En el continente africano no hay suficientes psicólogos y psiquiatras para dar abasto a las necesidades de salud mental de la población. Con muy pocos recursos, los investigadores se las arreglan para adaptar los tratamientos a la idiosincrasia de cada país y llevarlos a las personas que lo necesitan. En Zimbabwe, Dixon Chibanda le enseñó activación conductual para la depresión a las abuelas y ayudó a reducir las tasas de suicidio. El año pasado el psiquiatra Oye Gureje entrenó este mismo tratamiento a profesionales de salud mental de atención primaria que no eran psicólogos, obteniendo resultados similares a los tratamientos habituales, sin tener que usar tanta medicación. Su estudio fue publicado en The Lancet Global Health, y hoy quiero compartirlo para que podamos tomar algún ejemplo e ideas de lo que podemos hacer en nuestros países.
Cómo se desarrolló la investigación
El estudio aleatorio contó con 97 profesionales de salud de atención primaría que en su mayoría eran enfermeras, oficiales de salud comunitaria y trabajadores de salud comunitaria que tenían entre 2-3 años de educación universitaria o técnica. Todo el equipo fue supervisado por un coordinador que respondía las llamadas de emergencia y llevaba las responsabilidades administrativas.
Los profesionales de salud en el grupo control recibieron entrenamiento en el tratamiento habitual, que consistía en enfoques psicosociales, psicoeducación, terapia para manejar los estresores y psicofarmacología en caso de que lo necesitaran. El grupo de intervención recibió lo mismo sumado a la activación conductual y terapia de resolución de problemas — dos tratamientos fáciles de aprender, muy estructurados que son recomendados por las guías clínicas por su amplia evidencia — que fueron previamente adaptados a las características propias de la cultura nigeriana. Todo esto se hizo en sólo 6 días de entrenamiento con lecturas y demostraciones clínicas. La supervisión clínica se llevó por medio de los teléfonos celulares o presencial. Al final, todos los los participantes fueron evaluados para certificar su entrenamiento.
Los pacientes, que asistieron a las clínicas de atención primaríadel estudio, fueron evaluados con el cuestionario PHQ-9, una escala desarrollada para el diagnóstico de depresión en pacientes usuarios de atención primaria, y todos los pacientes que tenían un puntaje ≥ 11 eran ingresados en el tratamiento.
El 76% de los pacientes del grupo de activación conductual se mantenía en remisión, en comparación con el 77% de los pacientes del grupo con terapia y medicación
Las sesiones terapéuticas se llevaron de forma individual. La primera sesión se dedicó a la psicoeducación sobre la depresión, sus síntomas, posibles causas, tratamiento y se les explicarles que la depresión era una condición que tenía un tratamiento. Durante el resto de las sesiones se identificó los problemas, dificultades y estresores de los pacientes y posibles soluciones. En las dos ultimas sesiones el profesional de la salud con el paciente sintetizaron las lecciones del tratamiento, integraron su experiencia durante las sesiones y prepararon al paciente para el futuro.
La amitriptilina fue el antidepresivo utilizado en los casos que se consideró necesario. Cómo los profesionales de salud participantes del estudio no están autorizados para administrar, ni recetar, medicamentos, el antidepresivo fue recetado por un médico que era consultado en persona o por teléfono celular.
Resultados
Los profesionales de salud que recibieron el entrenamiento en activación conductual y resolución de problemas eran menos propensos a utilizar la medicación y sólo la usaron con el 13% de los pacientes en comparación con el 32% de los pacientes del grupo control. Aun con menos medicación los pacientes de los dos grupos tuvieron mejorías similares que se mantuvieron estables durante los 12 meses de seguimiento. En concreto, el 76% de los pacientes del grupo de activación conductual se mantenía en remisión, en comparación con el 77% de los pacientes del grupo con terapia y medicación.
Esto significa que sin tener que invertir millones de dólares en antidepresivos, personal o procesos terapéuticos más largos, se logró los mismos resultados, beneficiando a cientos de personas que probablemente nunca hubieran podido recibir atención para la depresión. Africa y Latinoamérica comparten similitudes en la escasez de recursos para salud mental. A menudo leemos con mucho escepticismo los resultados de investigaciones que provienen de países con presupuestos mucho mas elevados y cientos de facilidades que en nuestros países envidiamos. Pero ahora con estas investigaciones podemos empezar a intentar cambiar las cosas.
Referencia del estudio: Gureje, O., Oladeji, B. D., Montgomery, A. A., Bello, T., Kola, L., Ojagbemi, A., . . . Araya, R. (2019). Effect of a stepped-care intervention delivered by lay health workers on major depressive disorder among primary care patients in Nigeria (STEPCARE): a cluster-randomized controlled trial. The Lancet Global Health, 7(7), e951–60. http://dx.doi.org/10.1016/ S2214-109X(19)30148-2
Fuente: Mad in America