“La llegada de un buen payaso al pueblo hace más por la salud de sus habitantes que 20 burros cargados de fármacos” (Un médico inglés del siglo XVII).
Hoy en día estamos viendo cada vez más personas con problemas de estrés, con baja tolerancia a la frustración, con ataques de ira. Una sociedad cada vez más seria, que se hunde ante los problemas, que se frustra ante las derrotas, que se angustia ante las pérdidas. Personas que toman todo con cierta “gravedad” y que no saben, como dice el refrán, poner buena cara ante el mal tiempo.
Hace unos años compré en un puesto de cosas usadas un libro pequeño, con un aroma característico de antaño y pocas hojas de roneo, como solía leer en el colegio. Su historia me transportó a medio siglo atrás, internándome en el corazón de un campo de concentración alemán, donde narraba la historia de un psiquiatra que tuvo que vivir todas las atrocidades propias de un contexto como tal y cómo la lucha por la supervivencia era el esmero de cada día. A pesar del hambre, el maltrato, el frío, la angustia, las desigualdades, la visión de un futuro fragmentado y poco visible, prevalecía en algunos uno de los mecanismos defensivos más paradojales y adaptativos que los alentaba a seguir viviendo: El sentido del humor.
El autor habla de esta valiosa arma con la que el alma lucha por su supervivencia en estados críticos contextuales, “Los intentos para desarrollar el sentido del humor y ver las cosas bajo una luz humorística son una especie de truco que aprendimos mientras dominábamos el arte de vivir, pues aún en un campo de concentración es posible practicar el arte de vivir, aunque el sufrimiento sea omnipotente” (Viktor E. Frankl)
Esto me hizo pensar en cómo algo tan cotidiano e incluso peyorativo para algunos, puede ser una herramienta de afrontamiento tan eficaz en los momentos más difíciles, ayudándonos a contrarrestar situaciones o eventos desagradables.
“El sentido del humor como fortaleza es la capacidad para reconocer con alegría lo incongruente, para ver la adversidad de una manera benigna y para provocar la risa en los demás o experimentarla uno mismo” (María Luisa Martínez, artículo de Ciencia y Salud).
Nos permite ver las cosas desde otro ángulo, porque es un modo diferente de procesar la información; percibimos e interpretamos la vida de forma distinta, con lo cual nos ayuda a suavizar los problemas y a darle un tinte un poco más colorido a aquellas cosas que de alguna forma dimos por sentado la pérdida de su color.
Es una respuesta innata para algunos y aprendida en otros. Su propiedad agradable y placentera viene acompañada con respuestas conductuales y fisiológicas, como la risa, logrando minimizar los aspectos más insípidos de nuestra experiencia vital.
“El sentido del humor puede ayudarnos a pasar por alto lo antiestético, a tolerar lo desagradable, a superar lo inesperado y a sonreír en medio de lo insoportable” (Moshe Waldoks)
Además, es bien conocido por sus propiedades saludables no sólo para nuestra vida psíquica, sino también para nuestro cuerpo. Cuando nos sentimos bien, estamos bien y el organismo en su plenitud lo refleja. Muchos estudios indican que el humor estimula la risa y esto desencadena una serie de factores favorables para la salud: se liberan endorfinas, sedantes naturales con propiedades relajantes que sirven para aumentar la tolerancia al dolor, reducir el estrés (hormonas del cortisol, epinefrina y noraepinefrina), aumentando las defensas del sistema inmunológico. Y, como si fuera poco, en el plano afectivo nos defiende de las emociones negativas.
“La gente con sentido del humor se ríe más y reír de forma habitual está asociado a cambios en el sistema muscular, cambios cardiovasculares, endocrinos, inmunológicos y neuronales. Tener buen sentido del humor favorece las relaciones sociales y proporciona un mayor apoyo social que funciona como inhibidor del estrés y estimulador de la salud” (Carbelo y Jáuregui, 2006).
En la actualidad es la Psicología positiva principalmente la encargada de tratar y trabajar este recurso, junto a otros rasgos de la personalidad como la esperanza, la gratitud, la bondad y una variedad contable de emociones positivas, con el propósito de promoverlas al igual que el crecimiento personal y el bienestar subjetivo óptimo de cada individuo. Esta nueva rama apareció a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, rompiendo el paradigma clásico de la psicología tradicional, quien ha centrado su foco por años en la enfermedad misma.
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En las universidades de Waterloo y Western Ontario demostraron que los estados deprimidos y ansiosos disminuyen en aquellos individuos proclives al estrés cuando presentan el sentido del humor. La universidad West Chester en Pensilvania mostraron que los estudiantes solían tener mejor estado del ánimo cuando poseían este recurso. Los trabajos de Joseph Richman y Albert Einstein con ancianos deprimidos y suicidas observaron recuperaciones más rápidas en aquellos que lograban desarrollar el sentido del humor.
Es así, estimado lector, como está dicho y demostrado que tener esta actitud ante la vida (sin caer en la frivolidad) trae resultados positivos para la persona tanto en el plano físico como en el psíquico. Con lo cuál estaría bueno que te detuvieses por un momento y te preguntaras: ¿Qué tan serias son las cosas que pasan a mi alrededor? ¿Qué tan estresado me encuentro que no puedo ver la vida desde un ángulo más favorable? Quizás las cosas no son tan graves como parecen, nada que el sano humor no pueda solucionar.
Si no te permites bromear de las cosas que pasan a tu alrededor ¿por dónde empezar? Creo que el mejor comienzo es por uno mismo. No hay nada más sano que reírse de uno mismo, esto baja los complejos y pone en liviandad los aspectos negativos. Verás como disfrutarás más de la vida y estarás más protegido de todo aquello que te pueda dañar. Si Viktor Frankl pudo y le sirvió para seguir viviendo, soportando tantas cosas crueles y abrumadoras en su experiencia, siendo ahora uno de los escritores más reconocidos junto con su tratamiento de logoterapia, tú también puedes. Es cuestión de practicar y verás los resultados positivos en tu vida. Anímate. De cualquier modo, sonreír no le hace mal a nadie, y tú, serás el mayor beneficiado.
Fuente: Libro (PDF): El hombre en busca del sentido, Capacidades humorísticas para poder sobrevivir a la asistencia gestionada, El estudio científico de las fortalezas trascedentales desde la psicología positivista
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