Margarita Lázaro relata en HuffintongPost sobre un hilo en las redes sociales que se generó a causa de una madre que defiende el derecho de su hijo a no ser juzgado por llevar las uñas de colores y comparte las opiniones profesionales de psicólogos infantiles, que creo vale resaltar:
La misma idea la defienden los psicólogos infantiles. “Para un niño pintarse las uñas es un juego. Somos los adultos los que juzgamos”, explica Rocío Perera, psicóloga sanitaria de Activa Psicología, que apunta que si otros niños juzgan al protagonista de esta historia es porque hay adultos que antes les han dicho que eso está mal.
“Si le doy una connotación negativa le estoy transmitiendo a mi hijo que es algo malo… En la mente inocente de un niño no hay ningún problema por pintarse las uñas o disfrazarse de princesa, para él es sólo un juego”, insiste la especialista, para la que esto podría extrapolarse a otras situaciones.
No hay que buscarle significado:
No es fácil en un mundo lleno de estereotipos donde rápidamente se juzga a que actúa de forma diferente y hasta se habla despectivamente de un comportamiento “mariquita”.
“El hecho de que un niño se vista de princesa garantizaría que sea gay en la misma medida que garantizaría que sea heterosexual el hecho de que se vista de bombero”, apunta Acosta con ironía. “Eso es algo que no tiene absolutamente nada que ver. Por más que nuestro hijo se vista de Superman me temo que no va a salir volando”, añade.
Esto es similar a las criticas y juicios que sufren los niños cuando quieren jugar a las muñecas, al té o cuando eligen el color rosado. Cuidado padres con sus prejuicios, porque pueden hacerle mucho daño a lo que más aman: sus hijos.