Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en el mundo mueren cada año 69.000 personas por sobredosis de opioides. A su vez, se estima que hay 15 millones de personas en el mundo que tienen dependencia de los opioides (es decir, adicción a ellos).
La mayoría de esas personas consume heroína producida y fabricada de forma ilícita, aunque hay un porcentaje cada vez mayor que consume opioides sujetos a prescripción médica. En un comentario realizado en el Journal of Infectious Diseases, se destaca la necesidad de que los profesionales de enfermedades infecciosas y trastornos de uso de sustancias trabajen de manera conjunta para detener la creciente amenaza para la salud pública que representa la epidemia de opioides por su fuerte convergencia con las crecientes tasas de ciertas enfermedades infecciosas, como el VIH/SIDA, la hepatitis, las infecciones cardíacas y las infecciones de la piel y tejidos blandos.
El artículo fue co-escrito por funcionarios del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) de Estados Unidos, parte de los Institutos Nacionales de la Salud y el Instituto de Virología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland en Baltimore. Los opioides pueden crear dependencia, la cual se caracteriza por un fuerte deseo de consumir la sustancia, deterioro de la capacidad para controlar su uso, el consumo persistente de opioides pese a las consecuencias perjudiciales conexas, la prioridad que se le da al consumo en detrimento de otras actividades y obligaciones, el aumento de la tolerancia y la aparición de síntomas de abstinencia cuando se interrumpe el consumo, informa la OMS.
Debido a sus efectos en la zona del cerebro que regula la respiración, el consumo de opioides en dosis elevadas puede producir depresión respiratoria e incluso la muerte. En cuanto a las formas de administración, sin importar el medicamento de que se trate, la vía inyectable siempre está asociada a un mayor riesgo de infección, por eso se utiliza material estéril. Muchas personas con Trastorno por Uso de Opioides (TUO), a quienes inicialmente se les recetaron medicamentos orales para tratar el dolor, ahora se inyectan opioides recetados o ilegales.
Las prácticas de inyección de alto riesgo, como compartir agujas, están causando un aumento en las enfermedades infecciosas. Además, los comportamientos sexuales de riesgo asociados con el uso de drogas inyectables han contribuido a la propagación de las infecciones de transmisión sexual. Los profesionales de la salud especializados en enfermedades infecciosas pueden desempeñar un papel importante para abordar el problema, no solo tratando la infección asociada con el uso de drogas inyectables de un paciente, sino también conectando al paciente para el tratamiento de su TUO subyacente, escriben los autores. Por ejemplo, el acoplamiento de la terapia con agonistas opioides, como la metadona, con el tratamiento del VIH o la hepatitis C, puede prevenir la transmisión de esos virus y reducir el uso de opioides.
Según los autores, el tratamiento integral dará como resultado mejoras tanto para la enfermedad infecciosa como para el TUO. Por su parte, los proveedores de servicios de salud para trastornos de uso de sustancias deben realizar estudios a sus pacientes para detectar enfermedades infecciosas no reconocidas y consultar con sus colegas de enfermedades infecciosas con respecto a un plan de tratamiento integral. Son importantes nuevas políticas públicas que aborden esta problemática de manera conjunta, y que le destinen las partidas presupuestarias suficientes para hacer frente a la creciente epidemia de opioides, lo cual puede ayudar a los profesionales de la salud a mejorar e implementar estrategias coordinadas, basadas en la evidencia, para prevenir y tratar el TUO y las infecciones asociadas a opioides. Sostienen los autores que estos esfuerzos serán clave para detener y, finalmente, terminar con el problema entrelazado del TUO y las enfermedades infecciosas.
Otra cuestión que debe tenerse presente es que si bien existen tratamientos eficaces para luchar contra la dependencia de los opioides, únicamente el 10% de las personas que necesitan tratamiento lo recibe, según informa la OMS. En este artículo, comentamos una investigación que ha encontrado que la terapia física, dentro de los tres meses posteriores al diagnóstico inicial de dolor, se relacionó con una menor probabilidad de que los pacientes usen crónicamente opiáceos a largo plazo. Sin dudas un hallazgo que merece ser profundizado para evaluar su eficacia en el abordaje de la problemática relacionada al Trastorno por Uso de Opioides.
Referencia del estudio original: Tara A Schwetz, Thomas Calder, Elana Rosenthal, Sarah Kattakuzhy, Anthony S Fauci. Opioids and Infectious Diseases: A Converging Public Health Crisis. The Journal of Infectious Diseases, 2019; DOI: 10.1093/infdis/jiz133
Fuente: Science Daily, WHO