Hace unos meses publicamos como Definición de la Semana nociones sobre la Empatía. Rivera Revuelta (2004) la llama una función mental que nos permite ver la perspectiva del otro y no estar centrados en nosotros mismos, es decir, sumergirnos en los sentimientos del otro.
En palabras más sencillas, la empatía es usar tu imaginación para pararte en los zapatos de otro. Y como explica Roman Krznaric en su libro Empathy: Why It Matters, and How to Get It: “la empatía es distinta a las expresiones de simpatía -como la lástima o sentir pena por alguien- porque estas no requieren tratar de entender las emociones de otra persona o su punto de vista.”
Actualmente la empatía se halla en crisis, mientras que el narcisismo y el individualismo están en crecimiento. Existen muchos factores que pueden contribuir a que esta situación se agudice, algunos sostienen, por ejemplo, que la creciente urbanización continua fragmentando comunidades, el compromiso cívico disminuye, y el libre mercado de ideologías profundiza en el individualismo. Otros ponen el acento en el hecho de que cada vez hay más personas viviendo solas y pasando menos tiempo comprometidas en actividades sociales y comunitarias que nutren la sensibilidad empática. El estrés mismo puede ser un factor que reduzca la habilidad de empatía, al menos en los hombres.
Lo cierto es que la empatía es clave para poder establecer relaciones íntimas con otros y, a la vez, puede ser muy beneficiosa para quienes la practican. Un estudio encontró que la empatía afecta directamente la capacidad de afrontamiento de una persona, así como la felicidad.
¿Querés saber quiénes son tus verdaderos amigos? Bostezá. En serio, bostezá. Todos sabemos que los bostezos son contagiosos, pero cuanto más le importás a otra persona, más contagiosos son tus bostezos: “al igual que con otras medidas de empatía, la proporción de contagio era mayor en respuesta a parientes, después amigos, luego conocidos, y por último extraños. Los individuos emparentados (r≥0.25) mostraron el mayor contagio, tanto en términos de ocurrencia de los bostezos como en frecuencia de los bostezos. Los extraños y conocidos mostraron un retraso más largo en la respuesta a los bostezos (latencia) comparados con amigos y parientes.”
Analizando otros campos, podemos encontrar que los médicos pueden aprender a ser más empáticos, y que además las investigaciones aseguran que la empatía y el tratamiento compasivo juegan un rol importantísimo en el proceso de recuperación de los pacientes ya que reduce los errores médicos, mejora los resultados de los pacientes, logra que se sientan más satisfechos, reduce los reclamos por mala-praxis e incrementa la felicidad en los doctores.
“Haz con los demás lo que a ellos les gustaría que les hagas”
Desde niños aprendemos la Regla de Oro: “Haz con los demás lo que quisieras que los demás hagan contigo.” Pero, la verdad es que eso viene de vos, es lo que vos querés. Y podría no ser lo que ellos quieren. Para practicar la verdadera empatía, el foco necesita estar en ellos. Roman Krznaric sugiere que esta sea La Regla de Platino, “haz con los demás lo que a ellos les gustaría que les hagas.”
Veremos tres cosas que podemos hacer para ejercitar la empatía:
Escuchar
Podemos utilizar las técnicas de los negociadores del FBI cuando hay rehenes de por medio, pero es necesario que agreguemos vulnerabilidad. ¿Cómo? “Hacer algo arriesgado -como pedir ayuda, compartir una opinión impopular, enamorarse, admitir inseguridades o temores- puede hacernos sentir vulnerables, pero también puede resultar en relaciones más profundas, progresos creativos, mayor alegría, liberación de ansiedad, y una conexión empática mayor” (Roman Krznaric, 2014).
¿Cómo saber si realmente te abriste? Brene Brown sugiere la idea de la “resaca de vulnerabilidad”, que se daría cuando, a la mañana siguiente de abrirte en una conversación con alguien, te levantás pensando, “¿Por qué compartí eso? ¿Qué estaba pensando?” Si no sentís ninguna resaca de vulnerabilidad, quizás no fuiste lo suficientemente lejos. Estos 7 pasos para convertir conversaciones difíciles en fáciles te pueden ser útiles.
