Las personas con depresión no responden de la misma manera a los diversos tratamientos e incluso, en ocasiones, pueden ser resistentes a algunos de ellos, siendo éste un gran problema tanto para los pacientes como para los profesionales que los atienden.
Según una nueva investigación, publicada en JAMA Psychiatry y realizada en la Escuela de Medicina de la Universidad de Michigan, la manera en que responde una persona en tratamiento por depresión a los placebos, podría determinar cómo responderá a la medicación real.
El estudio
El equipo de investigadores estudió la química del cerebro de 35 personas con depresión grave no tratada, quienes aceptaron probar lo que pensaron que era un nuevo fármaco para la depresión, que en realidad era un placebo, que posteriormente fue reemplazado por un medicamento real, ya aprobado para tratar el trastorno.
Los investigadores encontraron que los participantes que reportaron mejoras en los síntomas de depresión después de que se les administrara el placebo, también presentaron respuestas más fuertes del sistema mu-opioide (sistema “analgésico” natural del cerebro) en las regiones cerebrales involucradas en las emociones y la depresión. Además, estas personas presentaron mayores probabilidades de experimentar aún menos síntomas, una vez que recibieron los fármacos reales.
Éste estudio se realizó mediante el uso de Tomografías de Emisión de Positrones (TEP), escaneos, y una sustancia que se une a los receptores en las células cerebrales a las que se unen las moléculas mu-opioides.
Al principio, los participantes iniciaron el tratamiento sabiendo que no conocerían los detalles del estudio hasta el final. Durante dos semanas recibieron tratamiento con placebos, pero durante una de ellas, se les dijo que estaban tomando una sustancia que se creía que era capaz de activar los mecanismos internos y que podría tener propiedades antidepresivas. Al final de esa semana también se les realizó un escaneo cerebral y recibieron una inyección inofensiva de agua salada, de la que se les dijo que podría tener propiedades antidepresivas de acción rápida. Después de esas dos semanas y del escaneo, se les prescribió un antidepresivo real. Los participantes reportaron sus síntomas de depresión usando una escala de medición estándar a lo largo del estudio.
“Esta es la primera evidencia objetiva de que el propio sistema opioide del cerebro, involucrado en la respuesta tanto de los antidepresivos como de los placebos y en las variaciones de estas respuestas, está asociado con la variación en el alivio de los síntomas,” dijo la Dra. Marta Pecina, una de las autoras del trabajo, investigadora y profesora asistente en el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Michigan, y miembro del Centro de Depresión de la misma Universidad.
El Dr. Jon-Kar Zubieta, autor principal del estudio, aporta un dato importante a tener en cuenta: él notó que el efecto placebo en este estudio no sólo provino de la creencia de los participantes de estar recibiendo el fármaco real, sino también del mero impacto de estar en un ambiente de tratamiento. Y sostiene que los resultados del estudio sugieren que hay personas que responden más a la intención de tratar su depresión, y en base a ello, además de la medicación, podrían verse más beneficiadas con la inclusión en tratamientos de psicoterapias o terapias cognitivas.
Los estudios que prueban los antidepresivos y los placebos sugieren que el 40% de la respuesta es debido al efecto placebo. Para los desarrolladores de los medicamentos, estas son tonterías; pero para los investigadores de placebos es muy llamativo, y quieren saber por qué sucede, y donde radica la diferencia con quienes no responden tan bien al efecto placebo.
Resultados
“Necesitamos descubrir cómo mejorar la resiliencia natural que algunas personas parecen tener,” dijo Jon-Kar Zubieta. Nuevos estudios deberían investigar cómo amplificar la respuesta natural del cerebro en nuevas formas, para mejorar el tratamiento de la depresión.
Los hallazgos también podrían ser de ayuda en el desarrollo y prueba de nuevos fármacos, al momento de corregir el efecto placebo que se mete en el camino de la medición del efecto real. “Podemos imaginar que al mejorar el efecto placebo, podríamos ser capaces de desarrollar mejores antidepresivos o de acción más rápida,” sostuvo la dra. Pecina.
Además, este estudio podría ayudar a identificar a los pacientes que podrían beneficiarse con estrategias no farmacológicas conocidas por ayudar a las personas que no obtienen alivio mediante los antidepresivos. Esto incluye la terapia electroconvulsiva, la estimulación cerebral profunda y la estimulación magnética transcraneal.
Fuente: Psypost