En tiempos de crisis, las teorías conspirativas son más comunes. Su fundamento es que ciertas personas o grupos de personas están conspirando en secreto para alcanzar objetivos malévolos. Investigadores hipotetizan que el aumento de la ansiedad lleva a las personas a creer (erróneamente) que hay fuerzas hostiles en juego. Una investigación reciente encontró otra razón por la cual las teorías conspirativas pueden ser atractivas en tiempos de crisis (como una pandemia mundial): estas teorías provocan una reacción emocional más fuerte que la realidad relativamente aburrida pero verdadera, y esto fomenta la fe en ellas, especialmente para las personas que tienen el rasgo de personalidad de ser “buscadores de sensaciones” (van Prooijen et al., 2021).
Qué metodología usaron
Los autores realizaron dos estudios iniciales en los que pidieron a los participantes que leyeran un relato conspirativo o un relato preciso sobre el incendio de Notre Dame en París (que en realidad fue un trágico accidente, pero en la versión conspirativa se prendió fuego deliberadamente), o sobre la muerte del delincuente sexual estadounidense Jeffrey Epstein (quien murió por suicidio en su celda, pero en la versión conspirativa fue asesinado por gente poderosa). Finalmente, preguntaron a todos los participantes si creían que había una conspiración detrás del incendio de Notre Dame o la muerte de Epstein.
Qué encontraron
Los participantes que habían leído el texto de la conspiración también informaron una mayor creencia en la teoría conspirativa en ambos casos. Pero lo que es más importante, también se consideró que el texto de la conspiración era más entretenido, y parecía ser este “valor de entretenimiento” lo que finalmente llevó a esos participantes a tener una creencia más fuerte en la teoría conspirativa.
Más emociones = más entretenimiento
Otro estudio relacionó más claramente la naturaleza emotiva de un texto con su valor de entretenimiento. Esta vez, los participantes leyeron una descripción cargada de emociones o una sin emociones que versaba sobre una elección ficticia, sin referencia a ninguna teoría conspirativa. El texto con mucha emoción se consideró más entretenido y también provocó una reacción emocional más fuerte. Es más, aunque no mencionó ninguna conspiración, los participantes que habían leído este texto tenían más probabilidades de estar de acuerdo con las declaraciones relacionadas con la conspiración (como “habrán trampas en el proceso de recuento de resultados” o “una conspiración determinará el resultado de las elecciones”), pero solo si también obtuvieron una puntuación relativamente alta en una medida de búsqueda de sensaciones.
Los buscadores de sensaciones aman la emoción y las emociones fuertes; también disfrutan de películas de terror y experiencias nuevas y arriesgadas, por ejemplo. Según otro estudio más publicado en el documento, los empleados que obtienen una puntuación más alta en las dimensiones de búsqueda de sensaciones, de susceptibilidad al aburrimiento, desinhibición y búsqueda de aventuras tienen más probabilidades de creer que sus jefes persiguen secretamente metas malévolas, en otras palabras, tienen más probabilidades de creer en las teorías conspirativas en el lugar de trabajo.
Un estudio final evaluó la creencia de los participantes en varias teorías conspirativas comunes, como que el gobierno de EEUU tenía conocimiento previo de los ataques terroristas del 11 de septiembre y que la NASA fingió los aterrizajes en la luna. Los investigadores encontraron un vínculo entre la fuerza de estas creencias y las puntuaciones en las tres dimensiones de búsqueda de sensaciones identificadas en el estudio de los empleados. Los resultados revelan que la búsqueda de sensaciones predice de manera confiable la creencia de las personas en teorías conspirativas específicas y concretas, dijeron los investigadores.
La idea de que agregar emoción a una historia fáctica la hace más atractiva no es nueva: los medios de comunicación y los podcasts sobre crímenes reales lo hacen todo el tiempo. Pero este nuevo trabajo quizás también implica que cuanto más entretenida podemos hacer la verdad, más probable es que los buscadores de sensaciones la compren, en lugar de una alternativa retorcida.
Referencia bibliográfica: van Prooijen, J.-W., Ligthart, J., Rosema, S., & Xu, Y. (2021). The entertainment value of conspiracy theories. British Journal of Psychology . https://doi.org/10.1111/bjop.12522
Fuente: Research Digest