Meditar
La ciencia muestra que la meditación tiene efectos poderosos, entre los cuales están incluidos el hacernos más felices e incrementar la empatía. En especial, la Meditación Compasiva podría estimular las bases neuronales de la empatía. Dan Harris en su libro “10% Happier”, nos ofrece algunas instrucciones para poder ponerla en práctica:
- “Ésta práctica implica imaginarse una serie de personas y enviarles buenas vibras. Empezá con vos mismo. Generá una imagen mental tan clara como te sea posible.
- Repetí las siguientes frases: Que seas feliz, que estés saludable, que estés seguro, que vivas con facilidad. Haz esto lentamente. Dejá que el sentimiento aterrice. No estás forzando tus buenos deseos en nadie; simplemente los estás ofreciendo, como lo harías con una bebida refrescante. Además el éxito no se mide en relación a si generaste alguna emoción específica. Como dice Sharon, no necesitás sentir ‘una ola de amor sentimental acompañada con el canto de los pájaros.’ El punto es intentar. Cada vez que lo hacés, estás ejercitando tu músculo de la compasión (de paso, si no te gustan las frases de arriba, podés inventar las tuyas propias.)
- Después de que te enviaste las frases a vos mismo, continua: un benefactor (un docente, mentor, pariente), un amigo cercano (también puede ser una mascota), una persona neutral (alguien que ves a menudo pero que no notás realmente), una persona difícil, y, finalmente, ‘todos los seres.’”
No te preocupes tanto por lo detalles, podés personalizarlo. Lo importante es desear el bien a otros y expandir ese sentimiento comenzando con las personas más cercanas a vos e ir ampliando el círculo de gente más y más.
Exponete a diferentes formas de vida
Cuando vemos personas diferentes a nosotros, somos más propensos a conectar con ellos emocionalmente. Pensá en esto como “entrenamiento de diversidad mental.” Bruce D. Perry y Maia Szalavitz escriben en su libro Born for Love: Why Empathy Is Essential–and Endangered, “otro factor importante es la exposición continua a diferentes tipos de personas. Escuelas y comunidades diversas y multiculturales pueden ayudar a los niños a familiarizarse con personas de otras razas, clases socioeconómicas, religiones y culturas. La familiaridad es una gran manera de incrementar la empatía…” Pasar tiempo con personas de otras culturas no solo incrementa la empatía, también mejora la creatividad.
Es posible mejorar nuestra empatía y, por consiguiente, enriquecer nuestras habilidades sociales, con sólo leer novelas de ficción, ya que al dejar muchas cosas a la imaginación, invitan a realizar inferencias sobre los personajes y a ser sensibles a la complejidad emocional de la historia.
Algunos investigadores piensan que leer ayudó a terminar con la esclavitud. “Uno de sus fundamentos era lo que es conocido como la ‘revolución de la lectura.’ La propagación de la literatura y la lectura de novelas y periódicos ofrecieron a la clase media creciente un camino de entendimiento acerca de cómo sería ser un niño huérfano o un pobre trabajador agrícola o un esclavo en sufrimiento, lo que ayudó a forjar la solidaridad humana a través de las divisiones sociales” (Roman Krznaric, 2014).
¿No te gusta leer? Netflix también puede ayudarte: “Como el psicólogo Raymond Mar escribe, ‘Los investigadores han encontrado repetidas veces que las actitudes de los lectores cambian para convertirse en más congruentes con las ideas expresadas en un narrativa .’”
¿Querés que tus hijos sean empáticos? La lectura y los programas de televisión adecuados son una buena herramienta, pero las lecciones de música y el tiempo de juegos son importantes también. También ayudaría mucho si les das ese cachorro que tanto quieren. Según un estudio, las personas que crecieron con un perro fueron 24% más propensas como adultos a mostrar empatía hacia otros humanos.
Conociendo sus múltiples beneficios y con estas herramientas al alcance, podemos hacer de la empatía una práctica habitual en nuestras vidas, y de ésta forma no sólo mejorará nuestras vidas, sino también la de aquellas personas con quienes nos relacionamos.
Fuente: Bakadesuyo