específico que ayude a la mejoría de la mayoría de los pacientes (en el terapeuta y/o el paciente), ¿cuál?
No solo en mi experiencia, sino guiándome desde una perspectiva crítica en la literatura basada en la evidencia coincido en otorgar importancia a factores inespecíficos como la alianza, las expectativas positivas y las características de los consultantes así como prestar atención a la eficacia potencial de técnicas específicas para problemas delimitados en base a los hallazgos de la investigación científica.
¿Cuáles crees que son las habilidades más importantes que debe tener un terapeuta?
Capacidad de establecer buena alianza terapéutica, empatía, descentramiento, aceptación radical del otro en su diferencia, criterio científico para elegir las técnicas y humildad.
¿Cuál es el mejor libro sobre psicología o terapia que hayas leído?
¡Que pregunta difícil! te puedo contestar, más bien, 5 libros imprescindibles para una isla desierta: El tomo de Freud donde está Dinámica de la transferencia, Ciencia y comportamiento humano de Skinner, La táctica del cambio de Fisch, Weakland et al, El hombre en busca de sentido de Viktor Frankl y Terapia de aceptación y compromiso. Un abordaje conductual dirigido al cambio experiencial de Hayes, Strosahl & Wilson.
¿Qué libro o investigación estás leyendo actualmente?
Voy alternando. Al excelente libro Mastering the Clinical Conversation de Villatte lo sigo leyendo despacio y en profundidad, porque es complejo (no necesariamente difícil pero si aborda muchas dimensiones de la conversación terapéutica desde la perspectiva RFTl), alternándolo con varios papers sobre investigación en clínica infanto juvenil que presentamos en las reuniones de equipo de ETCI. Eduardo Bunge, director honorario de la institución, profesor de la Palo Alto University es un gran proveedor de datos actualizados. Muchos son sobre uso de tecnologías en psicoterapia, satisfacción de los consultantes, modelos modulares y transdiagnósticos, entre otras cosas.
¿Qué haces para evitar el burnout en tu trabajo o cuando atiendes a un paciente “difícil”?
Mindfulness, revisión de mis expectativas respecto al cambio terapéutico posible, gimnasio, matar muchos zombies en los videojuegos y zamparnos opíparas cenas con amigos.
¿Cual es el psicólogo/investigador o académico que más admiras?
¿Actualmente? Marsha Linehan y Steven Hayes, sin lugar a dudas.
En tu opinión, ¿cuál es el mayor obstáculo que afronta la psicología?
Mayor diseminación de terapias basadas en la evidencia a nivel mundial y facilitar el acceso de calidad a sectores poblacionales alejados de centros urbanos, con bajos recursos y/o en situaciones de vulnerabilidad.
¿Qué le recomiendas a los psicólogos que recién inician?
Que mantengan una perspectiva científica y crítica respecto al conocimiento, que modulen los fanatismos teóricos, que cultiven la flexibilidad, el contacto humano, la sensibilidad y el sentido común.